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Opinión-*María Cristina Rosas. - La basura espacial constituye uno
de los grandes desafíos para la seguridad espacial y aeroespacial y para las
naciones del mundo, no sólo para las que cuentan con satélites y otros
artefactos en la órbita terrestre, sino también las que aun sin haber
incursionado en la carrera espacial, están expuestas a que literalmente les
caiga “basura” del cielo.
Aunque lo parezca, esta no es una situación
hipotética o imaginaria/futurista. El concepto de “basura espacial” se refiere a
la cantidad de satélites activos o inactivos que han sido lanzados o bajados de
sus órbitas para ser hundidos en el mar, además de cohetes espaciales antiguos
y en funcionamiento, y demás objetos, procedentes de la fragmentación de
residuos generados por explosiones y/o accidentes, incluyendo herramienta y
pedazos de pintura.
Se calcula que la basura espacial asciende, aproximadamente a unos 100 millones de objetos con tamaños
superiores a un milímetro. Claro está que la mayor parte de esta basura se integra
por objetos que tienen un promedio de 10 centímetros. “De ellos, unos 2 000 son
etapas de cohetes casi vacías de combustible que cumplieron su misión de lanzar
los satélites que portaban, otros tantos son objetos eyectados por vehículos
espaciales o satélites en el transcurso normal de sus operaciones (cofias de
cohetes, adaptadores, cubiertas de lentes o de equipo, etcétera); unos 4 000
son satélites de todo tipo y cerca de 10 000 son fragmentos resultado
principalmente de explosiones de distinta naturaleza y, en menor medida, de
colisiones en el espacio. Por ejemplo: la colisión entre los satélites Iridium 33 yKosmos 2251 generó
unos 2 000 de ellos, mientras que la destrucción del satélite Fengyun 1C por parte de un misil lanzado desde
China durante una demostración militar (colisión intencionada) generó casi 4
000 fragmentos.”1
Así como el planeta Tierra enfrenta serios problemas con la basura y los
desechos generados por sus 7 mil 300 millones de habitantes, el espacio cada
vez está más contaminado, y año con año, la chatarra espacial aumenta. De
hecho, la conciencia ambiental en torno al espacio exterior ha tardado en
desarrollarse. En la Tierra abundan las negociaciones para limitar la emisión
de los gases que generan el llamado “efecto de invernadero” y para generar más
tecnologías “ambientalmente amigables.” En contraste, el espacio ha sido visto
como un “basurero” –en la guerra fría mucho se habló de arrojar al espacio los
desechos nucleares. Hoy, a los problemas descritos, se suma la creciente
presencia de empresas privadas y particulares en el espacio, amén de los planes
para desarrollar actividades mineras en asteroides cercanos a la Tierra, lo
que, naturalmente, generará más basura.
De la basura “clasificada” en el momento actual, el país con más
escombros es Rusia –con la Comunidad de Estados Independientes-, con 6.276
objetos, seguida de Estados Unidos, con 5.483, y la República Popular China,
con 3.791.2 La Agencia Espacial
Europea puede presumir de que es de las entidades más “espacialmente amigables”
pues sólo es responsable de 109 objetos. En cualquier caso, la imagen idílica
de Neil Armstrong posando su humanidad en el suelo lunar, poco corresponde a la
realidad de las numerosas misiones espaciales y comerciales que se han llevado
a cabo en el espacio ultraterrestre y que naturalmente generaron –y lo siguen
haciendo- desechos imposibles de reciclar. Y para hacer más complejo el
problema, hay que señalar que los científicos consideran que el aumento de
emisiones contaminantes en la Tierra, en particular de bióxido de carbono,
favorece la proliferación de los desechos espaciales.
Uno de los riesgos más graves que plantea la basura espacial es que,
debido a la velocidad con que transitan los residuos, pueden colisionar con
satélites operativos, e, inclusive, con la Estación Espacial Internacional
(EEI). En 1990, cuando nadie hablaba del tema, un pequeño trozo de pintura
flotante se estrelló contra la ventana principal del transbordador
espacial Challenger creando un agujero de un milímetro que
aunque fue reparado, requirió de toda la pericia e ingenio posibles de los
astronautas, en condiciones de ingravidez, distintas, por completo, a las que
prevalecen en la Tierra. El problema, sin embargo, ha crecido con el tiempo,
puesto que cada día hay más basura. En 2014, la EEI tuvo que hacer maniobras de
evasión en tres ocasiones para evitar una colisión con la basura espacial.3Asimismo, en febrero
de 2009 se produjo el primero de lo que parece una inevitable serie de
accidentes entre los diversos artefactos que navegan con o sin control en la
órbita terrestre: en aquella ocasión un satélite comercial de la red Iridum –el Iridium 33- y
un satélite ruso, el Kosmos 2251 fuera
de operación, colisionaron entre sí sobre el cielo de Siberia, a unos 790
kilómetros de altura sobre la Tierra. Se trata del primer encontronazo entre
dos objetos creados por el hombre, emplazados en el espacio y para la comunidad
científica es algo que se sabía que podía suceder tarde o temprano y que
continuará ocurriendo.
