Ana García Álvarez, coordinadora de
formación, divulgación y asuntos de género en el Departamento de Gestión de
Conferencias.
ONU
/ Luis Fernández García
Ana García Álvarez, coordinadora de formación, divulgación
y asuntos de género en el Departamento de Gestión de Conferencias
ONU / Luis Fernández
García.-
Ciudadanos y ciudadanas, niños y niñas, trabajadores y trabajadoras… La
duplicidad, una de las múltiples estrategias con las que cuenta el lenguaje
inclusivo, ha sido tomada muchas veces como base para criticarlo con un rotundo
“así no hay quien hable” y evitar de esta forma entrar en el fondo del asunto:
la reclamación de las mujeres de que el uso del lenguaje les discrimina en
muchas ocasiones.
En
vísperas del Día Internacional de la Mujer, en Noticias ONU hemos
querido conversar sobre este asunto con Ana García Álvarez, coordinadora
de formación, divulgación y asuntos de género del Departamento de Gestión de
Conferencias de las Naciones Unidas, quien ha participado en la creación de
unas recomendaciones sobre el empleo del lenguaje
inclusivo para
los empleados de la Organización.
Antes que nada, ¿qué es el lenguaje inclusivo?
Cuando
hablamos de lenguaje inclusivo en cuanto al género, de lo que hablamos es de
utilizar la lengua, ya sea bien en el oral o el escrito, de una manera
que no discrimine
ningún sexo, género o identidad de género. Entonces, de lo que
hablamos es de utilizar el lenguaje de manera que no se perpetúen los
estereotipos relacionados con el género; género entendido como constructo
social que atribuye una serie de características a alguien por haber nacido
como hombre o como mujer.
Existe la convención de que en el idioma español el
género masculino engloba al femenino. ¿Esto es así? ¿Cómo funciona el
género en español?
Habrá situaciones comunicativas en
las que sea más recomendable hacer más explícito también el género femenino de
los componentes de un grupo, no solo el masculino.
El
género en español es interesante porque suele haber una confusión entre lo que es el género
gramatical y el género sociocultural. En español hay un género
gramatical, una categoría que se aplica a las palabras y tenemos masculino y
femenino. Esto se puede manifestar con diferentes terminaciones, como la “o”,
que representa tradicionalmente el masculino, y la “a”, que representa al femenino,
pero también se puede manifestar como una oposición de palabras, por ejemplo,
padre madre, o también existen lo que llamamos sustantivos epicenos que se
aplican a ambos sexos, tanto al hombre o a la mujer, como por ejemplo las
palabras víctima o persona.
Es
cierto, que el lenguaje utiliza las terminaciones de masculino o el género de
masculino para englobar tanto a hombres como a mujeres. Esto es el uso del
lenguaje, pero en nuestras guías de lenguaje inclusivo señalamos que habrá
situaciones comunicativas en las que sea más recomendable hacer más explícito
también el género femenino de los componentes de un grupo, no solo el
masculino.
Muchas personas critican el lenguaje inclusivo como
algo que es confuso o ininteligible por la repetición en muchas ocasiones de
palabras como en el caso de ciudadanos y ciudadanas, niños y
niñas... ¿Está usted de acuerdo? ¿Puede darnos ejemplos del lenguaje
inclusivo?
En
las recomendaciones teníamos esta cuestión muy presente y queríamos un
poco desmitificar
este entendimiento de lo que es el lenguaje inclusivo.
Entonces, lo que hemos hecho es dar una serie de recomendaciones y estrategias
para utilizar el lenguaje de una forma que no perpetúe los estereotipos de
género y que sea más inclusiva, y las hemos agrupado en varias categorías,
porque lo que nos interesa es la comunicación. Es decir, cómo usamos el
lenguaje según la audiencia, el tipo del contexto de la comunicación, el tipo
de texto o la comunicación oral.
La
primera serie de recomendaciones que utilizamos en nuestra web es
justamente evitar
tratamientos discriminatorios. Y esto por ejemplo es muy fácil.
Me gusta mucho comentar un ejemplo que se produce a la hora de componer paneles
de expertos en las Conferencias. Es lo que llamamos el tratamiento simétrico.
Es decir, hay un fenómeno de la comunicación en el que vemos que es bastante común referirse al
hombre por su título profesional y a las mujeres por su nombre de pila.
Y lo que decimos en nuestras recomendaciones es que a la hora de presentar a
ponentes en una charla tratémoslos de manera simétrica y no discriminatoria en
cuanto al género. Esta es una estrategia del lenguaje inclusivo y no es
farragosa, no complica la comunicación…
Del
mismo modo, entendemos que siempre utilizar lo que llamamos la duplicación,
sustantivos en masculino y femenino, cuando nos referimos a un grupo, puede
complicar mucho la lectura o la conversación, pero también se puede utilizar
estratégicamente para reconocer y dar
visibilidad a las mujeres que están presentes en un grupo sin complicar la
comunicación.
¿Cuáles son las principales directrices de estas
recomendaciones?