Crimea, Ucrania y el conflicto Rusia-Occidente: ¿qué se juega en el mundo?



Explicación completa y balanceada de las raíces, las razones de las partes, el desarrollo y las implicaciones de una “lucha de titanes” que tiene ecos y ramificaciones en todas partes del mundo. 

Ucrania: centro estratégico en Europa
   El conflicto entre Rusia y Occidente deriva del choque de intereses geoeconómicos y geoestratégicos entre las potencias mundiales, golpeadas por la crisis económica internacional, y que ahora enfrenta a Estados Unidos y la Unión Europea (UE) contra Rusia, por el control de Ucrania y Crimea.

  Planteado como una confrontación ético-jurídica, que antepone, por parte de Estados Unidos y la UE, “la defensa de la legalidad internacional”, y por parte de Rusia, “el respeto a la autodeterminación de los pueblos”, el conflicto oculta, con un ropaje ideológico, los intereses de las potencias que se enfrentan después de la Gran Recesión 2008-2009.
El conflicto oculta, con un ropaje ideológico, los intereses de las potencias que se enfrentan después de la Gran Recesión 2008-2009.
   Ucrania nació con la Unión Soviética en 1922, como segunda república en importancia después de Rusia dentro de la Unión, y emergió en Europa después del derrumbe de la URSS en 1991, como uno de sus Estados más grandes y estratégicos.
 
   Ucrania tiene fronteras con cinco países de Europa central (Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Moldavia), con dos países de la extinta URSS (Rusia y Bielorrusia) y con gran parte de la costa norte del Mar Negro y el Mar de Azov (ver Mapa 1).


   Esta posición geopolítica privilegiada en Eurasia, que explica su papel como principal paso del gas ruso a Europa, explica también el interés de la UE en atraerla a su área de influencia y alejarla de Rusia; así como el interés de Estados Unidos y la OTAN en avanzar hacia ella.
Mapa 1
   La desintegración soviética y el fin de la Guerra Fría conllevaron la disolución del...
.... Pacto de Varsoviaa principios de los noventa, y llevaron, por el contrario, a reforzar la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y su ampliación hacia el este de Europa (ver mapa  2).

En este proceso, Ucrania también constituye una pieza clave como Estado tapón que separa y articula las fronteras entre la OTAN y Rusia, esta última contraída en Europa tras la disolución del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), del Pacto de Varsovia y de la pérdida de tres repúblicas bálticas, más Bielorrusia, Ucrania y Moldavia.
Mapa 2
Rusia-Ucrania-Unión Europea: interdependencia y conflicto
   El 80 por ciento de las exportaciones rusas son gas y petróleo, y cerca del 80 por ciento de las exportaciones rusas de gas se dirigen a Europa. De estas, el 50 por ciento pasa por Ucrania a través de dos gasoductos, Soyus y Brotherhood, que abastecen el 30 por ciento del consumo europeo. Ucrania, por su parte, depende en su totalidad de las exportaciones energéticas rusas y por eso Moscú ha jugado la carta de la amenaza de suspenderle el suministro.

   En este escenario, Europa depende del gas ruso y Rusia de sus exportaciones de gas a la UE, en una complementariedad ahora convertida en conflicto por la crisis económica mundial. Por ejemplo, en enero de 2009, durante la Gran Recesión, la “Guerra del gas” entre Rusia y Ucrania (2005-2009) llevó a la suspensión del suministro ruso y originó una crisis en gran parte de Europa en pleno invierno, poniendo en evidencia la fragilidad energética europea.
En enero de 2009, durante la Gran Recesión, la “Guerra del gas” entre Rusia y Ucrania (2005-2009) llevó a la suspensión del suministro ruso y originó una crisis en gran parte de Europa en pleno invierno, poniendo en evidencia la fragilidad energética  europea.
   En la época soviética, cuando Ucrania y Bielorrusia hacían parte de la URSS, el gas ruso que iba a Europa circulaba por 3 gasoductos que atravesaban esos países: el Yamal, por Bielorrusia, y los mencionados Soyus y Brotherhood, por Ucrania. Esta era la ubicación geográfica óptima, cuando no se pensaba en el fin de la URSS, pero la fractura complicó las cosas para todos.

