Esta es una de tres partes de la serie escrita por Florencia Roveri de
Nodo TAU y publicada originalmente en APC Noticias que se reproduce aquí como parte de una asociación entre la
Asociación para el Progreso de la Comunicación y Rising Voices.
Telecentro Xinavane en Mozambique. Foto de Mark Surman y usada bajo licencia de CC. |
El acceso a internet para comunidades locales ha
sido un desafío durante décadas para quienes trabajan por lograr igualdad de
derechos para todos, especialmente cuando se trata de grupos que de alguna
manera ven afectado su acceso a esos derechos. A este respecto, ya hay un
camino andado de unir experiencias tecnológicas y comunitarias a fin de
colaborar con el fortalecimiento de tales grupos. Los telecentros y las redes
comunitarias han sido dos hitos en este viaje. En este artículo examinaremos
ambos casos, identificados por las comunidades como una forma de obtener acceso
a la tecnología.
En la década de 1990, surgieron experiencias en
numerosas partes del mundo que se centraron en extender el uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC) a toda la población. Los
ejemplos incluyen cibercafés, quioscos telefónicos y telecentros.
Particularmente, los telecentros tenían diversos formatos y denominaciones,
como telecentros básicos, telecentros cívicos y sociales polivalentes, y
centros tecnológicos o telecentros comunitarios.
Estas iniciativas formaron parte del auge de las
políticas neoliberales que empezaron a aplicarse en la última década del siglo
XX y que liberalizaron el sector de las telecomunicaciones para someterlo a las
reglas del mercado, en la mayoría de los casos con la marcada participación de
inversionistas extranjeros, que no estaban particularmente interesados en el
desarrollo tecnológico local.
*Este
modelo de extensión del acceso, basado en una lógica empresarial, agravó las
posibilidades de acceso de ciertos sectores. Especialmente en el caso de
quienes viven en zonas rurales, en zonas geográficamente complejas o en la
periferia de las ciudades, que las empresas consideran costosas de conectar y
con bajos rendimientos.
Sin embargo, muchos Gobiernos adoptaron el desafío
de extender masivamente el acceso a la población, desarrollaron diferentes
formas de políticas públicas, junto con estrategias y modificaciones de las
relaciones entre el sector privado y la sociedad civil. Esto se realizó con la
creación de mecanismos institucionales como comisiones, juntas, secretariados o
programas para diseñar políticas que buscaban reducir la brecha digital e
incorporar a la población en la sociedad de la información dominante y en
expansión. La Declaración de Florianópolis expresaba
y fomentaba esta tendencia en Latinoamérica y el Caribe a mediados de la
primera década del siglo XXI. Los telecentros surgen como parte del desafío
asumido por los Gobiernos para proveer acceso universal a las TIC, y responder
a la necesidad de promover el desarrollo a través del uso y la apropiación de
dichas tecnologías. *Las políticas para
el acceso universal, que requiere que las compañías telefónicas destinen un
porcentaje de sus ganancias para conectar zonas no rentables, también fueron
parte de esta tendencia; sin embargo, aunque las políticas se anunciaron en
muchos países, no siempre se implementaron.
Telecentros comunitarios
¿Qué
son los telecentros y qué los diferencia de otros espacios que proveen acceso a
internet?
Los telecentros son espacios públicos con acceso a
la tecnología, destinados a una comunidad con el fin de mejorar su desarrollo y
cohesión, que aportan acceso a material, conectividad y contenido. Para
el Telecentre.org Foundation, los
telecentros comunitarios son “lugares donde las personas pueden usar
computadoras, internet y otras tecnologías y así integrar la sociedad de
información en sus propios términos. Mediante las redes y organizaciones que
trabajan con telecentros, se empodera a quien quiera usar la tecnología para
promover el desarrollo comunitario, sin importar sus opciones de desarrollo o
lugar de residencia”.
Centro multimedia comunitario Chokwe en Mozambique. Foto del Telecentre Foundation. |
En otra
definición, “los telecentros aspiran a proveer acceso realista y económico a
las TIC a personas que viven en zonas rurales y marginadas pues concentran
servicios e infraestructura básica de telecomunicaciones en un lugar dentro de
las comunidades”, como refiere Moisés López, autor de una tesis que destaca las
experiencias de telecentros alrededor del mundo. López atribuye el aumento de
telecentros al hecho de que numerosas organizaciones, “incluidas agencias de
cooperación y organizaciones no gubernamentales, instituciones multilaterales y
Gobiernos, detectaron el potencial para el desarrollo social intrínseco a las
TIC, y el preponderante peligro de que a una gran parte de la población mundial
se le niegue el acceso a estas tencologías”.
