China protesta por visita de Nancy Pelosi a Taiwán y ha convocado al embajador de E.E.U.U. en Pekín.

El Ministerio de Exteriores de China ha convocado "urgentemente" al embajador estadounidense en Pekín, Nicholas Burns, tras la llegada de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán este martes. Según el viceministro de Exteriores chino, Xie Feng, Estados Unidos y Pelosi han "jugado con fuego" al viajar a Taiwán sin el consentimiento de las autoridades Chinas. Como respuesta China ha lanzado 21 incursiones aéreas en Taiwán por visita de Nancy Pelosi.

Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China emitió este martes una declaración sobre la visita de la Presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi a la región Taiwan de China. El siguiente es el texto íntegro de la declaración:
El 2 de agosto, ignorando la fuerte oposición y las serias gestiones de China, la Presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó la región Taiwan de China. Esto es una seria violación al principio de una sola China y las estipulaciones de los tres Comunicados Conjuntos entre China y EE.UU. Ha impactado severamente la base política de las relaciones sino-estadounidenses, infringido gravemente la soberanía y la integridad territorial de China, socavado seriamente la paz y la estabilidad del Estrecho de Taiwan, y enviado una señal muy equivocada a las fuerzas secesionistas por la "independencia de Taiwan". A todo ello, China se opone resueltamente y condena categóricamente, y ha hecho serias gestiones y fuertes protestas ante EE.UU.

En el mundo existe una sola China, Taiwan forma parte inalienable del territorio chino, y el Gobierno de la República Popular China es el único Gobierno legítimo que representa a toda China. Esto ha sido claramente reconocido por la Resolución 2758 de 1971 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. A partir de la fundación de la República Popular China en 1949, 181 países han establecido relaciones diplomáticas con China sobre la base del principio de una sola China. Este principio es un consenso universal de la comunidad internacional y una norma básica en las relaciones internacionales.

En 1979, EE.UU. hizo un claro compromiso en el Comunicado Conjunto entre China y EE.UU. sobre el Establecimiento de Relaciones Diplomáticas: "Los Estados Unidos de América reconocen al Gobierno de la República Popular China como el único Gobierno legítimo de China. Dentro de este contexto, el pueblo de los Estados Unidos de América mantendrá relaciones culturales, comerciales y otras relaciones no oficiales con el pueblo de Taiwan". Como parte del Gobierno de EE.UU., el Congreso de EE.UU. está inherentemente obligado a acatar estrictamente la política de una sola China del Gobierno de EE.UU., y abstenerse de tener cualquier intercambio oficial con la región Taiwan de China. China siempre se opone a la visita de los congresistas estadounidenses a la región Taiwan de China, y las autoridades ejecutivas de EE.UU. tienen la responsabilidad de impedir tal visita. Dado que la Presidenta Nancy Pelosi es la actual líder del Congreso de EE.UU., su visita a y actividades en Taiwan, en cualquier forma o por cualquier razón, constituyen una grave provocación política por elevar los intercambios oficiales de EE.UU. con Taiwan. China no lo acepta en absoluto, y el pueblo chino no lo permite en absoluto.

La cuestión de Taiwan es lo más importante, más esencial y más sensible de las relaciones entre China y EE.UU.. En la actualidad, el Estrecho de Taiwan está enfrentando una nueva ronda de tensiones y severos desafíos, que se debe, en lo fundamental, a las repetidas conductas de las autoridades taiwanesas y EE.UU. por cambiar el status quo. Las autoridades taiwanesas vienen pretendiendo procurar la independencia valiéndose de EE.UU., rehúsan reconocer el Consenso de 1992, hacen todo lo posible para llevar adelante la "desinización" y promueven la "independencia gradual". Por su parte, EE.UU. intenta utilizar a Taiwan para contener a China, no deja de distorsionar, oscurecer y vaciar el principio de una sola China, intensifica sus contactos oficiales con Taiwan, y envalentona las actividades secesionistas en pos de la "independencia de Taiwan". Estas conductas, como jugando con el fuego, son extremadamente peligrosas. Quienes jueguen con el fuego, perecerán por éste.

