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El modelo uruguayo de control de drogas ante el mundo

Milton Romani Gerner*
En la reciente reunión de la Comisión de Estupefacientes  de la ONU en Viena, Uruguay que presentó y defendió su innovadora política de control de drogas. Aquí, un representante del gobierno uruguayo explica en qué consiste esa política y cuál ha sido el eco. 
Sesiones con varias voces
 Entre el 12 y el 21 de marzo pasados tuvo lugar en Viena el 57º período de sesiones de la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas, donde representantes de todo el mundo debatieron el control de las drogas. Uruguay, país que ha estado en el centro de la atención por su innovadora política en la materia, tuvo una participación importante. 

 El balance sobre esta participación es claramente positivo. La delegación de Uruguay actuó de manera firme, con dignidad y vocación de enseñanza, tanto en el Segmento de Alto Nivel como en la Comisión de Estupefacientes, en las 26 comisiones bilaterales y en los dos eventos paralelos a las sesiones. 

 El evento paralelo “Monitoreo y evaluación de la nueva ley de regulación del cannabis en Uruguay”, que convocamos junto con los estados norteamericanos de Washington y Colorado, el International Drug Policy Consortium (IDPC) y el Transnational Institute (TNI), fue un éxito de concurrencia e interés por parte de la audiencia. 

Las delegaciones de México, Colombia, Guatemala, Ecuador, Argentina y República Checa criticaron el actual modelo de lucha contra la drogas y reclamaron abrir el debate a este respecto. Singapur y Suiza, así como Países Bajos y Noruega, dijeron lo mismo aunque con menor intensidad. 

Por otra parte, Estados Unidos mostró cierto giro hacia la flexibilidad, e incluso en las conversaciones bilaterales dejó en claro que no va en contra de las políticas de Uruguay y que siguen la línea que el presidente Obama expuso en Cartagena, al asegurar que estaba dispuesto a debatir el tema aunque de entrada se declare en desacuerdo. 

Diego Cánepa Baccino, Prosecretario de Presidencia
del gobierno de Urugua
y.
Foto: OEA - OAS
Es innegable que la posición de Estados Unidos sigue siendo fundamental en esta materia. Hoy, este país tiene 18 estados con dispensación de marihuana para uso médico, que es una de las coartadas para su uso, así como dos estados con venta libre, aunque regulada, de la yerba. 

Hace dos semanas el gobierno federal estadounidense destrabó las limitaciones de los bancos para abrir líneas de crédito destinadas a productores de cannabis, y es de esperar que   en pocos años aumente la flexibilidad ante una situación que existirá no solo en unos estados sino en todo el país. 

Por otra parte, para Estados Unidos va a ser difícil sostener un clima de guerra en la frontera mientras la marihuana pasa a ser de libre flujo dentro de su territorio, lo cual hará aun más evidente la ambigüedad de controlar las drogas en el sur mientras mantiene un mercado libre para las armas de fuego en su propio territorio. 

La innovación uruguaya
En estas sesiones Uruguay explicó detalladamente las características de la ley aprobada por el parlamento que regula la producción y consumo de marihuana, para romper con los prejuicios y con los titulares sesgados. 

La intervención del jefe de la delegación, Diego Cánepa, en el Segmento de Alto Nivel tuvo un gran impacto al explicar el modelo soberano, pero sin pretensiones de “exportación", de Uruguay, lo cual apeló y convocó al espíritu de las Convenciones de la ONU sobre fiscalización de drogas, a la interpretación de las mismas y su adecuación con los instrumentos de derechos humanos.

Además de nuestras intervenciones en el pleno, mantuvimos 26 reuniones bilaterales y dos eventos paralelos. En estos escenarios pudimos ver a algunos países muy interesados en nuestras propuestas, y recibimos el apoyo de varios otros; pero en general el sentimiento fue de respeto a nuestra decisión soberana y de aceptación sobre la flexibilidad de las convenciones sobre este tema. 

Nuestra delegación explicó que no pretendemos exportar el modelo de regulación del cannabis, y que este es particular de nuestro país por sus tradiciones, institucionalidad, etc. 

También quisimos explicar que nuestro modelo no es de liberalización ni de libre mercado ya que en él el Estado fija el precio y no hay marcas ni publicidad.

