Situada a unos 7.500 años luz de distancia, en la constelación de Carina, se encuentra una nebulosa en la que las estrellas nacen y mueren revueltas. Estos impresionantes eventos han dado forma a la dinámica nebulosa Carina, una nube en constante evolución formada por gas interestelar y polvo apenas dispersos.
Las estrellas masivas que hay en el interior de
esta burbuja cósmica emiten una intensa radiación que hace que el gas
circundante brille. Por el contrario, otras regiones de la nebulosa contienen
pilares oscuros de polvo que ocultan a las estrellas recién nacidas. En la
nebulosa Carina hay una batalla salvaje entre estrellas y polvo, y las
estrellas nacientes están ganando, ya que producen radiación de alta energía y
vientos estelares que evaporan y dispersan los polvorientos viveros
estelares en los cuales se han formado.
Con una extensión de unos 300 años luz, la
nebulosa Carina es una de las regiones de formación estelar más grandes de la
Vía Láctea y es fácilmente visible a simple vista con cielos oscuros.
Desafortunadamente para quienes viven en el hemisferio norte, se encuentra a 60
grados por debajo del ecuador celeste, así que solo es visible desde el
hemisferio sur.
Una visión más amplia de la nebulosa Carina
Dentro de esta intrigante nebulosa, la
estrella Eta Carinae ocupa
con orgullo el puesto de sistema estelar más peculiar. Este gigante estelar
(una curiosa forma de estrella binaria) es el sistema estelar más energético en
esta región y fue uno de los objetos más brillantes en el cielo en la década de
1830. Desde entonces, se ha ido desvaneciendo considerablemente y está llegando
al final de su vida, pero sigue siendo uno de los sistemas estelares más
masivos y luminosos de la Vía Láctea.
En la imagen, vemos que Eta Carinae forma parte
del brillante parche de luz que hay justo encima del punto que hay sobre la
"V" que forman las nubes de polvo. Justo a la derecha de Eta Carinae
está la nebulosa
Keyhole (nebulosa del ojo de la cerradura), una
pequeña nube densa de moléculas frías y gas dentro de la nebulosa Carina que
alberga varias estrellas masivas, y cuya apariencia también ha cambiado
drásticamente durante los últimos siglos.
La nebulosa Carina fue descubierta desde el
cabo de Buena Esperanza por Nicolas
Louis de Lacaille en la década de 1750 y, desde entonces,
se han obtenido numerosas imágenes de este objeto. Pero VISTA (Visible
and Infrared Survey Telescope for Astronomy) añade una detallada visión sin
precedentes de un área grande: su visión infrarroja es ideal para revelar las
aglomeraciones de estrellas jóvenes ocultas dentro del material polvoriento que
serpentea a través de la nebulosa Carina. En 2014, VISTA fue utilizado para
localizar 5
millones de fuentes individuales de
luz infrarroja dentro de esta nebulosa, revelando la gran magnitud de este
criadero estelar. VISTA es el telescopio infrarrojo más grande del mundo
dedicado a hacer rastreos y su gran
espejo, su amplio campo de visión y sus detectores,
extremadamente sensibles, permiten a los astrónomos [1] desvelar una visión completamente nueva
del cielo meridional.