Alemania, (Muro de Berlín), Nov. 2014 (Télam).- Cuando el 9
de noviembre de 1989 Gunter Schabowski, portavoz del gobierno de la República
Democrática Alemana (RDA) pronunció la frase “ahora, de inmediato”, en
respuesta a un periodista sobre la vigencia de una nueva normativa para que los
alemanes del Este pudieran viajar a Occidente, se desató uno de los momentos
clave de la historia del siglo XX: la caída del Muro de Berlín.
Eran las 20 y toda Alemania estaba clavada frente a los
televisores o escuchando la radio. El punto de quiebre fue el título catástrofe
del noticiero Tagesschau, el más visto: “La RDA abre la frontera”.
Esa noche, el pulso de Alemania y del mundo se detuvo para
pasar luego a una explosión de júbilo. Aunque en los primeros momentos hubo
dudas, desconfianza sobre las intenciones del gobierno, rápidamente miles de
berlineses de Este se presentaron en los puestos de control para exigir pasar
“al otro lado”.
En esos momentos de confusión y entusiasmo, ni las tropas de
control de fronteras ni los funcionarios del ministerio encargados de regular
la nueva disposición estaban informados. Es que Schabowski había cometido un
error, quizás una mala pasada de su inconsciente: la medida debía comenzar a
ejecutarse 24 horas después.
De todas maneras, aún sin una orden concreta, sólo bajo la
presión de la gente, el punto de control de Bornholmerstrase fue el primero en abrirse
a las 23, seguido de otros pasos tanto en Berlín como a lo largo de la frontera
con la entonces República Federal Alemana (RFA).
En muchos casos los ciudadanos de la RDA, verdaderas
muchedumbres cuyo volumen se acrecentó al paso de las horas, con picos y
martillos emprendieron la destrucción del Muro para pasar al Oeste sin esperar
que los policías levantaran las vallas.