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Qué son los 'neuroderechos' y qué país es el primero en legislar sobre ellos

Este proyecto se afirma en cuatro principios: la privacidad mental, la identidad, el derecho de agencia y el libre acceso a las tecnologías.
Imagen ilustrativaPixabay / geralt

Hay niños que intentan ampliar la imagen sobre el vidrio de una ventana o adultos que inconscientemente hacen 'scroll' sobre la página de papel de un libro. La naturalización de esos gestos no es un accidente y proviene de años de interacción con dispositivos electrónicos que todos los días cambian la forma en que el ser humano se relaciona con el mundo.

"Todas estas cosas se hacen con teléfonos móviles y es apenas un aperitivo de lo que se viene. En el momento en que estos dispositivos sean neurotecnológicos, en vez de llevarlos en el bolsillo, los llevaremos en la cabeza", explica el neurobiólogo español Rafael Yuste, profesor de ciencias biológicas en la Universidad de Columbia y uno de los principales promotores detrás de la legislación sobre neuroderechos que ya avanza en el Senado de Chile.

De momento, la propuesta chilena contempla una enmienda para modificar el artículo 19 de la actual Carta Magna, y un proyecto de ley de neuroderechos. A pesar de que el país austral está a semanas de un proceso comicial que prevé la elección de los integrantes de la Convención Constitucional, Yuste afirma que "son cosas distintas" y que la legislación sobre la materia se debatirá "independientemente del proceso constituyente".

Pero, ¿qué implica el proyecto y por qué se cuela en la convulsa agenda política chilena?

Poner frenos

Según el texto que aún debe debatirse en el Congreso chileno, los neuroderechos son "nuevos derechos humanos que protegen la privacidad e integridad mental y psíquica, tanto consciente como inconsciente, de las personas del uso abusivo de neurotecnologías".

Yuste afirma que en los próximos años será factible "decodificar el pensamiento a partir de la actividad neuronal o mejorar la capacidad cognitiva conectando el cerebro directamente a las redes digitales". Esa posibilidad, más que fascinante puede ser peligrosa si no se regula éticamente. Por eso, el proyecto de neuroderechos que impulsa el científico se afirma en cuatro principios: la privacidad mental, la identidad, el derecho de agencia y el libre acceso a las tecnologías.

Aunque algunos detractores de la propuesta consideran que ya es tarde para legislar o, por el contrario, demasiado prematuro, Yuste sostiene que hay tiempo porque "aún estas tecnologías no han salido al mundo en gran escala". Y agrega: "Es mejor ser productivos y prevenir el problema ahora y no esperar a que ocurra después".

Las evidencias de que es posible "leer el cerebro" y modificar la conducta de los usuarios de las neurotecnologías ya se conocen, al menos en el ámbito médico. El científico comenta el caso de pacientes de Parkinson que han sido atendidos con dispositivos de estimulación cerebral profunda (Deep Brain Stimulation).
 

Rafael Yuste, neurobiólogo de la Universidad de Columbia

Rafael Yuste, neurobiólogo de la Universidad de Columbia
Cuando surge una tecnología nueva, no sabes muy bien para qué se va a utilizar, pero es fácil regularla. En cambio, una vez que se ha echado a andar y se difumina por todo el mundo, sabes perfectamente para qué sirve y las cosas malas que hace, pero es imposible ponerle un freno.
"Muchos de estos pacientes describen cómo cuando les estimulan el cerebro, les cambia la personalidad. Y eso te lo dicen también los familiares. Desde el punto de vista científico es totalmente lógico porque tu personalidad, el yo, está generado por el cerebro, no sale del aire, sino de la actividad de las neuronas que tienes dentro del cráneo. Si cambias esta actividad neuronal, puedes cambiar, entre otras cosas, el yo, la personalidad".

El investigador aclara que si bien estos avances son positivos desde el campo de la medicina, requieren de un marco regulatorio cuando pasan a aplicarse en el ámbito de las tecnologías. Por eso defiende la necesidad de poner los neuroderechos sobre la mesa, en la categoría de "nuevo derecho humano".

