Asalto al banco: la estrategia de Trump en el BID

CONNECTAS - MARÍA CAMILA HERNÁNDEZ.- Mientras en Estados Unidos comenzaba la Convención Demócrata en modo virtual, una misión de alto nivel del presidente Donald Trump llegaba a Colombia. Entre los integrantes de la misión que el 17 de agosto presentó el programa ‘Colombia Crece’ –con importantes recursos para el desarrollo de las regiones, la infraestructura y la seguridad–, estaba Mauricio Claver-Carone, asesor para asuntos del hemisferio occidental de la Casa Blanca y ahora candidato de Estados Unidos para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 


Más como candidato que como asesor, Claver-Carone anunció recursos, nuevas alianzas y más cooperación, una muestra clara de que Washington está apostando todo por lograr la presidencia del BID, que ve como una pieza clave en sus intereses sobre la región y en la campaña de reelección de Donald Trump. Sin embargo, su postulación ha generado el rechazo de diplomáticos y expertos, así como de países miembros del banco, pues la elección de un candidato estadounidense supondría el quiebre de una tradición tan antigua como el mismo BID: que su presidente sea siempre un latinoamericano. Desde su fundación en 1959, cuatro hombres han ejercido este cargo: el chileno Felipe Herrera, el mexicano Antonio Ortiz Mena, el uruguayo Enrique Iglesias y el colombiano Luis Alberto Moreno.
La movida no sorprende en lo que respecta a la política exterior del mandatario estadounidense. Sigue la lógica del ‘A mi manera o de ninguna manera’, el modus operandi de Donald Trump desde que asumió la presidencia. “O los organismos multilaterales se ajustan a los intereses particulares de Estados Unidos en el mundo, o Estados Unidos no hace parte de ellos”, le dijo a CONNECTAS Sandra Borda, académica de la Universidad de los Andes de Bogotá.

¿Cuáles podrían ser esos intereses particulares que motivaron a Trump a irrumpir en las elecciones del BID? A tres meses de los comicios en los que aspira a ser reelegido, cualquier decisión del Presidente es un acto de campaña. Al igual que en la guerra comercial con China, el tratado comercial con México y Canadá o la relación con la OMS, al marcar territorio en la entidad multilateral Trump también tiene sus ojos puestos en casa; Claver-Carone, el aliado de la diáspora cubana, podría darle puntos en una reñida campaña presidencial.

Según Christopher Sabatini, investigador principal para América Latina de Chatam House de Londres, la nominación de Claver-Carone puede ser una estrategia republicana para ganar los 29 votos electorales de Florida en las elecciones presidenciales de noviembre. El padrino político de Claver-Carone es, según Sabatini, el senador republicano Marco Rubio, también de origen cubano y muy alineado con las posturas de Trump en el contexto internacional. Los temas que conoce bien Claver-Carone, tales como el embargo a Cuba y el endurecimiento de la postura frente a Venezuela, pueden ser muy populares para ganar votos en Florida, pero muy alejados del objetivo y misión del BID.

Por eso, sin importar qué motiva esta decisión de Trump, Claver-Carone genera preocupación por partida doble: primero, por el simple hecho de ser un candidato estadounidense y, segundo, porque plantea el riesgo de que el banco regional se convierta en una plataforma para impulsar la agenda de seguridad dictada por Estados Unidos a Latinoamérica. Su reciente visita a Colombia es tan solo un ejemplo de que, para la administración Trump, las palabras ‘recursos’ y ‘seguridad’ siempre van en la misma frase.


La regla no escrita de que sea un latinoamericano quien dirija el BID busca preservar el equilibrio de poder dentro del organismo. “La sede del BID ya se encuentra en Washington y ese país ostenta el 30 por ciento del poder de voto. Por el bien de América Latina y de la institución misma, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no puede convertirse en el “Banco Americano de Desarrollo” (BAD)”, dijo en El País Maximiliano Reyes Zúñiga, subsecretario para América Latina y el Caribe de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

Después de Estados Unidos, los países con mayor poder de voto son Argentina y Brasil, con el 11,3 por ciento cada uno, pero la suma de todos los votos de Latinoamérica y el Caribe, los países que reciben financiamiento o prestatarios, no supera el 50 por ciento. Canadá tiene el 4 por ciento de los votos y el 15,9 por ciento de votos restantes corresponde a países de Europa y Asia.

La tradición de un presidente latinoamericano para el BID se sustenta en el principio de que nadie puede entender mejor las necesidades de la región. “El banco es como un hijo de la Guerra Fría y es una palanca que utilizaron los países latinoamericanos a cambio de su apoyo a Estados Unidos en su enfrentamiento contra la Unión Soviética”, señaló Sandra Borda. Según la internacionalista, el BID fue el escenario escogido por los latinoamericanos para comprometer a Estados Unidos con las políticas económicas y de desarrollo de la región, a cambio del apoyo político de Latinoamérica en la lucha contra el comunismo. La presencia de un presidente latinoamericano, así como la participación de una gran variedad de países de otras regiones, ha evitado la politización de esa ayuda económica por parte de Washington. Algo que podría cambiar con Claver-Carone al mando.


