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Cuidarse depende de masticar, hacer ejercicio... y respirar


Los tóxicos del aire se cuelan en el cuerpo. E incluso puede que los estemos comiendo. Nuevos estudios así lo advierten
·         Por  EVA SAN MARTÍN
Imagen: Pexels 
Respirar hondo es un placer. Los expertos recuerdan que ayuda a liberar estrés e incluso relaja los músculos. Pero ¡ojo! Si vives en una ciudad, este gesto podría estar haciendo estragos en tu salud. El problema es que con cada inhalación introduces dióxido de nitrógeno y partículas sólidas en suspensión liberadas por los tubos de escape de los vehículos, las calefacciones y la industria. Esto sin contar con el ozono troposférico, un contaminante capaz de agravar el asma y causar problemas respiratorios severos. Apuntamos varias ideas para cuidar el aire del planeta, y así evitar perjudicar nuestra salud, además de otras para reducir otro tóxico muy preocupante para el medio ambiente y el cuerpo humano: el plástico.
La polución no es un problema exclusivo de urbanitas: quien viva en las afueras de una ciudad o en un núcleo rural tampoco está a salvo
Casi nueve millones de muertes prematuras en todo el mundo están relacionadas con la contaminación del aire, según un estudio publicado en la revista científica European Heart Journal. Más del doble de las estimadas hasta ahora por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que culpaba a la mala calidad del aire de algo más de cuatro millones de muertes prematuras.
Aunque resulta preocupante -ya que la mala calidad del aire aumenta el riesgo de sufrir diversos tipos de cáncer, así como enfermedades respiratorias y cardiovasculares-, el hallazgo no sorprende a los expertos. "Como aprendimos con el cigarrillo, solemos infravalorar el impacto de los tóxicos en nuestro cuerpo", señala el neumólogo Luis Seijo, de la Clínica Universidad de Navarra.

Y no solo en la ciudad

La polución es un problema que asociamos con la vida urbana, pero esta relación solo resulta cierta en parte. Los científicos saben que los contaminantes se mueven y evolucionan: alguien que viva en las afueras de una gran ciudad o en un núcleo rural tampoco está a salvo.
Seijo pone el ejemplo del ozono troposférico, un contaminante llamado secundario porque se crea a partir de reacciones químicas de otros contaminantes con los rayos de sol, lo que lo hace más peligroso cuando tenemos buen tiempo. Este tóxico, además, está relacionado con el agravamiento del asma y un mayor riesgo de sufrir una enfermedad respiratoria. "Aunque el contaminante se genere en la ciudad, altas concentraciones de ozono troposférico pueden aparecer en poblaciones alejadas, recuerda.
Eres lo que comes
Imagen: pexels
Hay otro contaminante que desvela a los expertos de la salud. Se trata del plástico, un material producido en cantidades ingentes en el planeta: 335 millones de toneladas cada año, de las cuales cerca de 8 millones acaban en el océano. Sus micropartículas forman islas flotantes en sus aguas que, literalmente, ahogan a los animales marinos. Pero es que estos plásticos podrían estar también pasando a los humanos, como comprobó un estudio reciente realizado en Reino Unido, Italia, Rusia y Japón, que encontró restos de plásticos prácticamente en todas las heces analizadas.
Si somos lo que comemos, lo que comemos también revela lo que somos. No debería sorprendernos el hecho de que las personas también estemos comiendo plástico. E incluso bebiéndolo con el agua del grifo. Aún desconocemos los efectos sobre la salud en humanos, pero su impacto preocupa. "Aunque los plásticos no tengan un impacto directo sobre el sistema respiratorio -al menos, que sepamos- no es descabellado asumir que tienen efecto en el sistema gastrointestinal", apunta el doctor. Un riesgo que aumentaría si el intestino fuera capaz de absorber los microplásticos algo que aún investigan los científicos.
Imagen- Pexels