   Cuando Vladimir Putin asumió el poder en 2000 inició la construcción de nuevos gasoductos para romper la dependencia heredada con Ucrania y Bielorrusia, pero manteniendo la dependencia europea de Rusia.
Por el norte el Nord Stream, que entró en funcionamiento en 2011 y que abastece de gas a Alemania, atravesando el Mar Báltico; y por el sur, el Blue Stream, que abastece a Turquía (que no es miembro de la UE), y el South Stream que, atravesando el mar Negro, iniciaría hacia fines de 2015 la distribución de gas al sur de Europa. Sin embargo, la importancia estratégica de Ucrania en el transporte del gas a Europa sigue siendo grande (ver mapa 3).
Mapa 3
Itinerario de un conflicto internacional
   Durante el siglo XIX y hasta la I Guerra Mundial el territorio de la actual Ucrania estaba repartido entre el Imperio Austro-Húngaro, al oeste, y el Imperio Ruso, al sureste. La disolución de ambos imperios unificó este territorio en la naciente Unión Soviética, que conformó la República Socialista Soviética de Ucrania, la cual conservó su división histórica entre un oeste más europeísta y ucraniano, y un sureste, cultural y lingüísticamente ruso.

   Durante la era soviética esta división se mantuvo latente y afloró en una Ucrania “independiente” al terminar la Guerra Fría. Deste entonces el país se debate entre las fuerzas que lo dividen en dos sectores, donde se juegan los intereses de la UE y Rusia (ver Mapa 4).
Mapa 4
   En las elecciones de 2010, el candidato proruso Victor Yanukovich triunfó por un estrecho margen sobre la candidata proeuropea, Yulia Timoshenko, lo que agravó las tensiones geopolíticas en Ucrania, las cuales acabaron por explotar ante la negativa de Yanukovich de firmar un Acuerdo de Asociación y Libre Comercio con la UE.

   Este Acuerdo, que frustra el proyecto ruso de crear una Unión Aduanera Euroasiática con Bielorrusia, Kazajstán y Ucrania, cuya ausencia como socio estratégico implicaría el fracaso de la Unión, está en el centro del conflicto entre Rusia y Occidente. 

   El Acuerdo, que se venía negociando desde 2012 entre Yanukovich y la UE, se estancó bajo presiones de Moscú, hasta que la negativa de Yanukovich a firmarlo el 21 de noviembre de 2013 en la Cumbre con la UE en Vilnuis (Lituania), desencadenó  manifestaciones contra su gobierno, impulsadas por el movimiento denominado Maidan (plaza), que aglutinó la oposición y exigió elecciones anticipadas y reforma constitucional.

   La firma de un acuerdo entre Putin y Yanukóvich en Moscú el 17 de diciembre, que concedía ayuda a Ucrania por US$ 15 mil millones y rebajaba el precio del gas en 30 por ciento desató en Kiev manifestaciones que intentaron tomar el Parlamento y edificios gubernamentales, lo que dejó un saldo de 82 muertos y 645 heridos.
Este Acuerdo, que frustra el proyecto ruso de crear una Unión Aduanera Euroasiática con Bielorrusia, Kazajstán y Ucrania, cuya ausencia como socio estratégico implicaría el fracaso de la Unión, está en el centro del conflito entre Rusia y Occidente.  
   El 21 de febrero de 2014 Yanukóvich firmó un acuerdo para adelantar elecciones, formar un gobierno de transición y reformar la Constitución, que la oposición radicalizada rechazó, exigiendo su destitución.

   El 22 de febrero, ante la toma de las sedes del gobierno en Kiev y la pasividad de la Policía y el Ejército, Yanukóvich abandonó Kiev y denunció un golpe de Estado. El Parlamento asumió el poder, decretó la destitución del presidente y conformó un gobierno con la oposición.

   El 4 de marzo, cuando el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, visitó Kiev, ofreciendo US$ 1.000 millones de ayuda al nuevo gobierno, Rusia, en demostración de fuerza, realizó el lanzamiento de prueba del misil intercontinental de última generación RS-12M Topol. Al día siguiente, la UE ofreció a Ucrania 11.000 millones de euros.
  
