En primer lugar, debemos tener en cuenta que hay un
proceso de enamoramiento que es inconsciente, es decir, que por mucho que nos
mentalicemos y que queramos controlarlo, al final, no podemos escogerlo.
Puedes
tener un esquema mental en el cual aparezca un chico o una mujer con ciertas
características, pero finalmente puedes llegar a enamorarte de alguien
completamente distinto. Generalmente, seguimos patrones, aunque hay factores
que están en unos niveles más profundos y que podemos desconocer.
Para ello debemos remontarnos a nuestras bases
biológicas cómo animales mamíferos que somos. La atracción que sentimos hacía
una persona responde a unas necesidades milenarias de nuestros organismos de
sobrevivir, mantenernos en un grupo/comunidad y dejar descendencia. Con lo cual
hay ciertos atributos generales que vamos a priorizar.
Por ejemplo, tenderemos
a buscar personas parecidas a nosotras /os o a nuestros entornos familiares
(papá y mamá), ya que la familiaridad es una manera de sentirnos seguras/os.
También cualidades como por ejemplo un buen estado físico o de salud pueden ser
determinantes para poder apreciar que nuestra pareja va a ser un buen compañera/o
y con el que vamos a poder disponer de hijas/os sanos. Y luego puede haber
atributos como la posición social que ocupa esa persona que pueden resultarnos
atractivos, ya que son elementos que podemos asociar con recursos que a la vez
nos aporten seguridad y confort.
La visión anterior puede parecer que es más
apropiada del paleolítico, pero realmente nuestro cerebro no ha cambiado en
casi 100.000 años.
Creemos que nuestra mente lógica y racional gobierna
nuestras vidas, pero en realidad es más nuestro cerebro ancestral el que nos
rige. Sino que nos pregunten cuando estamos estresados/as y acabamos haciendo
todo lo contrario de lo que teníamos planeado.
En segundo lugar, vamos a desmontar el mito de que
los polos opuestos se atraen.
Sí que es cierto que podemos sentir curiosidad
por las personas completamente distintas a nosotros/as, pero generalmente
escogemos a personas lo más parecidas porque nos sentimos más cómodas/os con
este tipo de personas.
En nuestros genes tenemos profundamente grabada la idea
de permanecer en una comunidad de iguales o tribu. De aquí que existan estudios
que muestran un tanto por ciento elevado de parejas que comparten profesiones o
trabajos del mismo sector o cercanos.
En tercer lugar, la gran mayoría de parejas pueden
fracasar porque hay un desequilibrio en alguna de las siguientes áreas:
o La intimidad.
Una relación donde no hay intimidad o una esfera
sexual se puede convertir en una mera amistad.
Una relación donde no hay
amistad ni tampoco planes de futuro, puede hacer que sus partes sólo sean
amantes. O una pareja que comparte sólo una visión de futuro, pero no una amistad
o intimidad, puede convertir a sus partes en meros socios de un proyecto común.
El problema que hace que muchas parejas rompan es
cuando una de las partes tiene una serie de expectativas en alguna de estas
áreas y la otra persona tienes unas otras distintas.
Si no hay un acuerdo entonces la relación está condenada.
Si no hay un acuerdo entonces la relación está condenada.
Y en último lugar, por lo que respecta a los
conflictos. Hay que romper el mito de que hay parejas que no discuten.
Quizás
hay parejas que discuten menos, o que llegan a acuerdos de forma más ágil, pero
el conflicto es algo natural en las relaciones, sean del tipo que sean.
Además,
debemos cambiar la idea que discutir es algo malo.
El discutir puede ser una gran oportunidad para comprender, aprender y crecer conjuntamente. Eso sí, debemos mantener unos pilares básicos en la relación, como: el respeto, la comunicación, el cariño y la complicidad.
El discutir puede ser una gran oportunidad para comprender, aprender y crecer conjuntamente. Eso sí, debemos mantener unos pilares básicos en la relación, como: el respeto, la comunicación, el cariño y la complicidad.
Estos factores son claves ya que
permiten que muchas de las facetas de una relación sana de pareja puedan darse.
Sí hay respeto entonces las dos partes se sentirán
cómodas y actuarán con naturalidad. Esta es la base sobre la que se asientan
todas las demás necesidades y principios de una relación.
ORIOL LUGO Y ANA FARRÉ