Empresarios
y trabajadores del sector turístico condenan esta medida porque
podría llevarlos a una crisis financiera.
Isla de Boracay, Filipinas. wikipedia.org -Alexey Komarov - CC BY 3.0
La
isla de Boracay, ubicada unos 300 kilómetros al sur de Manila, es
uno de los destinos turísticos por excelencia de Filipinas y las
aguas trasparentes y fina arena de White Beach, su playa principal,
han posicionado el
lugar como uno de los más atractivos del mundo.
Sin
embargo, ese paraíso cerrará al público a partir del próximo 26
de abril, según confirmó a principios de este mes el portavoz
presidencial filipino, Harry Roque, citado por Radio
Mindanao Network.
Ese
vocero aseguró que la medida estará vigente durante seis
meses para
rehabilitar el lugar y recuperar tanto sus aguas como su entorno
natural.
"Una cloaca"
El
presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ya declaró a
comienzos de febrero que la isla era "una
cloaca"y
subrayó que su agua y sus playas "huelen a mierda" por
culpa del flujo masivo de turistas, la inadecuada evacuación de los
desechos y el mal uso del sistema de desagüe.
Por
tanto, el objetivo oficial es modernizar el alcantarillado con el fin
de evitar que los complejos hoteleros y otros negocios viertan sus
aguas residuales directamente al mar.
Pérdidas millonarias
En un principio, Boracay se iba a clausurar por dos meses o en varias fases, pero los departamentos de Interior, Turismo y Medio Ambiente recomendaron realizar una cierre prolongado, recoge el diario The Philippine Star.
Roque
confirmó que el Gobierno destinará un fondo de ayuda para los cerca
de 35.000
trabajadores que
se verán afectados. Algunos cálculos indican que las pérdidas
podrían alcanzar los 1.000
millones de dólares.
No
obstante, esa decisión ha provocado protestas por parte de
empresarios y empleados del sector turístico, quienes condenan que
la medida podría llevarlos a una crisis financiera.
¿Hay algo más detrás del cierre?
Esta
iniciativa ha provocado el descontento de algunos sectores del
Gobierno y ciertos expertos ambientales, después de que el mes
pasado se concediera a una firma china la licencia
de construcción de un complejo hotelero y un casino en
Boracay por valor de 500
millones de dólares.
Al
respecto, el senador filipino Antonio Trillares manifestó que
el cierre de la zona no tiene nada que ver con motivos ambientales y
su verdadera intención es poner en marcha ese proyecto.
Duterte negó esa
acusación y manifestó que, tras las labores de limpieza, la isla se
someterá a una reforma
agraria para
instar a los campesinos a reactivar las actividades agrícolas
en algunas zonas.