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La negociación con EEUU para una inédita importación de
100.000 barriles diarios de crudo ligero a las refinerías de Pemex, plantea
interrogantes para México en el año de implementación de la apertura a la
inversión privada que pone fin al monopolio petrolero estatal.
Sputniknews - Víctor Flores García - La iniciativa que
volvería el reloj a los años 70, cuando México aún pudo importar petróleo
estadounidense, fue impulsada en esta semana en Washington durante la reunión
de los presidentes Enrique Peña y Barack Obama, y los embarques podrían
comenzar en tres meses, según Pemex.
Es una urgencia ante la dependencia crónica de la
importación de gasolinas, primordialmente de EEUU, que obliga a México, décimo
productor mundial de crudo, a importar el 50 por ciento de la gasolina que
consume.
La estrategia
El objetivo estratégico es mejorar el proceso de refinación
en México, mediante la mezcla del crudo ligero —de fácil refinación- con el
petróleo mexicano que es en su mayoría crudo pesado, es decir con mayor
densidad e impurezas.
El crudo importado de EEUU se destinaría a tres de las seis
refinerías con que cuenta México configuradas para crudos ligeros, a cambio de
la exportación de crudos mexicanos pesados, que serían procesados en las
refinerías estadounidenses de alta conversión.
El intercambio no representa un compromiso adicional de EEUU
a comprar más de los 803.000 barriles diarios de crudo que Pemex exportó en
promedio a EEUU el año pasado 2014, según la propuesta de la petrolera
mexicana.
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Pemex está urgida de una mayor eficiencia logística y tiene
tres razones para aferrase a su vecino: menores costos de transporte; uso
preferente de transporte marítimo hacia México; y reducción del transporte
terrestre en EEUU.
Una tabla de salvación
Las importaciones desde EEUU compensarán además la caída en
picada de la producción mexicana, que en 2014 reportó 180.000 b/d menos, con un
pobre promedio anual de 2,34 millones b/d, un retroceso a niveles de los años
80.
México exporta 40% de su producción, poco más de un millón
de toneles diarios, de los cuales 80% van a EEUU; en cambio, la exportación de
crudo está prohibida en EEUU desde la era del embargo petrolero de la OPEP de
1973.
Pero Washington autoriza las ventas a algunos países como
Canadá, con un modelo de intercambio similar al que necesita México
desesperadamente.
El despacho de buques con crudo estadounidense a México
tendrá un impacto simbólico: ahora crece el reclamo de levantar la prohibición
en EEUU de exportar su petróleo, país que en cinco años ha disparado su
producción hacia su pico histórico alcanzado en los años 70.
Las técnicas de explotación de rocas de esquisto en Texas y
Dakota, dispararon la producción de EEUU en sólo seis años: de 5 a 9,3 millones
de barriles diarios estimados por el gobierno para 2015.
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El país vecino está cerca de lograr y superar su máximo
histórico de 9,6 millones b/d de 1970, muy cerca de desplazar al mayor
productor mundial, Arabia Saudita, según la Agencia Internacional de Energía
(AIE).
Adiós a la nueva refinería mexicana
El plan ha sido revelado semanas después de que Peña
renunció a construir una nueva refinería en México, por 10.000 millones de
dólares, aprobada tras un tormentoso debate en el Congreso durante el gobierno
de Felipe Calderón (2006-2012).
Peña dio marcha atrás: emprendió la reconfiguración de la
refinería de Tula (centro del país) que culminará en 2018, con un costo de casi
la mitad de una refinería nueva, 4.600 millones de dólares.
Así espera aumentar la producción de gasolina y diesel de
180.000 a 300.000 barriles diarios en la refinería de Tula, la segunda de las
seis plantas mexicanas.
La nueva estrategia contempla invertir 20.000 millones de
dólares en proyectos de refinación hasta 2018, centrado en reconfigurar tres de
sus seis antiguas refinerías: Tula, Salamanca y Salina Cruz, adonde enviaría el
crudo de EEUU.
Las interrogantes
La importación cuestiona la ambiciosa reforma energética de
Peña que por primera vez en 76 años rompe el monopolio estatal de Pemex y
permite la inversión privada en su industria petrolera.
Con la reforma, Peña espera elevar la producción mexicana a
3 millones barriles por día al final de su mandato en 2018, una meta que ya se
ve cuesta arriba, en un caótico mercado mundial.
El excanciller mexicano y académico de universidades de EEUU
Jorge G. Castañeda considera que la novedad de las importaciones radica en dos
factores que no existían en la matriz energética de ambos países.
En primer lugar, en noviembre pasado, la "factura
mexicana de compras externas de productos petrolíferos superó la de ventas
foráneas de crudo, pero no parecía ser una tendencia que ameritara un cambio
estratégico para el país".
En segundo lugar –prosigue- "se trata de un fenómeno
inédito para EEUU, aunque previsto por algunos".
"Con los niveles de producción actuales de shale oil
(esquisto) en Texas y Dakota del Norte, Washington puede incluso cambiar la ley
de 1973, y liberar la exportación de crudo a todos los países", pronostica
Castañeda.
Finalmente aparece un nubarrón: Peña confía en los seguros
comprados en los mercados a futuro para que los ingresos petroleros previstos
en el presupuesto en 2015 no sean afectados, pues la tercera parte del gasto
público proviene de Pemex.
Pero existen dudas sobre si esa cobertura garantiza el total
del retroceso de los precios.
Esta semana la brecha ya es de 39 dólares menos del precio
estimado por el gobierno (79 dólares por barril), que por primera vez anunció
recortes al gasto público si sus ingresos son afectados por el derrumbe de los
precios.
La pregunta de Castañeda es ¿qué proporción de las ventas
anticipadas de Pemex para este año 2015 están cubiertas a 79 dólares el barril?