Pero el resultado podría ser una "pesadilla perpetua"
Imagen ilustrativa - Yves Herman - Reuters
Resucitar un cerebro humano muerto: ese ha
sido uno de los mayores retos de la ciencia de todos los tiempos, referencia
permanente en la literatura y en el cine. Ahora, una serie de exitosos
experimentos realizados en EE.UU. con sesos de cerdos abre nuevas
esperanzas. Pero la cuestión se topa con dilemas éticos.
En teoría, no hay nada que impida que un
científico diseñe una máquina de perfusión capaz de irrigar y revivir un
cerebro humano, aseguró el fisiólogo Nenad
Sestan a The New York Times. Junto a un equipo de especialistas de la
Universidad de Yale (EE.UU.), este profesor de neurociencias y genética ha
logrado por primera vez devolver la actividad a hemisferios extraídos de
cabezas porcinas.
Los cerebros de los
cerdos y los del Homo sapiens tienen mucho en común.
Y la tecnología perfeccionada por Sestan en la Universidad de Yale es, en sus
palabras, "de código abierto". Falta solo probar que, una vez
repetido el experimento con la perfusión de sangre en un cerebro humano
'post mortem', no se produzca algún tipo de actividad eléctrica que implique
cierto nivel cognitivo.
"Una pesadilla perpetua"
En
las pruebas de laboratorio de la Universidad de Yale, la actividad eléctrica de
los sesos porcinos irrigados después de muertos, registrada por medio de
encefalogramas, alcanzó un índice bispectral de 10 en una escala del 1
a 100 (la utilizada normalmente por los anestesiólogos).
Ese nivel correspondería a un coma profundo, pero una investigación reciente ha
demostrado que los pacientes comatosos son o pueden llegar a ser, en realidad,
capaces de comunicarse.
Sestan reveló al corresponsal del diario cuál
sería el peor escenario posible para un cerebro parcialmente devuelto a la
vida: se vería atrapado en una "pesadilla febril", reviviendo
perpetuamente el momento mismo de su muerte (lo último que llegó a sentir antes
de fallecer, lo que en el caso de los cerdos sería el horror de su sacrificio).
"No hay entradas, hay salidas. Dentro de tu cerebro, nadie puede oírte
gritar".
No hay entradas, hay salidas. Dentro de tu
cerebro, nadie puede oírte gritar
Para evitar esta pesadilla en los cerebros de
los cerdos, el laboratorio les irrigó bloqueadores de
canales, que redujeron el acceso de la sangre o sus sustitutos
a los vasos que alimentan los hemisferios y, con ello, rebajó la actividad
cerebral. De cualquier manera, el investigador duda que los cerebros sometidos
a perfusión recobren una conciencia real.
Restauración de la circulación cerebral y funciones celulares hasta 4 horas post-mortem | Imagen por resonancia magnética | Nenad Sestan @YaleMed @nature https://t.co/MaQOJySDXX pic.twitter.com/DRU0m7BcM3— Manuel Muro (@manuelmuro5) 21 de abril de 2019
Ética y progreso
Tras la difusión del éxito obtenido con los
sesos de los cerdos, los expertos de Yale han recibido abundantes propuestas.
No pocas personas se han venido ofreciendo como donantes de cerebro para el
caso de sufrir una muerte prematura.
Algunos, incluso, se han lamentado
expresamente de que haya quienes se opongan a resucitar la conciencia neuronal.
"El progreso no puede y no debe ser frenado", sostuvo el remitente de
un correo electrónico.
"Como si hicieran la ola": Descubren conexión entre neuronas |
Nenad Sestan ha pedido por eso consejo
a varios expertos en ética. El director del Centro
Interdisciplinario de Bioética de Yale, Stephen Latham, le respondió: "Si
existe una remota posibilidad de recuperar la conciencia, tienes que detener el
experimento".
Según el profesor Hank Greely, de Stanford,
vivimos en una época de avances científicos vertiginosos. Por lo tanto, no hay
duda de que aparecerá alguien con menos escrúpulos morales que
Sestan respecto a la experimentación humana.
"Alguien someterá un cerebro humano
muerto a la perfusión, y creo que será en un entorno poco convencional, no
necesariamente en forma de una investigación pura", dijo Greely. Supuso
que se tratará entonces de alguien con mucho dinero y de un científico
dispuesto a superar los límites éticos.