La posición del Gobierno y el pueblo chinos sobre la cuestión de Taiwan es consecuente. Defender resueltamente la soberanía nacional y la integridad territorial es la firme voluntad de los más de 1.400 millones de chinos, y hacer realidad la reunificación completa de la patria constituye la aspiración común y la responsabilidad sagrada de todas las hijas e hijos de la nación china. La voluntad del pueblo no puede ser desafiada, y la tendencia de los tiempos no puede ser revertida. Ningún país, ninguna fuerza y ningún individuo debería desestimar la firme determinación, la fuerte voluntad y la gran capacidad del Gobierno y el pueblo chinos de salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial y materializar la reunificación del país y la revitalización de la nación. En cuanto a la visita de la Presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU. a la región Taiwan de China, China tomará, sin duda alguna, todas las medidas necesarias para defender resueltamente su soberanía nacional e integridad territorial. Todas las consecuencias derivadas de esto han de ser soportadas por EE.UU. y las fuerzas secesionistas por la "independencia de Taiwan".

China y EE.UU. son dos grandes países. La forma correcta de tratarse entre sí sólo puede ser el respeto mutuo, la convivencia pacífica, la no-confrontación y la cooperación de ganancias compartidas. La cuestión de Taiwan es puramente un asunto interno de China, por lo que ningún otro país tiene el derecho a actuar como juez en esta cuestión. China insta seriamente a EE.UU. a dejar de jugar la "carta de Taiwan" y usar a Taiwan para contener a China. EE.UU. debe dejar de entrometerse en Taiwan e intervenir en los asuntos internos de China. Debe dejar de apoyar y confabularse con las fuerzas secesionistas por la "independencia de Taiwan" en cualquier forma. Debe dejar sus actos de decir una cosa pero hacer lo contrario en la cuestión de Taiwan. Debe dejar de distorsionar, oscurecer y vaciar el principio de una sola China. Debe tomar acciones creíbles para acatar estrictamente el principio de una sola China y las estipulaciones de los tres Comunicados Conjuntos entre China y EE.UU., implementar efectivamente el compromiso de "cinco-noes" hecho por el líder estadounidense (a saber, no buscar una "nueva Guerra Fría" con China; no pretender cambiar el sistema de China; la revitalización de sus alianzas no es contra China; no apoyar la "independencia de Taiwan"; no buscar un conflicto con China), y no ir más lejos por el camino equivocado y peligroso.

Colombia y su papel internacional, un reto para el gobierno de Petro

Cuando el próximo 7 de agosto el presidente electo Gustavo Petro asuma su cargo, lo secundarán no solamente muchas expectativas y esperanzas, sino una amplia gama de problemas en el interior del país: la difícil situación de la paz, la reconciliación del país consigo mismo, unas arcas públicas bastante raquíticas y un país convulsionado después de la campaña electoral.
Gustavo Petro, presidente electo de Colombia
La aspiración del futuro presidente de conformar un Acuerdo Nacional ha sido una primera señal de cambios hacia adentro, y su reunión con representantes del gobierno de EE. UU., un anticipo de la política exterior que pretende impulsar. El nombramiento de Álvaro Leyva Durán como ministro de Relaciones Exteriores, y como el primer ministro designado por el futuro presidente, es un anuncio que apacigua tanto al país como a sus relaciones internacionales. Leyva, con una amplia trayectoria como mediador de paz, jugará un destacado papel, fungiendo como bisagra entre la agenda interna y los retos externos que tendrá que conciliar en un nuevo diseño de la política exterior del país.

