La Unión Europea no es
la única instancia criticada por sus acciones y omisiones de cara a los
refugiados afganos, iraquíes, libios y sirios que intentan llegar al territorio
comunitario, huyendo de los conflictos armados que afligen a sus países.
También
sus aliados americanos están siendo objeto de duros reproches. Muchos acusan a
Estados Unidos de ignorar las obligaciones morales que adquirió después de
haber desestabilizado el Medio Oriente y el Magreb con sus intervenciones
militares. Y, tras la publicación de las dramáticas fotografías de Aylan Kurdi,
crece la presión sobre el Gobierno canadiense para que acoja a miles de sirios
a corto plazo.
Pero, ¿qué hay de los
Estados al sur del Río Bravo? ¿Están ellos en capacidad de abrirle sus puertas
a decenas de miles de personas desplazadas por la violencia prevalente en sus
países de origen? “Cuando existe la voluntad política para ello, siempre se
encuentran posibilidades para hacerlo”, comenta Luicy Pedroza, del Instituto
Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), trayendo a colación el caso de
México en los años treinta y cuarenta del siglo pasado. “En aquella época, el
Estado mexicano atravesaba una situación muy difícil también y aun así invirtió
recursos considerables para recibir a muchos refugiados españoles”.
Programas de asilo
Está por verse cómo
reacciona el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, a la petición informal
–lanzada desde la plataforma digital Change.org– de que le conceda asilo a
10.000 sirios. “Se está intensificando la presión ejercida por la sociedad
civil sobre el Gobierno con miras a que México abra canales regulares para la
inmigración de refugiados. En esta materia, no son pocos los que piensan que
Brasil está opacando a México y empañando su tradición como país receptor de
inmigrantes desesperados”, dice Pedroza. Hasta ahora, aparte de Brasil, sólo
Argentina y Uruguay han concebido programas concretos para acoger a desplazados
sirios.
Por sí sola, la guerra
civil en Siria ha obligado a cuatro millones de personas a abandonar el país; y
esa cifra no ha sido actualizada desde junio. De ese contingente, dos millones
han buscado socorro en Turquía. Brasil le ofreció visas humanitarias a 1.700 y
otro tipo de documentos a 4.000. Argentina recibió a un centenar y le prometió
asilo a cincuenta familias. Uruguay le brindó amparo a cinco familias
–integradas por 42 personas– y recibirá a otras siete de aquí a finales de año.
Chile está evaluando la posibilidad de acoger a entre cincuenta y cien
familias, según su ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz.
Los límites de la
solidaridad
“Los países
latinoamericanos no pueden absorber al mismo número de refugiados que ha
recibido Alemania; entre otras razones, porque el crecimiento económico ligado
al boom en el mercado de las materias primas llegó a su fin”, señala Barbara
Fritz, profesora de Economía Latinoamericana en la Universidad Libre de Berlín.
“Y yo no puedo imaginar que, aparte de los intelectuales y de ciertas minorías
locales, las sociedades latinoamericanas vayan a pedirle a sus Gobiernos que
acojan a masas de refugiados provenientes del Cercano Oriente”, acota la
experta, dejando en el aire la noción de que la solidaridad tiene sus límites.
“Yo me pregunto,
además, ¿cuántos de los refugiados tienen relaciones activas con sus parientes
al otro lado del Atlántico o con los descendientes de quienes emigraron a
América Latina? En situaciones de crisis como las actuales, esas son las redes
más importantes; pero esas redes se debilitan con el tiempo. Y los flujos
migratorios que unen a América Latina con el Cercano Oriente datan del siglo
XIX y de la primera mitad del siglo XX”, sostiene Fritz. Pedroza ofrece una
perspectiva más esperanzadora, poniendo como ejemplo a los mexicano-libaneses.
“Ellos son bien percibidos y están muy bien articulados”, asegura la
especialista.
“La comunidad libanesa
de México está exigiéndole al Gobierno que asuma compromisos en el marco de la
crisis siria, argumentando que el Líbano, pese a todas sus limitaciones, está
acogiendo a una cantidad de refugiados que no tiene paralelo en el mundo. Sólo
Turquía recibe a más refugiados sirios que el Líbano.
El mensaje dirigido a
México es que su obligación de ayudar no es menor por estar geográficamente
lejos del conflicto sirio”, explica Pedroza. En Chile, fueron dirigentes de la
comunidad siria –políticos activos incluidos– quienes se acercaron a la Cancillería
para activar un programa de recepción de refugiados sirios.