Benjamín Netanyahu© REUTERS/ Baz Ratner |
La jornada de ayer vio como la aviación y la artillería bombardeaban más de 150 objetivos, que sumados a los del martes superan los 600 ataques, habiendo descargado más de 400 toneladas de explosivos en solo 36 horas.
Numerosos de estos ataques se dirigieron contra viviendas de milicianos de Hamas o de otras milicias palestinas, aunque ellos no se encontraran allí. Más de 50 casas familiares de milicianos han sido destruidas en 36 horas.
El procedimiento que usa habitualmente el ejército consiste en llamar por teléfono a la casa que se dispone a destruir, o disparar contra ella como advertencia, para proceder después a su destrucción. Se supone que tras el aviso los vecinos abandonan la vivienda en cuestión y las casas cercanas, aunque esto no siempre ocurre y es corriente que haya civiles muertos o heridos.
El número de palestinos muertos desde el lunes por la noche se eleva a 51, de los que una holgada mayoría son civiles. Además hay más de 230 palestinos heridos según fuentes hospitalarias, casi todos civiles. El presidente palestino Mahmud Abás habló ayer de “genocidio” y volvió a apelar a la comunidad internacional.
Las milicias, con Hamás a la cabeza, dispararon más de 125 cohetes de los que varias decenas fueron interceptadas por el sistema antimisiles Cúpula de Hierro. Algunos de ellos cayeron a gran distancia de Gaza, como uno que impactó en Hadera, que está a unos cien kilómetros del enclave. Otros siete cayeron por primera vez en el área de Dimona, en el desierto del Néguev, donde hay un reactor nuclear.