"¡Pareces una nevera!": Las 5 claves de la televisión machista en América Latina

No importan los avances: pocos o muchos. Aún hoy, hay territorios que se resisten a (des)cosificar a la mujer y la televisión, en esa carrera hacia atrás, lleva la delantera.

Versus México, por la igualdad de género

Cuando J. tuvo a su segundo hijo engordó 15 kilos y no pudo quitárselos inmediatamente. Fue entonces cuando dejó de ser la estrella del canal.
"Comenzaron las quejas, no había nada para mí. Al principio me decían de manera solapada que debía rebajar, pero ya después comenzaron los comentarios tipo: 'se te ve la cara como un globo', 'pareces una nevera de dos puertas', 'estás como un camión'".

J. es periodista, madre de dos hijos y es venezolana. Sí, de Venezuela, el país "de las mujeres bellas", como reza la frase del canal que posee los derechos del concurso de misses más popular del país, una coincidencia "cultural" que le recuerda a diario cómo el machismo se empeña en cosificar a las féminas detrás de la pantalla. ¿Es así en el resto de Latinoamérica?

1. "¡Estás demasiado gorda!"

En Latinoamérica se nos ha dicho hasta el cansancio que el fenotipo es más o menos el mismo: mujeres con caderas anchas y piel tostada, que demuestran la herencia mestiza desde tiempos de la Colonia por la mezcla de blancos, indígenas y negros.

Pero en la televisión, ese dato "histórico" tiene muy poca incidencia: lo usual es ver a las féminas delgadas que conservan los rasgos más europeos de su tipo. Blancas, esbeltas y dignas exponentes de eso que llaman el "canon" de belleza predominante. Europeo, claro.


"Mi jefe me decía 'ay, pareces un camión' porque yo no me abrochaba el saco en una cobertura televisiva, pero a él, que también tenía un programa y estaba tan pasado de peso que se le prensaban los botones de la camisa, nadie le decía nada. Para los hombres no es censurable tener unos kilos extra", dice J.

Pero esa diferencia no es gratuita. Hay estudios como el de la Fundación Internacional de Medios de Comunicación para Mujeres (IWMF, por sus siglas en inglés) que pueden dar algunas pistas: el 73% de los puestos directivos en los medios en el mundo están en manos de los hombres.

Quien está al frente pone las reglas y en eso los "machos" llevan mucha ventaja.

2. "¡Lo que no se muestra, no se vende!"

Que la televisión es un negocio, que hay que darle al público lo que pide, que así son las cosas y que no van a cambiar. Esa letanía está tan arraigada en la región que, a pesar de los avances en cuestiones de género, no dejan de existir los programas donde la mujer debe exhibirse como un objeto destinado a satisfacer las apetencias del hombre. 

El panorama es aún más turbio cuando se trata de la publicidad. La mujer es mostrada en sus "roles" asignados desde la mirada masculina: hembra, fémina sumisa o dama "ejemplar". El mismo estudio de la IWMF corrobora que ese enfoque persiste hasta en las noticias, porque el 46% de la información divulgada por los medios refuerza los estereotipos de género frente a un ínfimo 6% que los combate.

Así, los cuerpos de las mujeres se convierten en una "cosa", en un "objeto para admirar" que debe mostrarse siempre disponible y adaptado al "gusto" impuesto culturalmente. Un trabajo realizado este año por la socióloga Violeta Barrientos Silva en Perú, luego de analizar los programas difundidos en señal abierta en ese país, determinó que por lo general se le exige a las féminas adoptar un modelo que consiste en tener "cabello lacio y largo", como "exigencia social" incluso para las mestizas de pelo rizado, porque se asume que las ondas en la melena no son representativas "de la modernidad identificada con Europa o EE.UU.". La contratación de ellas también depende en buena parte de su capacidad para mimetizarse y cumplir con esos "requisitos".

J. sabe de qué se trata. Cuando llegó al canal en el que todavía trabaja, su primer shock fue en maquillaje: "Me trataban de 'blanquear' con bases más claras que mi tono de piel y siempre me ponían dos líneas paralelas muy marcadas en el tabique de la nariz para estilizarla, para que no fuera 'tan de negra".

3. Belleza 'aspiracional'

El drama de la belleza comúnmente expuesta en televisión es que casi nunca corresponde a la imagen mayoritaria de las mujeres en sus países. Una investigación realizada en 2014 por la Universidad Diego Portales, en Chile, reveló que la extrema delgadez era un denominador común en 89% la publicidad, un dato que no es menor si se tiene en cuenta que el 69% de las chilenas está con sobrepeso.

Lo mismo pasa con los grupos sociales. En la publicidad, el "99% de los spots" corresponden a mujeres de clases sociales altas en un país como Chile donde apenas el 22% de la población pertenece a ese estrato. Las féminas de las clases más bajas desaparecen del panorama y conviven con la idea de "llegar a ser" como la chica del comercial.