Hoy el BID tiene un capital superior a los 100.000 millones de dólares y es la principal fuente de financiamiento y asistencia técnica para el desarrollo en la región. Sus prioridades actuales son la inclusión social, la productividad e innovación y la integración económica. De manera transversal también se enfoca en la igualdad de género, la sostenibilidad ambiental y la capacidad institucional; temas que no son prioridad para la administración Trump, ni en Estados Unidos ni en su agenda para Latinoamérica. Tampoco son temas familiares para Claver-Carone, que no tiene el perfil técnico que ha caracterizado a los presidentes del banco.

La postulación de un candidato estadounidense para presidir el BID ha creado una situación totalmente anómala. En un lado del ring está Claver-Carone, respaldado por los gobiernos más afines a Estados Unidos como Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay; del otro lado está el bando liderado por Argentina junto con México, Chile, Costa Rica y representantes de la Unión Europea, que propone aplazar la elección prevista para septiembre hasta marzo del próximo año. Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, fue uno de los primeros en criticar la postulación de un candidato de Estados Unidos. Los países europeos miembros del BID hacen parte del Directorio Ejecutivo y utilizan el banco multilateral como un canal para entregar ayudas a la región.

En febrero, mucho antes de que el nombre de Claver-Carone prendiera la polémica, Argentina postuló a Gustavo Béliz, actual secretario de Asuntos Estratégicos de la Casa Rosada. Aunque México apoyó esta candidatura, el exministro de Justicia de Carlos Ménem y de Néstor Kirchner no generó consenso en la región. Surgieron otros nombres, como el de la expresidenta costarricense Laura Chinchilla, y Estados Unidos entró a pescar en río revuelto.

Tal vez por eso ahora Claver-Carone acusa a Argentina de tratar de “secuestrar” la elección del BID. Pero, si bien es cierto que no hay un candidato latinoamericano fuerte, resulta difícil pensar que exista alguno capaz de generar cohesión frente al poder divisorio de Estados Unidos. Por ahora, Claver-Carone cuenta con al menos el 46 por ciento de los votos, mientras que sus opositores suman un poco más de 20 por ciento. Sin embargo, todavía no es claro cuál será el voto de cada uno de los países europeos, que no votan en bloque, ni se conoce la postura de Canadá y Japón, que suman un 9 por ciento más.

Por su parte, Argentina y México siguen tratando de sumar fuerzas. Según le dijo una fuente del gobierno argentino a La Política Online, la producción de la vacuna de la Universidad de Oxford en ambos países, –“un proyecto latinoamericano para latinoamericanos”, como la describió el canciller argentino Felipe Solá–, puede ser un medio para que Argentina recupere el liderazgo en la región e influya en el voto de otros países para aplazar la elección de BID.

En plena pandemia y en medio de una reñida campaña presidencial en Estados Unidos, son cada vez más las voces que piden que se aplace la votación del BID. En julio varios expresidentes latinoamericanos expresaron su “consternación ante esta nueva agresión del gobierno de Estados Unidos al sistema multilateral”. Las críticas han surgido incluso en Estados Unidos. Esta semana se conoció en Washington una carta firmada por varios exfuncionarios, tanto republicanos como demócratas, que apoyan el aplazamiento: “Ante el esfuerzo sin precedentes del presidente Trump por colocar a un estadounidense en la presidencia del BID, se corre el riesgo de alienar a la región y politizar esta exitosa institución”, señalan los firmantes.
Los expertos también advierten sobre el peligro de “marginalizar” al BID si se elige a Claver-Carone para dirigirlo y “los votantes estadounidenses establecen una nueva dirección en noviembre”. De hecho, el candidato demócrata Joe Biden ya se pronunció en contra de la postulación de Claver-Carone. “El nominado de Trump es como la mayoría de sus personas designadas: demasiado ideológico, subcalificado y está buscando un trabajo nuevo después de noviembre”, le dijo a El Tiempo, Kevin Muñoz, portavoz de la campaña de Biden.

Para Borda, un gobierno demócrata en la Casa Blanca y Claver-Carone al frente del banco regional sería el peor de los escenarios para el BID. “Un presidente como Claver-Carone, con una apuesta radical de derecha y sin una administración que lo respalde. Ahí quedamos en un limbo en el que va a ser muy difícil negociar y resolver”, señala.

Ese panorama puede ser también el peor escenario para Latinoamérica. Con pronósticos de una contracción económica de más del 9 por ciento para este año, el papel del BID en la recuperación de la región es clave. Como afirma Pamela Figueroa, profesora de la Universidad de Santiago de Chile, “en la pospandemia está muy claro que va a haber una crisis económica y social en la región y que se van a requerir políticas de desarrollo y cooperación basadas en el multilateralismo”. Algo en lo que Trump ha probado no creer y Claver-Carone no parece tener mucha experiencia.

MARÍA CAMILA HERNÁNDEZ .- Periodista y literata. Trabajó en Noticias Uno, El Tiempo y Portafolio. Se especializa en temas económicos y tiene experiencia en investigación corporativa. Hizo parte del equipo que dio vida a France24 en español para Latinoamérica, donde presentaba la crónica económica. Actualmente es periodista de CONNECTAS.

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