La mezcla de factores que dio inicio a las protestas masivas vividas en Chile y Colombia es un primer punto de confluencia entre los dos casos. Un aumento en el costo de vida de buena parte de la población fue la chispa que encendió la conmoción social. Mientras que un alza en el precio del transporte público llevó a los estudiantes chilenos a manifestarse, las centrales obreras, estudiantes y sindicatos colombianos reaccionaron a un proyecto de reforma tributaria. Para Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis, a pesar de las semejanzas en su origen, el curso de las protestas se desarrolló de forma diferente en cada uno de esos dos países. "En Chile, diversos grupos fueron sumándose poco a poco a las manifestaciones de los estudiantes, en cambio, el Paro de 2021 en Colombia es el más reciente episodio en una serie de protestas que vienen ocurriendo desde hace dos años y que estaban a punto de estallar”.
El estallido social en Chile: manifestantes ondean una bandera mapuche junto a una estatua en la Plaza Baquedano, de Santiago de Chile. (3.10.2020). |
Protestas en Bogotá. (4.05.2021). |
A lo largo de las jornadas de protesta, diversos movimientos políticos y sectores de la sociedad se manifestaron en rechazo al accionar de sus gobiernos. "En el estallido chileno confluyen muchos descontentos, una gran diversidad de visiones y orígenes sociales en torno a la desigualdad que fomenta el modelo económico del país”, comenta Pacheco. En ambos países, la reacción desmedida de la fuerza pública sirvió para acentuar la indignación y generar empatía con los manifestantes. Las demandas de "feministas, indígenas mapuches de Chile, la Minga indígena de Colombia, afrodescendientes, centrales obreras y grupos estudiantiles no tenían algo que las uniera. Hasta que empezaron a llegar las imágenes de lo que en Chile hacían los Carabineros y en Colombia el ESMAD”, comenta Guzmán. "En ambos casos, la respuesta policial es como el cemento que une a los distintos grupos, de allí surgió un movimiento unido con una legitimidad contundente”, concluye.
La pandemia de COVID-19 contribuyó a mermar las protestas en Chile. En Colombia, por el contrario, intensificó la crisis al aumentar la tasa de desempleo. |
He sido amenazada, nos quieren silenciar, paralizarnos con el terror. No resisten ideas democráticas, propuestas de cambio, que pensemos distinto. Este es mi país y seguiremos trabajando porque sea más justo. pic.twitter.com/av2UQO2mvt
— Carolina Corcho (@CarolinaCorcho) June 4, 2021
A diferencia de Chile, en Colombia no ha sido posible encontrar un punto de consenso entre las partes. Mientras que el gobierno toma decisiones unilaterales a modo de paliativo, por ejemplo, nuevos programas de subsidios para los jóvenes, los manifestantes tienen exigencias inviables, como la de desmantelar el ESMAD, argumenta Guzmán. "Ninguno parece tener la intención de ceder, no se están dando la posibilidad de una salida digna”, agrega. "No basta con que cese el bloqueo de las vías y la violencia policial, para una negociación hará falta que el gobierno deje de culpar a Venezuela o Rusia por las protestas y reconozca como legítimos los reclamos de los manifestantes”, concluye Guzmán.