El débil y efímero resplandor que emana de la nebulosa planetaria ESO 577-24 permanece durante muy poco tiempo, alrededor de 10 000 años, un abrir y cerrar de ojos en términos astronómicos. El VLT (Very Large Telescope) de ESO captó esta burbuja de brillante gas ionizado: el último aliento de la estrella moribunda cuyos restos tras la explosión son visibles en el centro de esta imagen. A medida que la capa gaseosa de esta nebulosa planetaria se expanda y crezca, apagándose, irá desapareciendo lentamente hasta que dejemos de verla.
La protagonista de esta imagen es una capa
evanescente de gas brillante que se expande en el espacio: la nebulosa
planetaria ESO 577-24 [1]. Esta nebulosa planetaria son los restos de
una estrella gigante muerta que ha expulsado sus capas externas, dejando atrás
una pequeña estrella muy
caliente. Este remanente se irá apagando y enfriando
gradualmente y acabará sus días como el mero fantasma de lo que una vez fue una
inmensa estrella gigante roja.
Las gigantes rojas son estrellas en las etapas
finales de sus vidas que han agotado el combustible de hidrógeno en sus núcleos
y han comenzado a contraerse bajo el asfixiante puño de la fuerza de la
gravedad. A medida que una gigante roja se contrae, la inmensa presión reaviva
el núcleo de la estrella, lanzando hacia el vacío del exterior sus capas más
externas en forma de potentes
vientos estelares. El núcleo incandescente de la estrella
moribunda emite una radiación ultravioleta lo suficientemente intensa como
para ionizar estas
capas expulsadas y hacer que brillen. El resultado es lo que vemos como una
nebulosa planetaria: el fugaz testimonio final de una estrella anciana al final
de su vida [2].
Esta deslumbrante nebulosa planetaria fue
descubierta dentro del sondeo National
Geographic Society — Palomar
Observatory Sky Survey en la década de 1950 y fue registrada en
el Catálogo Abell de
nebulosas planetarias en 1966 [3]. A unos 1400 años luz de la Tierra, el
resplandor fantasmal de ESO 577-24 es visible sólo a través de un telescopio
potente. A medida que la estrella enana se enfríe, la nebulosa continuará
expandiéndose en el espacio, desapareciendo lentamente hasta que dejemos de
verla.
Esta imagen de ESO 577-24 fue creada como parte
del programa Joyas
Cósmicas de ESO, una iniciativa que produce imágenes de
objetos interesantes, enigmáticos o visualmente atractivos utilizando
telescopios ESO, con un fin educativo y divulgativo. El programa hace uso de
tiempo de telescopio que no puede utilizarse para observaciones científicas.
Aun así, los datos obtenidos se ponen a disposición de los astrónomos a través
de los archivos
científicos de
ESO.
Notas
[1] Los astrónomos observaron nebulosas
planetarias por primera vez en el siglo XVIII. Para ellos, su tenue brillo y
sus líneas definidas se asemejaban a planetas del Sistema Solar.
[2] Cuando nuestro Sol evolucione
a una gigante roja, habrá alcanzado la venerable edad de 10 000
millones de años. Pero que no cunda el pánico: actualmente el Sol solo tiene 5
000 millones de años de edad.
[3] A menudo los objetos astronómicos tienen
varios nombres oficiales, con diferentes catálogos proporcionando diversas
designaciones. El nombre formal de este objeto en el catálogo Abell de
nebulosas planetarias es PN A66 36.
El débil y efímero resplandor que emana de la nebulosa planetaria ESO
577-24 permanece durante muy poco tiempo, alrededor de 10 000 años, un abrir y
cerrar de ojos en términos astronómicos. El VLT (Very Large Telescope) de ESO
captó esta burbuja de brillante gas ionizado: el último aliento de la estrella
moribunda cuyos restos tras la explosión son visibles en el centro de esta
imagen. A medida que la capa gaseosa de esta nebulosa planetaria se expanda y
crezca, apagándose, irá desapareciendo lentamente hasta que dejemos de verla.
La imagen es una composición a color hecha a partir de exposiciones del
sondeo Digitized Sky Survey 2 (DSS2) y muestra la región que hay alrededor de
ESO 577-24, débilmente visible en azul en el centro de la imagen.
Crédito: ESO/Digitized Sky Survey 2.
Acknowledgment: Davide De Martin
La nebulosa planetaria ESO 577-24 en la constelación de Virgo
Crédito: ESO, IAU and Sky &
Telescope
Este vídeo nos lleva de una visión general de
la Vía Láctea hasta la nebulosa planetaria ESO 577-24. El VLT (Very Large
Telescope) de ESO captó esta burbuja de brillante gas ionizado, el último
aliento de la estrella moribunda cuyos restos son visibles en el centro de esta
imagen. A medida que la capa gaseosa de esta nebulosa planetaria se expanda y
crezca, apagándose, irá desapareciendo lentamente hasta que nadie, ni siquiera
los potentes telescopios de ESO, pueda verla.