Sobre ese tema, reflexiona: "Cuando surge una tecnología nueva, no sabes muy bien si va a tener importancia y para qué se va a utilizar, pero es muy fácil regularla. En cambio, una vez que la tecnología se ha echado a andar, se ancla en la sociedad y se difumina por todo el mundo, sabes perfectamente para qué sirve y las cosas malas que hace, pero es imposible ya ponerle un freno".

Una legislación pionera

En Chile, la Comisión de Desafíos del Futuro, encabezada por el senador Guido Girardi, del Partido por la Democracia (PPD), dio luz verde por unanimidad a la propuesta de modificar el artículo 19 de la actual Constitución para "proteger la integridad y la indemnidad mental con relación al avance de las neurotecnologías".

En la sesión virtual de la semana pasada, Girardi destacó que el presidente Sebastián Piñera estaba interesado en respaldar el proyecto y de "impulsarlo a nivel de otros países", una cuestión en la que Yuste tiene un trabajo adelantado con EE.UU. y España.

El científico español también intervino en el debate parlamentario chileno y calificó de "ejemplar" e "histórico" el avance que daba el país latinoamericano, porque "es la primera vez que se protege la privacidad cerebral y la integridad mental en una Constitución en el mundo".

Rafael Yuste, neurobiólogo de la Universidad de Columbia

Rafael Yuste, neurobiólogo de la Universidad de Columbia
Hay mucho interés de que los neuroderechos se usen como punta de lanza para introducir desde el comienzo, en la constitución de Chile que todavía no se ha escrito, la protección de los derechos humanos digitales de la ciudadanía.
El miércoles de esta semana, Piñera sacó a relucir el tema en su intervención en la XXVII Cumbre Iberoamericana, con un llamado a los países de la región a unirse para legislar de manera conjunta sobre la materia.

"Esto no es ciencia-ficción, es ciencia pura y dura y por eso llamo a todos los países iberoamericanos a anticiparnos al futuro y a proteger hoy día adecuadamente, no solo los datos e información de nuestros ciudadanos, sino que también sus pensamientos, sus sentimientos, su información neuronal para evitar que estos puedan ser manipulados por las nuevas tecnologías", señaló el mandatario.

Después de recibir el visto bueno a nivel de comisiones, la propuesta de enmienda irá al Senado para el debate. En paralelo, los parlamentarios también trabajan en el proyecto de ley, cuyo borrador se introdujo en octubre del año pasado. Estas modificaciones, sin embargo, se dan en víspera de un proceso constituyente, lo que abre algunas dudas sobre su continuidad en la agenda política chilena.

Yuste cree que no se van a detener. Según dijo a este medio, "hay mucho interés de que no solo se incorporen los neuroderechos, sino que se usen como punta de lanza para introducir desde el comienzo, en la Constitución de Chile que todavía no se ha escrito, la protección de los derechos humanos digitales de la ciudadanía".

¿Un nuevo derecho humano?

Además de impulsar el debate sobre neuroderechos en Chile, el catedrático defiende la incorporación de estos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por lo que también mantiene conversaciones en el seno de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

"Estamos en un mundo nuevo y creemos que es necesario poner Derechos Humanos nuevos", justifica Yuste. Sin embargo, su postura no deja de tener detractores incluso en Chile, donde consideran innecesaria la legislación local sobre neuroderechos y estiman que el paraguas que existe ya es suficientemente amplio.

Un análisis publicado el año pasado por el Centro de Investigación Periodística (CIPER) deja clara la posición de una parte de la comunidad académica: "Los neuroderechos, luego, serían redundantes porque son reconducibles a derechos constitucionales ya asegurados".

No obstante, el científico insiste en que deben hacerse modificaciones. Y sobre ello, ejemplifica: "Existe el Derecho Humano de la dignidad de la persona, pero esto es muy difuminado, muy poco claro, cada persona tiene una idea distinta. Nosotros creemos que ahora hay que definirlo muy claramente".