En eso, los hombres tienen mucho que ver, porque son quienes toman las decisiones 'creativas' en la industria de la publicidad. Por eso no sorprende que en las cuñas las mujeres aparezcan el 46% de las veces dentro de un set de grabación y el 29% al interior de una casa, mientras que el sexo opuesto aparece casi siempre en espacios públicos. Ellas, excesivamente prolijas; ellos, más descuidados y hasta con mayor peso porque saben que no serán juzgados por su físico. 

Mujer es maquillada para ejercer su trabajo / David Mdzinarishvili

El estudio concluye que en Chile —una realidad que no dista demasiado en el resto de América Latina— el mensaje implícito o expreso para la mujer en la publicidad es "sé otra" (69%), mientras que para el hombre es "sé tú mismo" (63%). 

4. ¿Parte de la cultura?

¿Podría creerse que un país de mayoría mestiza, con el primer lugar mundial de obesidad en adultos y una de las tasas más altas de violencia de género, las mujeres que aparecen mayormente en la televisión sean rubias, delgadas y reducidas al estatus de 'objeto sexual'? 

Ocurre, evidentemente, en México. Uno de los casos más emblemáticos es el de las chicas que dan el pronóstico del clima en los noticieros: son voluptuosas, súper producidas y es frecuentes verlas en la pantalla con vestuarios adheridos al cuerpo que acentúan sus labrados durante horas de gimnasio.

"Es parte de la cultura en México y no puedes ir en contra de la corriente", fue el argumento presentado por Mauro Morales, de la sección metereológica de Televisa Monterrey al ser entrevistado por El País sobre el aspecto de las presentadoras. ¿Y los hombres aparecen? Sí, pero sólo cuando ocurren fenómenos metereológicos graves y la noticia requiere "seriedad".

Lo que no se admite es que esa "cultura" se ha afirmado por la influencia de los medios: en México, la industria televisiva aúpa la presencia de mujeres como "ornato" en los noticieros, como protagonistas sufridas y sumisas en las telenovelas o como estrategia para subir el 'rating' siempre que sea mostrando los atributos físicos de las féminas. 

 
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El drama se acentúa cuando las mujeres consideradas 'bellas' intentan hacer su carrera profesional en esos mismos medios. La audiencia misma, especialmente por las redes sociales, las descalifica por hacer trabajos que supuestamente "no les corresponden" o menosprecian de plano sus aptitudes por la apariencia que tienen. En México, por ejemplo, varias comentaristas deportivas protagonizaron la campaña 'Más allá de 140 caracteres' para denunciar este tipo de prácticas discriminatorias.

5. 'Mujer florero'

En Argentina el debate sobre la violencia de género ha empezado a ocupar las portadas de los diarios: la alta tasa de feminicidios, de agresiones sexuales y acosos contra las mujeres son parte del banquete truculento de las noticias rojas.

Lo paradójico es que poco a nada se hable de cómo se naturaliza el machismo en la televisión. Programas de 'humor' y variedades son el pan-nuestro-de-cada-día y allí las féminas son mostradas como débiles, ineficientes, sílfides despojadas de inteligencia o bellezas condenadas a ser aspirantes a conseguir al hombre proveedor.

Ese doble rasero condena por un lado la violencia y mientras la abona por otro, en un círculo cómodamente allanado por los hombres.

Un artículo publicado por la licenciada en Cientas Políticas, Carolina Villanueva, destaca datos que demuestran que "en Argentina no existe ámbito alguno donde la mujer tenga el mismo peso que el varón": en las empresas, la participación laboral femenina se ha estancado en el 32% durante los últimos diez años; sólo el 8% de las compañías tienen a mujeres en puestos de dirección; ellas ganan un 25% menos del sueldo de un hombre por el mismo trabajo en el sector privado y sólo dirigen el 4% de las cámaras empresariales y el 3% de los sindicatos.

J. confirma que la historia se repite en Venezuela, a pesar de tener una de las legislaciones más avanzadas en materia de igualdad de género, y no es demasiado optimista en que eso cambie a corto plazo. Admite que se ha "resignado" a que la señalen por su apariencia física y cuenta que ya se acostumbró a quedar fuera de proyectos: "He visto mis ideas en pantalla con la cara de otro moderador o moderadora y es duro afrontarlo porque te sientes sola contra el mundo". 

Aunque la idea generalizada de que hay avances significativos en el tema de derechos de la mujer y una mayor conciencia crítica del público con respecto a la violencia machista, la televisión sigue siendo un 'huésped alienante' que, al menos en Latinoamérica, conserva las vetustas vestiduras del siglo XIX o, como escribe la periodista argentina Leila Guerriero, permite que el lado macho se anide en todas partes en un discurso ladino "que condena a los hombres que nos matan pero, a la vez, exige que sigamos ocupando el lugar sumiso y obsoleto de toda la vida".
Tv argentinaina
Nazareth Balbás
  



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