El
inicio de su gobierno está marcado por la devastación mundial
provocada por la pandemia de coronavirus.
El
presidente y el vicepresidente electos de Bolivia, Luis Arce y David
Choquehuanca, celebran su victoria electoral. 25 de octubre de
2020.Aizar
Raldes/AFP
El presidente electo de
Bolivia, Luis Arce, comienza un gobierno de cinco años plagado de
desafíos, principalmente por la crisis económica que padece el país
como resultado de la pandemia de coronavirus, y por las dudas que
todavía existen sobre la forma en que fortalecerá su liderazgo para
alejar la sombra de su antecesor, Evo Morales.
A
ello se suma la
fragmentación social que existe en el país y
que, de nuevo, quedó en evidencia en las elecciones del 18 de
octubre, ya que en el rico departamento de Santa Cruz ganó Luis
Fernando Camacho, un líder de ultraderecha que fue uno de los
principales impulsores del golpe de Estado que terminó con el
gobierno de Morales.
Ahí, el partido
Creemos, con el que Camacho se postuló por primera vez a las
elecciones, ganó con el 45 % de los votos frente al 36,17 % que
logró el Movimiento al Socialismo (MAS). No es un detalle menor,
porque Santa Cruz aporta más del 30 % del Producto Interno Bruto
(PIB) y es una de las regiones en donde la izquierda ha tenido
siempre una mayor oposición.
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El ultraderechista Luis Fernando Camacho, rodeado de sus seguidores, tras el golpe de Estado contra Evo Morales, La Paz, 10 de noviembre de 2020. Carlos Garcia Rawlins-Reuters |
La
ventaja de Arce para combatir la tensa polarización política que se
acentuó durante el año que gobernó la presidenta de facto, Jeanine
Áñez, es que, al
haber arrasado en las elecciones con el 55,1 % de los votos, obtuvo
la legitimidad que necesitaba su gobierno.Ello y el tono
conciliador del discurso del presidente electo, que ha rechazado
venganzas en contra de quienes derrocaron a Morales, pueden ayudar a
difuminar la crispación social y los climas de violencia que
padecieron los bolivianos durante el último año.
La difícil
situación económica
La recuperación
económica de Bolivia será uno de los principales desafíos de Arce.
El
panorama es muy complicado, porque la pandemia derrumbó las
previsiones de crecimiento en todo el mundo. En el caso particular de
Bolivia, el Fondo Monetario Internacional ya predijo que durante
2020 el PIB tendrá una caída de 7,9 %.
Los datos oficiales del país así lo confirman, ya que en el primer
semestre de este año acumuló un derrumbe del 10 %.
Se estima que este año
habrá por lo menos un millón más de pobres en Bolivia.
La crisis sanitaria,
que aquí ha dejado un saldo de 8.672 muertos y 141.124 contagios,
evidenció además la precariedad de los servicios médicos y la
pobreza que, si bien se redujo drásticamente durante los 13 años de
gobierno de Evo Morales, todavía mantiene altos índices.
Arce
llega con un caudal de confianza,
ya que como ministro de Economía de Morales fue responsable de que
el PIB aumentara de 9.500 a 40.000 millones de dólares en poco más
de una década. El aumento de recursos sirvió para poner en marcha
un exitoso programa que logró bajar
la pobreza del 60 % al 37 %.
La economía, además, registró un crecimiento
del 4,8 % anual.
Y más
de tres millones de bolivianos pasaron de la pobreza a la clase
media.
Pero la dictadura de
Áñez, la inestabilidad política y la pandemia se mezclaron para
retroceder en todos los campos.
Junto
con la caída de la economía, en Bolivia se estima que este año
habrá por lo menos un millón más de pobres. La Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal) ya calculó que la
pobreza extrema pasará del 12,9 % al 16,8 %. El desempleo, en tanto,
ya aumentó del 6,6 % al 10,5 % en
los primeros nueve meses de 2020.
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Gente compra alimentos en un puesto en La Paz, Bolivia, 16 de octubre de 2020. David Mercado/Reuters |
A ello se le suman
otros problemas que se venían acentuando durante el gobierno de
Morales, ya que en los últimos seis años el déficit fiscal fue en
promedio del 7,0 %, las reservas se redujeron de 15.000 a 6.000
millones de dólares y la deuda externa ya representa el 28 % del
PIB.
Esta es una de las
razones por las que, durante la campaña, Arce advirtió que Bolivia
no pagará durante algunos años la deuda externa, ya que solo así
contará con recursos para atender la pandemia y la crisis económica
en general, además de que aplicará un impuesto a las grandes
fortunas que también se ha debatido en otros países.
El liderazgo y la
OEA
Las especulaciones
sobre quién gobernará verdaderamente Bolivia, si Arce o Morales,
surgieron desde que el exministro de Economía fue electo candidato y
se reforzaron ahora que ya ganó las elecciones.
Después de la
contundente victoria del MAS, ambos descartaron en múltiples
entrevistas un posible "doble comando" o "el poder
detrás del poder" que tanto vaticinan sobre todo sus rivales.
"Evo
no tendrá ningún papel en nuestro gobierno,
soy yo quien decide quién forma parte de la administración y quién
no", afirmó Arce el día de su triunfo. "No
buscaré ningún cargo",
ha asegurado Morales en reiteradas ocasiones ante la incógnita que
desata el papel que jugará a partir de ahora, sobre todo porque
mantiene un permanente protagonismo en los medios y en las redes
sociales.
Arce y Choquehuanca van
a comenzar a gobernar con la ventaja de que el MAS también ganó la
mayoría en el Congreso: 75 de 130 diputaciones y 21 de 36
senadurías.
En el proceso de
reestructuración de poder del MAS, jugará un papel central el
excanciller David Choquehuanca, hoy vicepresidente electo, quien
representa a sectores más distantes a Morales.
Arce y Choquehuanca,
quienes asumirán el próximo 8 de noviembre, van a comenzar a
gobernar con la ventaja de que el MAS también ganó la mayoría en
el Congreso: 75 de 130 diputaciones y 21 de 36 senadurías.
El expresidente, quien
sigue asilado en Argentina, reveló que quiere volver al país para
dedicarse a la agricultura, pero para ello primero tendrá que
resolver las causas judiciales que enfrenta, la mayoría interpuestas
por el gobierno de facto.
Por
lo pronto, la semana pasada la Justicia boliviana suspendió
la
orden de detención que había en su contra y anuló la imputación
por "sedición" y "terrorismo" que le había
adjudicado Áñez.
En
el plano externo, la cruzada que comparten Arce y Morales es la
exigencia para que Luis Almagro sea expulsado del
cargo de secretario general de la Organización de Estados Americanos
por haber jugado un papel fundamental que agravó la crisis
institucional que padeció Bolivia y que incluyó un golpe de Estado
y la imposición de una dictadura que, cuando asuma el nuevo
presidente, habrá durado casi un año.
Cecilia
González