La nebulosa Saturno está
situada a unos 5.000 años luz, en la constelación de Acuario (el
aguador). Su nombre deriva de su extraña forma, parecida al planeta anillado
que todos conocemos visto de canto.
Pero, de hecho,
las nebulosas planetarias no tienen
nada que ver con planetas.
La nebulosa Saturno era originalmente una
estrella de baja masa que se expandió a gigante roja al final de su vida
y comenzó a liberar la materia de sus capas más externas.
Este material fue arrastrado por fuertes
vientos estelares y excitado por la radiación ultravioleta generada
por el caliente núcleo que iban dejando atrás, creando una nebulosa
circunestelar de polvo y gas caliente de vivos colores.
En el corazón de la nebulosa Saturno se
encuentran los restos de la estrella, visible en esta imagen, que está en
proceso de convertirse en una enana blanca [1].
Con el fin de entender
mejor cómo las nebulosas planetarias adquieren esas formas extrañas, un equipo
internacional de astrónomos, liderado por Jeremy Walsh, de ESO, ha utilizado el
instrumento MUSE (Multi Unit Spectroscopic Explorer) para penetrar
dentro de los velos polvorientos de la nebulosa Saturno. MUSE es un instrumento
instalado en una de las cuatro Unidades de Telescopio del Very Large Telescope en el Observatorio Paranal
de ESO, en Chile.
Es tan potente porque no solo crea una imagen,
sino que también recoge información sobre el espectro (o gama de colores) de la
luz del objeto en cada punto de la imagen.
El equipo utilizó el
instrumento MUSE para producir los primeros mapas ópticos detallados del gas y
del polvo distribuidos a lo largo de una nebulosa planetaria [2].
La imagen resultante de la nebulosa Saturno
revela muchas estructuras intrincadas, incluyendo una burbuja elíptica
interior, una burbuja o capa exterior y un halo. También muestra dos
corrientes, anteriormente captadas, que se extienden desde los dos extremos del
eje largo de la nebulosa y terminan en ansae brillantes
(la palabra latina para “asas”).
Curiosamente, el equipo
también encontró en el polvo una zona en forma de onda, que aún no se comprende
con detalle. El polvo se distribuye a lo largo de la nebulosa, pero, en el
borde de la burbuja interna, hay una caída significativa en la cantidad de
polvo, una zona en la que parece que se está destruyendo. Hay varios mecanismos
posibles para esta destrucción.
La burbuja interna es esencialmente una onda
expansiva extendiéndose, por lo que o bien puede estar rompiendo los granos de
polvo y destruyéndolos, o bien puede estar produciendo un efecto de
calentamiento extra que evapore el polvo.
Cartografiar las
estructuras del gas y el polvo en las nebulosas planetarias ayudará a
comprender su papel en la vida y la muerte de las estrellas de masa baja, y
también ayudará a los astrónomos a entender cómo adquieren las nebulosas
planetarias esas formas tan extrañas y complejas.
Pero las capacidades de
MUSE se extienden más allá de las nebulosas planetarias. Este sensible
instrumento también puede estudiar la formación de estrellas y galaxias en el
universo temprano, así como cartografiar la distribución de materia oscura en cúmulos
de galaxias en el universo cercano. MUSE también ha creado el primer mapa 3D de
los Pilares de la Creación en
la nebulosa del Águila (eso1518) y ha obtenido
imágenes de un espectacular choque cósmico en una galaxia cercana (eso1437).
Notas
[1] Generalmente, las nebulosas planetarias tienen una vida corta;
la nebulosa Saturno durará solo unas pocas decenas de miles de años antes de
que llegue la fase de expansión y enfriamiento y acabe siendo invisible para
nosotros. Entonces, la estrella central se desvanecerá, convirtiéndose en una
caliente enana blanca.
[2] El Telescopio Espacial Hubble de NASA/ESA ha proporcionado
anteriormente una espectacular imagen de la
nebulosa Saturno pero, a diferencia de MUSE, no puede revelar el espectro en
cada punto sobre la nebulosa entera.