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Hijos que maltratan a sus padres: cómo reconocerlos y qué hacer


Cada vez son más los chicos y chicas de cualquier condición social que ejercen este tipo de violencia.


·         Por MARÍA HUIDOBRO
 Las denuncias de padres agredidos por sus hijos han aumentado de manera extraordinaria: un 300 % en los 10 últimos años. La violencia filio-parental es el conjunto de conductas violentas reiteradas dirigidas hacia los progenitores o adultos que ocupan su lugar. Pueden ser físicas, psicológicas (verbales o no) o económicas. Esta violencia doméstica preocupa y se deben poner medios para hacerle frente. En las siguientes líneas analizamos el perfil de los hijos que ejercen este tipo de maltrato y el de los padres y las madres que lo sufren y explicamos qué hacer en estos casos.

Cómo reconocer al hijo tirano que maltrata a sus padres

Antes, la violencia filio-parental se asociaba con trastornos psiquiátricos graves, familias desestructuradas, maltratos infantiles, violencia de género o problemas con las drogas. Ahora también, pero, como explica Roberto Pereira, cada vez son más los chicos y chicas de cualquier clase social que ejercen este tipo de violencia porque se han acostumbrado a hacer lo que quieren en casa, donde se han convertido en los reyes, en los tiranos que han encontrado un vacío de poder, lo han ocupado y utilizan la violencia para mantenerse en él.
Vicente Garrido, criminólogo y profesor de la Universidad de Valencia, considera en su libro 'Los hijos tiranos. El síndrome del emperador' que la clave está en "la naturaleza de la personalidad de estos chicos, que son muy pobres en su capacidad de sentir emociones morales como el cariño o apego a los otros, la empatía, la compasión o el sentimiento de culpa. Desarrollan -prosigue- creencias que les hace verse por encima de las reglas y del derecho de los padres a corregirles".
Este perfil, sin embargo, no se mantiene más allá del hogar: inseguros y de autoestima baja, fuera son aparentemente normales, niños modelo y hasta sumisos. Muchas veces han sufrido acoso escolar, y maltratan por ello a los progenitores por no haberles sabido proteger, o han sido excesivamente protegidos y, al no saber enfrentarse a los problemas por inseguridad, les culpan de eso.

 Imagen- Ulrike Mai

Los progenitores maltratados, por su parte, son padres tardíos, con menos hijos o con uno muy deseado. Por lo general, son sus madres. Tienen miedo a perder su afecto si se muestran severos o duros, al ponerles límites o al negarles cosas. Sobreprotectores, inseguros y sin saber ponerse de acuerdo en la educación de su hijo, se avergüenzan de tener que confesar que su niño les pega y no saben cómo afrontar esa situación.

 No esperar para actuar

Saber decir "no" puede ayudar a prevenir esta violencia. No tolerar faltas de respeto es vital, como se recomienda en la 'Guía básica de actuación en situaciones de Violencia Filio-Parental' de Euskarri (Centro de Intervención en Violencia Filio-Parental): ni un insulto ni un empujón. Si con frecuencia, no de manera aislada o puntual, tu hijo te descalifica, quita dinero sin permiso o te agrede, estás sufriendo violencia filio-parental; también si sientes miedo a molestarle y evitas hacerlo. No es normal, propio de la edad ni de la adolescencia. No eres culpable. Estás dentro de un problema que tiene solución (el 80 % de los chicos se reintegran) y que hay que resolverlo cuanto antes, pues puede ir a más. Pero no puedes hacerlo tú solo con tu hijo.
Los expertos consultados recomiendan hablar con alguien de confianza y contactar con los servicios sanitarios o sociales para pedir orientación y buscar apoyo: asociaciones sin ánimo de lucro; gobiernos, bienestar social... Deberá ir toda la familia, pues el problema es familiar. Y si la conducta agresiva puede poner en riesgo tu integridad o la del resto de la familia, habrá que contactar con la policía y poner una denuncia. Y aunque resulte difícil, en caso extremo, puedes pedir que tu hijo abandone la casa y que pase a formar parte de algún programa de acogida.
Las medidas judiciales (condenas) que los jueces interponen a los menores vienen en su ayuda. Son programas de intervención educativa y de ocio saludable individualizado, a menudo relacionados con el estudio, el deporte o la prestación de servicios en beneficio de la comunidad, como colaborar con entidades de ayudas a víctimas de violencia doméstica o participar en talleres sobre habilidades de competencia social, de comunicación o de desarrollo de la empatía.

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