Por otro
lado, el mismo autor alerta que esta iniciativa se llevó a cabo como una forma
de aumentar el mercado global y de incentivar el comercio internacional a
través de la creación de nuevas redes de comunicación y servicios. *“Las
motivaciones económicas a menudo se superponen a las motivaciones sociales
cuando se promueven las TIC en los países más desfavorecidos. Pero si los
beneficios económicos o el potencial para el desarrollo prevalecen, lo cierto
es que las estrategias se están proyectando para extender y garantizar el
acceso universal a estas tecnologías, como forma de reducir la brecha digital
desde una perspectiva comunitaria, con el fin de ahorrar costos y crear
sinergias entre los diferentes actores participantes. En este sentido, una de
las iniciativas que ha despertado más expectativas ha sido el desarrollo de los
telecentros”, comentó el autor español en 2002 mientras escribía su
tesis.
Numerosos
análisis de telecentros han destacado el anclaje comunitario proporcionado por
las organizaciones sociales involucradas. En 2006, Fernanda Di Meglio y María
Soledad Oregioni analizaron el rol que juegan las organizaciones en la
construcción de la sociedad de información, principalmente en Latinoamérica.
Básicamente, se tomó en cuenta la incorporación de telecentros como una
herramienta para cumplir con este objetivo, y como un complemento tanto de las
organizaciones estatales internacionales que trazan políticas para este propósito.
Los autores expresan que “aunque no haya definición que contemple los
diferentes tipos de telecentros, la característica que los une es ser un
espacio físico que proporciona acceso público a las TIC para desarrollarse a
nivel educacional, personal, social y económico. Esto está basado en la premisa
que no todo el mundo tiene acceso las TIC. Sin embargo, mientras el acceso es
importante, la apropiación de la tecnología es fundamental”.
Esta
investigación entabla un estudio comparativo de dos países latinoamericanos,
Argentina y Perú, y subraya la experiencia argentina de los Centros
Comunitarios de Tecnología, la red de telecentos de Nodo TAU, junto
con la experiencia de la Red Científica Peruana, red de instituciones
académicas creada en 1991 que coordina espacios para acceso público. El trabajo
también destaca el rol de las organizaciones internacionales en la promoción y
la sustentabilidad de las experiencias, particularmente el trabajo implementado
por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC).
Al mismo
tiempo, otros estudios han enfatizado precisamente la falta del anclaje de la
comunidad, que es una de las principales críticas de los telecentros
establecidos que usan un enfoque vertical. En este sentido, *el análisis se enfoca en evaluar si las
propias comunidades participaron en la creación, mantenimiento y gestión de los
telecentros o si fueron simples usuarios de modelos traídos por agentes
externos.
En este
contexto de desarrollo de internet, con un gran sector de la población sin
acceso a la tecnología, un mercado en crecimiento y estados en retirada, las
discusiones existentes continúan pertinentes al día de hoy:
· ¿Cómo se coordinan los
diferentes actores involucrados en políticas públicas?
· ¿Cuáles son las
posibilidades, potencialidades y limitaciones de las organizaciones sociales en
sus acciones conjuntas con el estado?
· ¿Cuáles son los intereses
del mercado y qué razonamiento forma parte de esas políticas?
· ¿Cuál es el rol de las organizaciones,
organismos internacionales y financiamiento internacional, especialmente en
esta época en que las organizaciones ocupan los espacios que pertenecen al
estado?
En el corazón de las comunidades
Eduardo Rodríguez es miembro fundador de Nodo TAU,
organización integrante de APC que coordinó una red de diez telecentros entre
2001 y 2008 en la ciudad de Rosario, Argentina. “El elemento esencial en
términos de telecentros es la comunidad”, dice Rodríguez. La experiencia de
Nodo TAU fue desarrollada con grupos que ya estaban organizados, tenían
experiencia y eran conocidos por la población local. También tenían personas
comprometidas con sus proyectos, que fueron quienes llevaron a cabo la gestión
y coordinación de los telecentros. “Un telecentro es un espacio donde la
comunidad comparte nuevas tecnologías, desde el uso de computadoras a la
conexión de internet. Es un espacio físico donde la gente se encuentra cara a
cara. El objetivo es acercar a parte de la población a los recursos
relacionados con las TIC, a los que de otra manera no hubiera tenido acceso,
porque nadie pone un cibercafé en parroquias o centros comunitarios con los que
trabajamos. Eso significan los telecentros”.
Entre los
desafíos a los que los telecentros se enfrentaron, Eduardo menciona los de
naturaleza tecnológica y comunitaria. “Los telecentros aparecieron en un
momento de desarrollo de internet en el que la conectividad era un gran desafío
que apenas se resolvió al final de ese período”. Y no fue solo porque esos
lugares no estaban conectados a internet: algunos ni siquiera tenían
electricidad.
Entre
otras de las dificultades encontradas, Eduardo aún menciona la coordinación.