Pero la basura espacial es también un problema en la Tierra, dado que
los objetos pueden entrar a la atmósfera terrestre y colisionar con lugares
habitados o infraestructura. “En 2007, por ejemplo, un vuelo de la aerolínea
chilena Lan que viajaba entre Santiago y Nueva Zelanda con
270 pasajeros, reportó haber visto un fragmento de basura espacial que habría
pasado a unos ocho kilómetros de la aeronave. En la frontera entre Rusia y
Kazajistán pueden encontrarse varios pedazos de chatarra galáctica. Los
habitantes de la zona incluso temen que contengan alguna sustancia que esté
dañando su salud.”4
Es verdad que la Agencia Nacional Aeroespacial (NASA) de Estados Unidos
cuenta con radares que ayudan a identificar y clasificar los distintos objetos
chatarra, e inclusive puede calcular y determinar cuándo caerán a la Tierra.
Sin embargo, el trabajo de la NASA no es 100 por ciento infalible puesto que,
como se explicaba, hay basura no clasificada o fragmentos u objetos menores a
10 centímetros, que pueden hacer estragos en los activos espaciales o en astronautas,
considerando las velocidades a las que circundan por la órbita terrestre, que
superan los 28 mil kilómetros por hora. La película Gravedad (2013) del mexicano Alfonso Cuarón, ayudó
un poco a sensibilizar a los espectadores en torno a un problema largamente
ignorado por las naciones del mundo.
La pregunta obligada es ¿qué se puede hacer para detener la
contaminación del espacio y también para limpiarlo? En el Reino Unido, un grupo
de científicos está trabajando en el diseño de una suerte de “arpón” espacial
que podría capturar diversos desechos en el espacio, mismos que serían
transportados a la atmósfera terrestre en donde se desintegrarían. Otras
propuestas incluyen láseres que desde la Tierra apuntarían a los objetos en el
espacio exterior, no para destruirlos sino para retardar su trayectoria.5 Asimismo,
existe un estudio del Inter-Agency Space Debris
Coordination Committee (IADC), el foro
global donde los gobiernos debaten el tema de la \"basura espacial\",
de establecer la regla de los “25 años”, consistente en que los países que
colocaron objetos en el espacio y que han cumplido con su misión, los retiren
en el transcurso de los siguientes cinco lustros como máximo. Sin embargo, se
habla menos de las medidas para impedir que el espacio siga siendo contaminado
y al respecto, conviene recordar que se siguen produciendo explosiones de
tanques de presión y combustible medio llenos, y que se siguen desechando
viejas baterías, y que son todos ellos los que más basura producen en el
espacio exterior.6
Mientras tanto, el pronóstico es preocupante. Los científicos vaticinan
colisiones fatales entre la basura y los activos espaciales en los años por
venir sobre todo a alturas que oscilarían entre los 700 y los 1 000 kilómetros
sobre la Tierra. “La principal preocupación de los científicos está en la
órbita terrestre baja, por debajo de los 2 000 km de altura. Es en esta zona
donde tiende a operar la mayoría de las misiones que envían datos cruciales
sobre la observación de la Tierra”7 y son,
naturalmente, las que se ven crecientemente amenazadas por la basura espacial.
Como se ve, el problema es doble: la basura ya existente y la que se
sigue generando. En la medida en que más actores, trátese de Estados, empresas
o particulares irrumpan en el espacio, es razonable suponer que se generarán
más desechos, por lo que es urgente actualizar las normas internacionales vigentes.
El Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de
los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre,
incluyendo la luna y otros cuerpos celestes de 1967, establece,
entre otras obligaciones, evitar la contaminación del espacio, además de que es
imperativo, para los Estados, asumir la responsabilidad por los daños que
causen los objetos espaciales por ellos gestionados. Pero diversos particulares
y actores privados aklegan que estas disposiciones no son aplicables a actores
distintos de los Estados.
Por lo anterior, este instrumento jurídico, producto de la guerra fría,
requiere una serie de adecuaciones para responder a la problemática actual, si
bien desde 1979 no se ha negociado ningún nuevo tratado, jurídicamente
vinculante, en materia espacial. Lo que se ha hecho, en cambio, es avanzar en
resoluciones de la Asamblea General (soft law), las
cuales, sin embargo, no son obligatorias y dependen de la buena voluntad de los
Estados, para su cumplimiento. Pero la protección y preservación del espacio,
requiere mucho más que eso.
Notas
1 El País (2 de
junio de 2016), “La basura espacial no para de crecer: 17 400 desechos orbitan
la Tierra”, disponible enhttp://elpais.com/elpais/2016/06/02/ciencia/1464865448_335730.html.
2 Ibid.
3 Hugh Lewis (10 de agosto de
2015), “La basura que pone en peligro la exploración espacial”, en BBC Mundo,disponible en http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150806_basura_espacial_problema_lp
4 David Cuen (17 de octubre de
2012), “¿Cómo se limpia la basura espacial?”, en BBC Mundo, disponible enhttp://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/10/121017_blog_david_basura_espacial_dc.shtml
5 Ibid.
6 BBC Mundo (23
de abril de 2013), “Predicen aumento de colisiones de basura espacial”,
disponible enhttp://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/04/130423_ciencia_colisiones_basura_espacial_ig.shtml
7 Ibid.
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*María Cristina Rosas es profesora
e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México