Ponerte una mascarilla no vale para arreglar el problema

Hay muchas cosas que puedes hacer para aportar tu grano de arena y no ensuciar tanto el planeta.
·         Empieza a reducir el uso del coche y pedalea, si puedes, para llegar al trabajo.
·         Olvídate de fumar: el vicio del cigarrillo no solo es nefasto para tu salud, sino que también contamina el aire que respiramos.
·         Revisa la caldera: puedes evitar que kilos de tóxicos terminen en la atmósfera. "Asegurarnos de que la presión de las ruedas del coche es la adecuada reduce un 4 % el consumo de combustible, por lo que ahorra muchos contaminantes", dice Seijo.
Es comprensible, además, que queramos protegernos. Si tienes intención de hacer ejercicio al aire libre, no salgas los días con un protocolo por contaminación activado, una medida con la que las instituciones restringen el tráfico además de advertir de los altos niveles de polución. También hay que evitar correr cerca de carreteras con mucho tránsito, "y mejor escoger días en los que llueve y hace viento", comenta el neumólogo. El motivo es que estas perturbaciones meteorológicas dispersan los tóxicos y reducen su concentración. Todo lo contrario de lo que ocurre los días soleados, sobre todo, cuando se suceden durante un periodo largo. En resumen: los días de riesgo, mejor haz tus abdominales en casa o cambia el running por la cinta de correr del gimnasio, donde el aire está más limpio.
Por último, un mito que debemos desterrar: llevar una mascarilla protege de la polución. Estos artefactos resultan cada vez más visibles en la ciudad, y no solo sobre la boca de ciudadanos orientales. Pero resultan poco eficaces, además de que implican un gasto de dinero. "Las mascarillas normales no sirven para capturar las partículas tóxicas pequeñas, de entre dos y cinco micras, por lo que seguirán entrando en nuestro sistema respiratorio", advierte el neumólogo. Para que sirvan, tienen que llevar un filtro especial, lo que las encarece. Y además, hay que cambiarlo cada cierto tiempo, porque de otro modo quedaría inservible.

Esto sí te ayuda a no comer plástico

Cómo gestionar los riesgos de los videojuegos y las videoconsolas online

Es importante conocer los videojuegos y las videoconsolas con conexión a Internet que utilizan nuestros hijos para poder elegir lo más adecuado, así como prevenir los riesgos

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Las videoconsolas y los videojuegos generan tanto interés que más del 60 % de los menores de entre 6 y 14 años son usuarios de videojuegos. Sus prestaciones han ido aumentando con el fin de hacer la experiencia cada vez más atractiva, hasta llegar a incorporar, entre otras características, gráficos más realistas, juegos colaborativos o conexión a Internet. ¿Supone esto un riesgo para los menores? A continuación veremos para qué se conectan las videoconsolas a la Red, qué peligros tiene esto para nuestros hijos y qué podemos hacer como padres, además de elegir con ellos los videojuegos.

¿Para qué se conecta la videoconsola a Internet?

La conexión a Internet permite que la videoconsola pueda actualizarse, descargar juegos y demos, comprar extras y ampliaciones de los juegos e incluso alquilar películas o realizar búsquedas en línea. También posibilita al jugador nuevas opciones de juego, como partidas online con otros usuarios, tomar parte en competiciones y conversar con otras personas que también están jugando.
Aunque no es imprescindible conectarse a la Red para poder jugar, en muchos casos utilizar el modo sin conexión disminuye las posibilidades de juego. Por tanto, la preferencia entre los menores es el juego online, no solo por entretenimiento, sino también por presión social y comercial.

La importancia de elegir juntos los videojuegos

Los videojuegos y la diversión en Internet no están reñidos con la seguridad. En muchas ocasiones, nos dejamos llevar únicamente por las preferencias del menor, ya que es complicado aconsejar sobre los juegos cuando no se conoce nada sobre ellos. Por eso, es recomendable que nos interesemos por esta modalidad de ocio de nuestros hijos. Y lo podemos hacer compartiendo esta actividad con ellos; así podremos ver los riesgos que pueden correr, los contenidos a los que acceden, sus actitudes, sus gustos, etc.
Existen videojuegos de diversas temáticas (acción, estrategia, deportes, etc.) pensados para distintas edades, por eso como padres es necesario conocer si el contenido es adecuado para su edad o madurez.
En este sentido, puede resultar de gran ayuda apoyarse en el catálogo PEGI. Esta clasificación europea aparece en las carátulas de los videojuegos, así como en la información a la hora de descargar o comprar una aplicación en mercados como Google Play. Mediante una serie de símbolos PEGI, se informa al consumidor sobre su contenido y la edad para la cual está pensada, por lo que resulta más fácil saber si un contenido puede ser o no apropiado para nuestros hijos.
Imagen- IS4K 
También existe el sello PEGI Online que se concede a las plataformas de juegos en Internet que cumplen con los requisitos establecidos en el código de seguridad en línea de PEGI, acreditando que el sitio web está libre de contenidos ilegales y adopta medidas de protección para la privacidad de los menores. Estas plataformas se comprometen también a incorporar mecanismos de bloqueo y denuncia en sus páginas web.
Además de PEGI, hay otros sistemas de clasificación de contenidos, como el que se emplea en el mercado de aplicaciones App Store.

¿Qué riesgos existen?

Como cualquier dispositivo con conectividad a Internet, las videoconsolas pueden suponer un riesgo cuando no se aplican medidas de prevención y no se usan con responsabilidad. Lo mismo ocurre con los videojuegos. Y hay incluso quien les atribuye varios beneficios cuando se utilizan de manera segura y responsable, como por ejemplo: mayor capacidad de atención, mayor habilidad para interpretar mapas, más rapidez en la toma de decisiones, estimulación cognitiva ante enfermedades neurodegenerativas, etc. Sin embargo, un uso inadecuado conlleva riesgos asociados:

DOMICILIOS...


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