Producir alimentos sin agrotóxicos

 biodiversidadla - Por Fernando Frank  


¿Se puede producir alimentos y dar de comer al mundo sin agrotóxicos? Está probado que sí. La ONU demostró que no son los agronegocios los que más producen.
En el marco del debate por los agrotóxicos (manejo de envases, insumos, plaguicidas etc.) surge una pregunta: ¿Se puede producir alimentos sin usar agrotóxicos? Claro que sí. Y se hace: en producciones ganaderas de pastizales naturales, en Municipios y Comunidades que fomentan la agroecología, en los campos de las muchísimas familias horticultoras, en empresas de producción orgánica, y en muchísimas más que lo hacen de forma más o menos silenciosa.
Esto lleva a una segunda pregunta: produciendo sin agrotóxicos, ¿se puede alimentar al mundo? Claro que sí. Es lo que se hizo desde los orígenes de la agricultura, hace más de 10.000 años. Solo en las últimas décadas en que los tóxicos fueron inventados y difundidos, se produjo, en parte, dependiendo de venenos. ¿Había hambre? Sí, lamentablemente. Las hambrunas históricas, como las de hoy, sin embargo no fueron causadas por la falta de producción sino por la pobreza, las guerras y las catástrofes.
La FAO estima que hoy, que se produce en exceso, son 842 millones las personas que sufren hambre crónica. Como se dice desde los movimientos sociales: el hambre es un crimen.
En el vínculo entre alimentación y salud, además del hambre, están todas las formas de malnutrición (carencias, excesos y desequilibrios). Las enfermedades vinculadas con la mala alimentación (diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares, etc.) crecen en todos los países. Y crecen tanto que la OMS declaró a la malnutrición como pandemia.
Los agronegocios:
Desde finales del siglo XX se intensificaron los esfuerzos de las corporaciones transnacionales por apropiarse de los sistemas alimentarios mediante la absorción de las producciones locales y nacionales. La avanzada ganó intensidad luego de la crisis de 2008. Dos frentes de disputa son las leyes de semillas (resistidas en cada país de América del Sur) y el acaparamiento de tierras y aguas.
En el informe «Tecno-fusiones comestibles: Mapa del poder corporativo en la cadena alimentaria» del grupo independiente de investigación ETC, podemos ver que estamos ante un problema global: las empresas de insumos, procesamiento y comercio se concentran monopólicamente y articulan cada vez más entre sí.
La agricultura industrial argentina se ha concentrado en la producción de granos transgénicos, principalmente soja y maíz que, en una gran proporción, no llegan a las mesas de los argentinos. Entre los usos no alimentarios están las exportaciones de granos y subproductos, la producción de biocombustibles, los biomateriales y la producción de alimentos para mascotas. Lo que sí va a alimentos, va a formas poco eficientes y problemáticas con el ambiente y la salud: comestibles ultraprocesados (responsables de la pandemia de obesidad y malnutrición) y ganadería industrial. Pese a la propaganda, muchas de estas producciones son muy ineficientes en el uso de recursos, se transportan a enormes distancias y son funcionales a la concentración. Más que alimentos producen desigualdad, pobreza y enfermedades.
La otra cara:
Lean con atención la resolución A/RES/72/239 del 19 de enero de 2018 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En ella se aprobó la Declaración del Decenio de la Agricultura Familiar 2019-2028 y se afirma que «las explotaciones agrícolas familiares producen, en cuanto a su valor, más del 80 por ciento de los alimentos del mundo». En síntesis: los agronegocios que desforestan, contaminan, concentran la economía generando desigualdad solo producen el 20 por ciento de los alimentos a nivel mundial.
Desde hace mucho se sabe que el hambre no está causada por la falta de producción. Dos ejemplos cercanos: en Argentina, en 2002 y en 2019 hubo hambre récord en años de cosecha récord.
Volviendo al debate de los agrotóxicos, a propósito de lo que hoy sucede en La Pampa (Argentina), hoy podemos avanzar en disminuir el consumo de herbicidas recuperando la ganadería pastoril de la pampa húmeda y de otros territorios volcados al monocultivo transgénico. Es muy importante recuperar las históricas producciones mixtas con granos, y está la cultura productiva para hacerlo.
Capacitación:
También tienen un impacto muy positivo las medidas que se tomen para alejar la exposición de las poblaciones a los agrotóxicos. En este marco están las distancias de aplicación, los controles en habilitaciones (de trabajadores, profesionales, maquinarias), los avances en el debate por la regulación en las aprobaciones comerciales y el control al extremo de residuos de agrotóxicos en alimentos y fuentes de agua. También podemos ver, en todo el país, lo positivo y multiplicador del apoyo público a las producciones locales de alimentos, que ya producen sin venenos.
En cuanto a los debates académicos y técnicos son importantes los avances en la formación. Ejemplo: el INTA capacitando masivamente de forma gratuita y virtual en agroecología (https://mooc.inta.gob.ar/).
Debatir y avanzar:
Es necesario el debate por el manejo de bidones, empaques, insumos, abonos y plaguicidas.
Entendemos que con el debate amplio se puede priorizar los derechos de las mayorías. No puede seguir pasando que las empresas se autocontrolen. Ya lo hicieron durante mucho tiempo y generaron innumerables violaciones a derechos.
Como está sucediendo con las luchas por los páramos y en defensa del agua, entusiasma ver el crecimiento del debate y  cómo se pueden lograr los consensos. Debatamos y avancemos.
Fuente: La Arena

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