Rafael Yuste, neurobiólogo de la Universidad de Columbia

Estamos en un mundo nuevo y creemos que es necesario poner Derechos Humanos nuevos.
La urgencia de esta definición, según el promotor de la iniciativa, es dejar claro cuál es el límite ético y jurídico para el desarrollo de las nuevas tecnologías. O, en palabras de Yuste, "que sepan que si infligen un Derecho Humano, tendrán problemas si salen a la venta".

"Hay quienes dicen que los DDHH que existen ya lo protegen todo, que no hay que cambiar nada y que el mundo está totalmente controlado, pero sé que si pusiéramos ahora los guardarraíles sobre neuroderechos, podríamos canalizar todo el crecimiento de la tecnología, que en principio es buena y puede ser muy útil. La legislación es la herramienta y eso es lo que se está haciendo en Chile".

Pero aunque los detractores más visibles de este tipo de iniciativas estén en las academias o en los foros políticos, los más acérrimos podrían encontrarse en las corporaciones y Yuste lo sabe. Sin embargo, asegura que "por ahora" las compañías parecen estar interesadas en que "haya una regulación ética" de las tecnologías, una cuestión que para del es algo que no puede negociarse.

"Yo, que trabajo en un laboratorio de investigación, te digo: las cosas que vemos con los animales son las que se van a hacer en un futuro con las personas. Y eso es lo suficientemente importante como para empezar a discutir la regulación de estas tecnologías".

Nazareth Balbás

Instrumento MOXIE del Perseverance consiguió producir oxígeno en Marte

Según informó la NASA, el artefacto adosado MOXIE fue capaz de crear 5 gramos de oxígeno en el planeta Marte, lo que sería suficiente para proporcionar 10 minutos de oxígeno respirable a un astronauta.


Un instrumento adosado al explorador de seis ruedas Perseverance transformó dióxido de carbono de la atmósfera marciana en oxígeno, la primera vez que esto sucede en otro planeta, dijo la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) el miércoles (21.04.2021)

"Este es un primer paso fundamental para convertir el dióxido de carbono en oxígeno en Marte", dijo Jim Reuter, administrador asociado de la dirección de la misión de tecnología espacial de la NASA.

Con la labor del instrumento experimental no solo se puede producir oxígeno para que respiren futuros astronautas, sino que también podría evitar el transporte de grandes cantidades de oxígeno desde la Tierra para usarlo como propulsor de cohetes en el viaje de regreso.

El Experimento In Situ de Utilización de Oxígeno en Marte (MOXIE por su sigla en inglés) es una caja dorada del tamaño de una batería de automóvil y se encuentra del lado frontal derecho del rover. Apodado "árbol mecánico", utiliza electricidad y química para dividir las moléculas de dióxido de carbono, que están formadas por un átomo de carbono y dos de oxígeno. También tiene la capacidad de producir monóxido de carbono como subproducto.


Las características de MOXIE

En su primera ejecución, MOXIE fabricó 5 gramos de oxígeno, equivalente a unos 10 minutos de oxígeno respirable para un astronauta que realiza una actividad normal. Los ingenieros de MOXIE -diseñado para generar hasta 10 gramos de oxígeno por hora- realizarán ahora más pruebas e intentarán aumentar su rendimiento.

Diseñado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), MOXIE fue construido con materiales resistentes al calor, como aleación de níquel, para tolerar las temperaturas de 1.470 grados Fahrenheit (800 Celsius) requeridas para su funcionamiento. Una fina capa de oro asegura que no irradie calor y dañe al rover.

El ingeniero de MIT Michael Hecht dijo que una versión de MOXIE de una tonelada podría producir las aproximadamente 55.000 libras (25 toneladas) de oxígeno necesarias para que un cohete despegue de Marte. Producir oxígeno de la atmósfera de Marte, compuesta en una 96% de dióxido de carbono, podría ser una opción más factible que hacerlo extrayendo hielo de abajo de su superficie y luego electrolizarlo.

El Perseverance aterrizó en el planeta rojo el 18 de febrero en una misión para buscar señales de vida microbiana. En tanto, su mini helicóptero Ingenuity hizo historia esta semana al lograr el primer vuelo en otro planeta. El propio rover grabó directamente los sonidos de Marte por primera vez.

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