En el momento en que la víctima tuvo a su primer hija, su suegra y su cuñada comenzaron a exigirle una dote mayor y, cuando se volvió a quedar encinta, las familiares de su esposo acudieron a un adivino, quien predijo que tendría otra nena.
Como este augurio no les agradó, las parientes trataron de convencer al matrimonio para que la gestante abortara, opción que ambos esposos rechazaron. Un día que el marido se ausentó del hogar, su madre decidió verter ácido y queroseno en el vientre de la mujer mientras dormía.