La población europea oscila entre dos reacciones
extremas: la solidaridad y el rechazo.
Fueron muchas las manos tendidas
en diversos países hacia los extranjeros que buscan un lugar a la sombra del
desarrollo europeo, mostrando un sentimiento internacionalista que se mantiene
vivo pese a la criminalización de los medios. Pero los fascistas también
mostraron las uñas, dispuestos a saltar a la yugular de los nuevos migrantes,
culpables para ellos de todos los males que aquejan al viejo continente.
Raúl
Zibechi - alainet.org - La principal noticia
de esta semana fue el anuncio Ángela Merkel de que su país se compromete a
recibir a 500.000 refugiados cada año, lo que en su opinión cambiará
profundamente el país. Este año aceptará unos
800.000 extranjeros, cuatro veces más que el anterior. Lejos quedan los demás países europeos. Según
el plan del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, todo el
continente debería acoger a 120.000 refugiados como “un primer paso”.
Por su parte, el
presidente de la Unión Europea, Donald Tusk, advirtió que “la ola de migración
no es un incidente aislado sino el principio de un éxodo real, lo que significa
que tendremos que tratar con este problema en los próximos años” (Pagina 12, 9
de setiembre de 2015).