  Nos propusimos dejar en claro que el Estado es quien otorga las licencias de producción y las licencias a las farmacias, quien regula el registro de consumidores e identifica al usuario (pero no a la persona con las garantías del habeas data), que la ley solo aplica para nacionales y residentes con más de un año en el país, y que es obviamente para mayores de 18 años. 

  Los consumidores tienen derecho a 40 gramos de marihuana mensuales a razón de 10 semanales, y es el Estado el que habilita a los clubes sociales canábicos como asociaciones de entre 15 a 45 socios con un máximo de 99 plantas conjuntas o con cultivo individual de hasta 6 plantas (ningún usuario puede estar en varios clubes).

   Todo esto con la vigilancia y el concurso del Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, el Laboratorio Tecnológico de Uruguay, el Instituto Nacional de Semillas y el Instituto de Regulación y Control del Cannabis. 

   Adicionalmente, en el país ha comenzado a funcionar un Comité Científico que está construyendo una línea de base para hacer el seguimiento y posterior evaluación de este proceso. Su primera etapa se centrará en el cannabis de uso no médico, pero también trabajará para el uso médico farmacéutico y cosmético. 

Última marcha contra la marihuana ilegal en Montevideo,
Uruguay en diciembre de 2013.
Foto: Gonzalo G. Useta
Las reacciones del mundo
  Podría pensarse que las otras delegaciones nos esperaban con piedras, pero no fue así. Brasil y Argentina han sido claros al asegurar que no tienen problemas con nuestra ley; que si nos va bien, también les servirá de mucho, y si no, esto tampoco generaría problemas. 

  Algunos comentarios críticos vinieron de Japón, Paquistán e Israel; y la posición de Suecia fue sincera y contundente: no estamos de acuerdo ni les deseamos éxito en este proyecto.
También hubo algunas divergencias a propósito de la interpretación de las Convenciones, que fue (que es) nuestro argumento fuerte. Uruguay sostiene que las convenciones sobre drogas se pueden flexibilizar para adaptarse a las nuevas realidades (no necesariamente reformarlas o cambiarlas), como también que es necesaria una adecuada interpretación de los tratados de derechos humanos referidos a la fiscalización de drogas. 

  Nuestro argumento añade que ha habido una interpretación sesgada y forzada a privilegiar la reducción de la oferta por medio de la intensificación de la guerra contra las drogas. 

  En ese sentido, en la sesión también hubo una declaración la UE, Suiza y otros países (Uruguay incluido), instando a suspender la pena de muerte por ofensas en drogas, que todavía se aplican en muchos países. 

  Contraria a esta, hubo otra declaración impulsada por Pakistán, Malasia, Tailandia y otros países, que justificaba estas condenas. Cuando fue leída no contó siquiera con un aplauso, todo lo contrario a la propuesta de derogatoria de la pena de muerte, que fue casi ovacionada.

Buen balance
  Creo que Uruguay salió fortalecido de este encuentro. No fuimos solamente a defender nuestra ley, sino como voceros de la necesidad de un debate franco, sin prejuicios y crítico sobre el actual modelo contra las drogas. También pudimos construir un amplio marco de alianzas con diversas instituciones y a diferentes niveles, que nos ubica dentro de un bloque alternativo respetable.

  En esta tarea ha servido mucho el informe de la OEA, El problema de las drogas en las Américas, en el cual participamos.  Esto quedó bastante claro en el evento paralelo convocado por la OEA, Guatemala, México, Colombia y Uruguay, que fue un éxito dentro de las sesiones.

  En 2016 tendrá lugar la Asamblea General de Naciones Unidas sobre Drogas (UNGASS) en Nueva York, que analizará el estado actual del plan de acción y la estrategia mundial sobre drogas.

  Es evidente que hay una puja muy fuerte sobre quién lo hace y cómo se construye la agenda para ese evento, que para muchos países es la gran oportunidad para romper con el pensamiento único en drogas y plantear un verdadero debate político abierto al respecto, que sea más que una pantomima que le dé la bendición a todo lo hecho hasta ahora.

*Representante permanente de Uruguay ante la Organización de Estados Americanos. 

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