   Ante el hecho cumplido de la destitución de Yanukovich, que Rusia rechazó como un golpe de Estado, el Kremlin decidió intervenir en Crimea, previendo que el nuevo gobierno ucraniano no solo sustraería a Ucrania de su área de influencia, sino que amenazaría su permanencia en la base naval de Sebastopol, en Crimea, pactada hasta 2042, además de abrir el camino a la expansión de la OTAN al Mar Negro, y cerrar la salida de la flota rusa al Mediterráneo por los estrechos del Bósforo y Dardanelos en territorio de Turquía (ver mapa 5).

   Entre el 27 y 28 de febrero, un grupo armado proruso sin identificar tomó las sedes del gobierno, el Parlamento de Crimea y los aeropuertos de Simferópol y Sebastopol, y el 1 de marzo, las autoridades de Crimea pidieron ayuda a Moscú, por lo que el Senado ruso autorizó a Putin para desplegar tropas si era necesario.

   El 11 de marzo, el Parlamento de Crimea aprobó una declaración de independencia y citó un referéndum, que se realizó el 16 de marzo, con participación del 83 por ciento de la población, con un 96,7 por ciento a favor de la unificación con Rusia.
   Al día siguiente, Putin firmó el reconocimiento de independencia de Crimea. La UE respondió restringiendo visados y congelando bienes a 21 funcionarios rusos y ucranianos, y Estados Unidos a siete rusos y cuatro ucranianos, incluido Yanukóvich.
   El 18 de marzo, Putin rubricó el acuerdo de adhesión de Crimea a Rusia, que pasó a ser territorio ruso por encima de la protesta y el desconocimiento de Occidente
   Por su parte, el 21 de marzo la UE firmó con Ucrania la parte política del Acuerdo de Asociación, como un mensaje a Moscú ante la adhesión de Crimea, y Obama aprovechó la Cumbre con la UE, el 26 de marzo, para presionar a Europa por mayor financiación a la OTAN.

   A partir de entonces se viene produciendo una escalada de sanciones contra Rusia, promovidas por Estados Unidos, incluido su retiro del G-8, ante las que Moscú ha respondido con sanciones recíprocas.
Mapa 5
Repercusiones internacionales
   Los inusitados acontecimientos que condujeron a la adhesión de Crimea a Rusia y al resquebrajamiento de sus relaciones con Occidente plantean serios interrogantes sobre la estabilidad global.

1: ¿Estamos ante la amenaza de una nueva versión de la Guerra Fría?
   Hoy ni Rusia ni Estados Unidos representan los mismos poderes de antaño y su confrontación perdió el carácter ideológico-político entre capitalismo y socialismo, para ser abiertamente económica y geopolítica. Rusia, reducida y debilitada económica y geográficamente, sin una comunidad económica como el CAME, ni una alianza militar como el Pacto de Varsovia, no es ni la sombra de la extinta URSS.
  
   Sin embargo, la base tecnológica-militar de la Guerra Fría, fundada en la existencia de los arsenales nucleares de la URSS -ahora centralizados en Rusia y más modernizados- junto con los de Estados Unidos, Europa, China y otros países de Asia, aseguran que el principio rector de la Guerra Fría, la certeza de la “mutua destrucción asegurada”, siga negando la posibilidad de una guerra a escala global entre las potencias existentes en la actualidad.

2: ¿Conducirán estos enfrentamientos y sanciones al agravamiento de la crisis económica mundial?
   En una coyuntura de contracción del ciclo económico capitalista, la escalada de mutuas sanciones económicas, comerciales y diplomáticas, conlleva una mayor de reducción de los intercambios y de la producción global, lo que aumenta el desempleo, fragmenta la globalización y estimula el proteccionismo, lo cual es el camino más corto hacia la guerra.

3: ¿Existe relación entre lo que ocurrió primero en Siria, luego en Ucrania y actualmente en Venezuela?
   Mirado desde una perspectiva estratégica y geopolítica, son muchas las coincidencias en las estrategias y los intereses en juego en esos países, donde se sigue la línea de desestabilizaciones geopolíticas iniciada en los países musulmanes desde 2010 con la Gran Recesión.
   En ese sentido las circunstancias parecen confirmar que en el presente somos testigos de una ofensiva intercapitalista global contra los eslabones estratégicos más débiles de la competencia imperialista, que tiene como objetivo amortiguar la caída de la tasa de ganancia del capital internacional.

* Doctor del Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias de Moscú, profesor titular pensionado de la Universidad de Antioquia, analista en geopolítica y relaciones internacionales, su último libro es La geopolítica tras el 11 de Septiembre.

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