La gota que derramó el vaso
El desarrollo económico de ambos países ha contribuido a la formación de brechas sociales, producto de una distribución desigual de la riqueza. "Chile y Colombia son sistemas fiscales que redistribuyen poco. No tiene que ver con los gobiernos. Es una característica estructural de esos dos países", comenta Luis Felipe López-Calva, director del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en América Latina y El Caribe, en entrevista con BBC Mundo. Así pues, la conmoción social fue el punto álgido de un malestar social acumulado durante décadas. En palabras de Guillermo Pacheco Habert, investigador del Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales (CEAM) de la Universidad Austral de Chile, se trata de un "descontento frente a gobiernos que no están escuchando a la ciudadanía, que no tienen mecanismos de participación concretos y que no están enfocados en beneficiar al grueso de la población”.
El cemento que los une y les da legitimidad
A lo largo de las jornadas de protesta, diversos movimientos políticos y sectores de la sociedad se manifestaron en rechazo al accionar de sus gobiernos. "En el estallido chileno confluyen muchos descontentos, una gran diversidad de visiones y orígenes sociales en torno a la desigualdad que fomenta el modelo económico del país”, comenta Pacheco. En ambos países, la reacción desmedida de la fuerza pública sirvió para acentuar la indignación y generar empatía con los manifestantes. Las demandas de "feministas, indígenas mapuches de Chile, la Minga indígena de Colombia, afrodescendientes, centrales obreras y grupos estudiantiles no tenían algo que las uniera. Hasta que empezaron a llegar las imágenes de lo que en Chile hacían los Carabineros y en Colombia el ESMAD”, comenta Guzmán. "En ambos casos, la respuesta policial es como el cemento que une a los distintos grupos, de allí surgió un movimiento unido con una legitimidad contundente”, concluye.
En el marco de los enfrentamientos entre la fuerza pública (Carabineros o ESMAD) y los manifestantes, ambos países registraron numerosas violaciones de derechos humanos. Escenas de violencia sexual, uso de armas de fuego, tortura, ataques en contra de veedores de Derechos Humanos, homicidio y bloqueo de vías captadas por testigos presenciales, han servido para denunciar el accionar de unos y otros. A pesar de los elementos comunes, los factores estructurales de cada país dieron forma a las oleadas de violencia. "En Chile el problema es con el Estado y las grandes corporaciones, no ocurre como en Colombia, donde en algunas regiones redes de narcotráfico le disputan ciertos roles al Estado”, apunta Pacheco. La "Primera Línea” [el nombre dado a las personas que, vistiendo máscaras y sosteniendo elementos domésticos a modo de escudos han participado de las protestas en ambos países. N de la R.] fue declarada objetivo militar por parte del grupo criminal colombiano autodenominado "la Oficina de Envigado”. Así mismo, el grupo paramilitar Águilas Negras también ha amenazado a quienes se han declarado a favor del Paro en redes sociales.
Salida Digna
A diferencia de Chile, en Colombia no ha sido posible encontrar un punto de consenso entre las partes. Mientras que el gobierno toma decisiones unilaterales a modo de paliativo, por ejemplo, nuevos programas de subsidios para los jóvenes, los manifestantes tienen exigencias inviables, como la de desmantelar el ESMAD, argumenta Guzmán. "Ninguno parece tener la intención de ceder, no se están dando la posibilidad de una salida digna”, agrega. "No basta con que cese el bloqueo de las vías y la violencia policial, para una negociación hará falta que el gobierno deje de culpar a Venezuela o Rusia por las protestas y reconozca como legítimos los reclamos de los manifestantes”, concluye Guzmán.
La mezcla de factores que dio inicio a las protestas masivas vividas en Chile y Colombia es un primer punto de confluencia entre los dos casos. Un aumento en el costo de vida de buena parte de la población fue la chispa que encendió la conmoción social. Mientras que un alza en el precio del transporte público llevó a los estudiantes chilenos a manifestarse, las centrales obreras, estudiantes y sindicatos colombianos reaccionaron a un proyecto de reforma tributaria. Para Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis, a pesar de las semejanzas en su origen, el curso de las protestas se desarrolló de forma diferente en cada uno de esos dos países. "En Chile, diversos grupos fueron sumándose poco a poco a las manifestaciones de los estudiantes, en cambio, el Paro de 2021 en Colombia es el más reciente episodio en una serie de protestas que vienen ocurriendo desde hace dos años y que estaban a punto de estallar”.
El estallido social en Chile: manifestantes ondean una bandera mapuche junto a una estatua en la Plaza Baquedano, de Santiago de Chile. (3.10.2020). |
Protestas en Bogotá. (4.05.2021). |
A lo largo de las jornadas de protesta, diversos movimientos políticos y sectores de la sociedad se manifestaron en rechazo al accionar de sus gobiernos. "En el estallido chileno confluyen muchos descontentos, una gran diversidad de visiones y orígenes sociales en torno a la desigualdad que fomenta el modelo económico del país”, comenta Pacheco. En ambos países, la reacción desmedida de la fuerza pública sirvió para acentuar la indignación y generar empatía con los manifestantes. Las demandas de "feministas, indígenas mapuches de Chile, la Minga indígena de Colombia, afrodescendientes, centrales obreras y grupos estudiantiles no tenían algo que las uniera. Hasta que empezaron a llegar las imágenes de lo que en Chile hacían los Carabineros y en Colombia el ESMAD”, comenta Guzmán. "En ambos casos, la respuesta policial es como el cemento que une a los distintos grupos, de allí surgió un movimiento unido con una legitimidad contundente”, concluye.
La pandemia de COVID-19 contribuyó a mermar las protestas en Chile. En Colombia, por el contrario, intensificó la crisis al aumentar la tasa de desempleo. |
He sido amenazada, nos quieren silenciar, paralizarnos con el terror. No resisten ideas democráticas, propuestas de cambio, que pensemos distinto. Este es mi país y seguiremos trabajando porque sea más justo. pic.twitter.com/av2UQO2mvt
— Carolina Corcho (@CarolinaCorcho) June 4, 2021
A diferencia de Chile, en Colombia no ha sido posible encontrar un punto de consenso entre las partes. Mientras que el gobierno toma decisiones unilaterales a modo de paliativo, por ejemplo, nuevos programas de subsidios para los jóvenes, los manifestantes tienen exigencias inviables, como la de desmantelar el ESMAD, argumenta Guzmán. "Ninguno parece tener la intención de ceder, no se están dando la posibilidad de una salida digna”, agrega. "No basta con que cese el bloqueo de las vías y la violencia policial, para una negociación hará falta que el gobierno deje de culpar a Venezuela o Rusia por las protestas y reconozca como legítimos los reclamos de los manifestantes”, concluye Guzmán.
- Con sus propios celulares, los ciudadanos han documentado el desarrollo de las protestas. Organizaciones de derechos humanos, caricaturistas y medios comunitarios han ganado protagonismo. Patata Caricaturas, un colectivo de periodistas y dibujantes, ha hecho ilustraciones que se han vuelto icónicas. Uno de sus trabajos más difundidos son los retratos de las víctimas del accionar de la policía.
- El 9 de mayo se llevó a cabo en Bogotá una jornada de manifestaciones artísticas en apoyo al Paro Nacional, y por el derecho a la vida y a la protesta. La jornada transcurrió de forma pacífica, mientras que en otras ciudades continúan ocurriendo hechos de violencia. Ese mismo día, el presidente Iván Duque ordenó realizar el “mayor despliegue” posible de fuerza pública en la ciudad de Cali.