Una agenda externa nada fácil

Sin embargo, esta tarea va implicar un gran esfuerzo para dar a Colombia un perfil internacional, con un arraigo en la región y de acuerdo a los retos internos. Por un lado, Colombia es un país con fronteras múltiples, y, por lo tanto, identidades variadas. Es al mismo tiempo amazónico, andino, caribeño, insular y del Pacífico, lo cual demanda una política exterior multidimensional. Además, la política exterior tiene que asumir la complicada situación interna de una paz incompleta, altos niveles de migración venezolana, una diáspora muy amplia dispersa por el mundo y unas relaciones altamente complicadas hacia sus vecinos inmediatos.

Por el otro lado, se encuentra la nueva agenda internacional que desea implementar el gobierno de Petro: una gestión orientada hacia la lucha contra el cambio climático, para salvaguardar la biodiversidad en el país, una nueva política en materia de drogas y la salida del modelo extraccionista imperante en Colombia. Además, se pretenden renegociar y actualizar los Tratados de Libre Comercio existentes para adecuarlos a las nuevas prioridades del gobierno y aumentar así también el comercio exterior del país.

Günther Maihold
Prerrequisitos para una nueva presencia internacional de Colombia

Para poder gestionar este complejo cuadro de retos y compromisos, el nuevo canciller va a tener como tarea fundamental la reubicación de la Cancillería en el andamiaje institucional de los ministerios del país. A pesar de que la canciller saliente, Marta Lucía Ramírez, fungió al mismo tiempo de vicepresidenta del país, no ha logrado reposicionar la cancillería como brazo eficaz en la gestión de los asuntos externos. Tanto desde la Presidencia como de parte de otros ministerios han sido intervenidas sus acciones con criterios ideológicos y personales, lo cual ha mermado la capacidad de interlocución y de impacto de su Ministerio. La distracción de su función en coordinar embajadores de selección y lealtades personales con el presidente saliente cuentan tanto entre estos impedimentos como la difícil coordinación entre las diferentes dependencias de gobierno con sus propios intereses de acción externa.

Pero más allá de los asuntos operativos de una Cancillería marginada en la toma de posicionamiento, pesa sobre el país la ausencia de una doctrina colombiana de política exterior. La presencia internacional del país ha sido parte de las convulsiones internas y, por lo tanto, objeto de un proceso cambiante pero continuo de ideologización, lo cual no permitió desarrollar elementos esenciales orientadores de su presencia internacional.

La sustitución de una articulación propia en materia de política internacional por una alianza central con EE. UU. durante el mandato de Álvaro Uribe ha llevado a que el país resalte como logro el estatus de aliado estratégico nacional no siendo miembro de la OTAN, el cual no deja ningún beneficio real a Colombia. Asimismo, Colombia va a quedar como uno de los pocos integrantes del proyecto ideológica de Prosur, del cual solamente el Brasil de Bolsonaro, Perú y Paraguay siguen activos.

Por otra parte, el Grupo de Lima se ha desmoronado, ante el poco impacto que logró viabilizar para solucionar la situación venezolana. Hace falta redefinir las bases de la presencia internacional de Colombia, más allá de las controversias internas y su proyección hacia afuera. Solamente con este tipo de políticas de Estado será posible reconducir la presencia internacional del país hacia un papel reconocible y estable, que ofrezca también a los vecinos y contrapartes de Colombia la seguridad de poder contar con un actor que sepa actuar con una línea de continuidad y estabilidad en su acción externa.

Finalmente, un país de mediana influencia en asuntos internacionales necesita desarrollar una política hacia el mundo fácil de identificar en su ejes centrales por parte de terceros. Es menester, por lo tanto, que logre definir prioridades, identificar socios centrales y evitar saltar de "flor en flor”, en un diseño de características muy coyunturales. Para asumir esta tarea, el proceso de paz y sus necesidades podrían ser un buen guión. Desde esa base se podrán identificar aquellos temas y acciones que se pretenden poner en el primer orden de prioridades, cooperar con un perfil claro, y potenciar así una política externa profesional y desideologizada. Este camino no será fácil, pero es indispensable para lograr establecer una política exterior de impacto internacional para Colombia.
Günther Maihold es vicedirector de la Fundación Ciencia y Política de Berlín (SWP) y columnista invitado de DW.

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