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El mito de la hamaca para dormir a pierna suelta


Colgarla en la habitación suena tentador, pero mejor lee este artículo antes de deshacerte de tu cama
 Imagen: Pexels
 ·                     Por EVA SAN MARTÍN
Cerremos los ojos y pensemos en el verano, sesteando bajo un árbol en una hamaca que se mece. Esta imagen idílica podría esconder (en parte) el secreto de un sueño reparador. Es lo que sugieren dos investigaciones recientes, que relacionan el balanceo con un mejor descanso, más profundo, y con beneficios para la memoria. Pero esto del movimiento tiene truco. Por eso, conviene saber lo que dicen los expertos antes de olvidarnos de la cama para colgar una hamaca en la habitación.
Dormir a pierna suelta constituye un placer muy necesario. Entre otros beneficios, el sueño ayuda a "limpiar" el cerebro de toxinas y tiene más ventajas relacionadas con el aprendizaje y la salud. Pero no siempre disfrutamos del goce de un sueño reparador. Según la Sociedad de Neurología, millones de personas padecen insomnio y tres de cada diez aseguran no descansar bien.
Cualquiera que haya ayudado a dormir a un bebé o disfrutado del gusto de dormitar en una hamaca en movimiento sospechará que el balanceo constituye un movimiento favorecedor del sueño. Una creencia que han confirmado dos estudios recientes publicados en la revista científica Current Biology (este y este otro), pues concluyen que un leve balanceo puede ayudarnos a dormir mejor, ya que nos hace reunirnos antes con Morfeo y favorece el sueño profundo.

Sueño y equilibrio

El secreto, explica el doctor Víctor Soto, coordinador del grupo de pediatría de la Sociedad Española del Sueño (SES), está en aplicar un estímulo repetitivo. "Las oscilaciones externas que acompañan el mecer sincronizan a través del sistema vestibular -localizado en el interior del oído y relacionado con el equilibrio- con unos ritmos eléctricos cerebrales que solo aparecen durante el sueño", comenta. Y estos impulsos, dice el médico, favorecen un descanso más intenso.
Resulta que el mismo sistema que nos permite mantener el equilibrio -y hace posible, por ejemplo, poder caminar erguidos o quedarnos en una sola pierna- está vinculado al proceso del descanso y la calidad del sueño, algo que investigaciones anteriores ya habían intuido.
Imagen: pexels
Además, otros estudios han demostrado que la música, sobre todo la que está en cerca de las 70 pulsaciones, como el ritmo de nuestro corazón, contribuyen a dormir más rápido y mejor. "Yo creo que el balanceo, igual que estos ritmos, nos ayudan a relajarnos, lo que facilita un sueño profundo y continuado", recuerda Cristina Zunzunegui, doctora especialista en medicina del sueño y creadora del proyecto Somnisa contra el insomnio.

El balanceo durante el sueño mejora la memoria

El sueño de calidad incide en otros sistemas del cuerpo, como el cerebro. Durante el descanso, este órgano guarda los recuerdos y aprendizajes importantes y borra los irrelevantes. En este proceso intervienen unas células llamadas oligodendrocitos, esenciales para que la mente funcione bien. Y resulta que el balanceo también es clave para fijar los recuerdos y mejorar la memoria.

Balanceo y sueño de los bebés

Otra pregunta que cabe hacerse es qué relación tiene el balanceo durante el sueño de un adulto con el gesto de mecer a un bebé, un movimiento que persigue el propósito de favorecer el descanso del niño. Para la doctora, los dos están asociados a la etapa embrionaria, en el vientre de nuestra madre, y transmiten tranquilidad, una sensación tan importante para el sueño. "En el vientre de nuestra madre sentimos el movimiento de su caminar y oímos el latido de su corazón; dos factores que nos hacen sentir seguros, relajan y ayudan a dormir más rápido y mejor", señala. Y no solo cuando somos bebés, sino también en la edad adulta.
Soto apunta que para que el movimiento sea calmante y ayude a dormir, este tiene que ser siempre igual. De modo contrario, "puede incluso dificultar la conciliación del sueño". Por eso, aclara, el "acunamiento" de los padres a sus hijos parece ser beneficioso como método de tranquilizar y mostrar cariño, más que por el propio movimiento. Y también puntualiza que "los niños son autónomos para dormir, es decir que no necesitan que estén sus padres presentes al acostarse". En otras palabras: no necesitan que los mezamos para dormir.
Imagen: Unsplash
Entonces, ¿mejor en la hamaca o en la cama?
Los investigadores hablan de un posible efecto de una cama-hamaca que se balancea a un ritmo concreto durante toda la noche y siempre a la misma velocidad. Es decir, si tuviéramos una cama especial que nos proporcionara un movimiento constante, suave y periódico (siempre igual), este lecho ayudaría a descansar mejor. Pero no es el caso de una hamaca normal: aunque es muy relajante, no siempre se mueve a la misma velocidad, por lo que sus supuestos efectos sobre la calidad del sueño no están confirmados.
Por eso, sendos expertos matizan que no se puede afirmar que se duerme mejor en una hamaca que en una cama. "Me cuesta imaginarme cómo conseguir un balanceo continuo y constante toda la noche en una hamaca, por muy cómoda que sea", zanja Zunzunegui. ¿Conclusión? Como en la cama, en ningún sitio.

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