“Era muy difícil mantener a una persona que se dedicara completamente al
telecentro, y conseguir los recursos necesarios para que esa coordinación fuese
estable y sostenible. Significaba un gran esfuerzo y es una de las razones por
las que con el tiempo algunos telecentros fallaron. Otras experiencias, en
otros países, pudieron solucionar este dilema, tal vez debido a las condiciones
de gran aislamiento, de recursos más exclusivos, en lugares más inhóspitos,
donde la gente repartía los recursos para ese uso por no haber más opciones que
el telecentro”.
Pero en
la ciudad es más complicado; hay más suministro y otras formas de acceso.
Actualmente el aspecto tecnológico desde el punto de vista del hardware ha sido
solucionado. Lo que no ha sido resuelto es el problema de la conectividad. Es
de mala calidad o no hay. Esto continúa siendo una cuestión crítica en los barrios
urbanos, y aún más en las zonas rurales y el interior del país. “¿Quién
invertirá en conectividad?”. La pregunta todavía tiene relevancia. Para
Rodríguez, las redes inalámbricas comunitarias contribuyen a solucionar este
problema.
A
Rodríguez lo invitaron a comparar el modelo de los telecentros y el de las
redes comunitarias, y define la red comunitaria como “una red inalámbrica que
requiere un complejo nivel de organización, dependiendo de cuánto progreso se
haya conseguido”, y subraya la innovación y el potencial de extender
físicamente la conectividad y llevarla a lugares críticos donde el acceso es
difícil. “Hay experiencias en Africa, en Asia, en Latinoamérica, donde redes
comunitarias brindan la conexión existente. No hay nada más disponible”.
Explica:
“En las grandes ciudades, el desarrollo de esas redes está en manos de gente
muy dedicada a la tecnología, pero que a veces le parece más difícil trabajar a
nivel comunitario. Entienden el desafío tecnológico, pero a veces, cuando está
resuelto pierden interés y abandonan las redes. En el contexto urbano es muy
fácil que esto ocurra, porque si te mueves un poco, tienes otra opción. La
ciudad y su zona periférica o la zona rural tienen necesidades diferentes. La
solución sería juntar a los entusiastas de desafíos tecnológicos con las
necesidades específicas de una comunidad. Y esto podría ser posible trabajando
junto a la comunidad o dando formación tecnológica, que es lo que AlterMundi hace
en Córdoba, Argentina”.
Rodríguez
también señala su preocupación por el modelo de red: “Pueden transformarse en
una red de personas, cada una en su lugar, que comparten la conexión y sus
contenidos. Ahí sí veo una gran diferencia con los telecentros. Aunque la red
requiere un esfuerzo comunitario en términos de utilización y mantenimiento,
luego puede transformarse en una forma de compartir en línea con cada persona
en su propio lugar. No es lo mismo compartir cara a cara que compartir en
línea. Se puede ver en esto uno de los principios de capitalismo: aislar a la
persona. Y en ese aislamiento, todas las necesidades de una persona,
entretenimiento e inclusive sus deseos se satisfacen, pero permanece aislada.
Para mantener el modelo comunitario, las redes tienen que redoblar esfuerzos en
todo lo que implique colaboración real. Desde la propiedad de la instalación y
la infraestructura hasta los contenidos”.
En este
sentido, Eduardo destaca la experiencia de guifi.net, integrante
de APC en Cataluña que ha desarrollado redes comunitarias. “Han podido
intervenir desde una perspectiva ideológica en el corazón de la red. No solo
han lidiado con cuestiones de conectividad, también de derecho a la
comunicación y definir qué hacer con esa conectividad, con qué tipo de
contenido, y qué idea de seguridad”.
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**En Colombia el gobierno ha impulsado la creación de "telecentros" en espacios institucionales, los PUNTOS VIVE DIGITAL,
caracterizados como puntos de encuentro y fundamentalmente, de aprendizaje.
Inicialmente orientados por las mismas empresas proveedoras del servicio,
ahora, con participación institucional a nivel local y regional.
Aunque la
penetración del internet se ha dado exponencialmente en el país la
participación en los telecentros comunitarios – puntos Vive Digital- se han
limitado casi que, a un servicio “asistencial” y dirigido fundamentalmente al
adulto mayor, en la mayoría de los casos, la participación comunitaria y el
aporte a los procesos de articulación, desarrollo e integración comunitaria es
muy bajo.
Al ser un “programa” gubernamental conducido por un agente
institucional cada punto o telecentro se desarrolla bajo la capacidad o la
intención de dicho agente, no hay una política pública que coordine y oriente
hacia objetivos específicos la actividad de los telecentros. El reto de la
participación comunitaria como comunidad, el empoderamiento y su proyección aún
está por desarrollarse.
* Las negrillas son adicionadas por METROnet.
** El aparte es agregado por METROnet