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Inversiones chinas y el aumento del tráfico de jaguares en América Latina

Una investigación revela que los países de Sudamérica y Centroamérica que han recibido grandes inversiones chinas presentan tasas más altas de tráfico de jaguares.

DW.- Cráneos, dientes y pieles son las partes más codiciadas de los jaguares, de los que apenas existe una población de 173.000 ejemplares. El comercio ilegal y la deforestación, que ha provocado que haya perdido un 50% de su hábitat, amenazan esta especie que ya está en peligro de extinción en varios países de la región como Argentina, México, Costa Rica y Venezuela.

Entre 2012 y 2018 se mataron más de 800 ejemplares de jaguares en América del Sur y América Central para enviar partes como mercancía de contrabando a China, según el estudio ‘Mercado ilegal de felinos silvestres y su conexión al desarrollo encabezado por China en América Central y América del Sur’ publicado en ‘Conservation Biology’.

Desde 2014, Bolivia comenzó a llamar la atención sobre un mercado emergente de partes del cuerpo de jaguar allí”, explicó a DW Thays Morcatty, experta en tráfico salvaje en la Amazonía, que lideró dicha investigación.

Ahí hubo un incremento de demanda de partes, así como de detenciones que “coincidían en zonas donde estaban trabajadores de empresas chinas llevando a cabo construcción de obras de infraestructura, puentes y carreteras”, recordó a DW Eduardo Franco, director de la Fundación Blue Foresta.

Posteriormente, en otros países de la región comenzó a producirse un fenómeno inusual. “Los jaguares siempre morían debido a conflictos con el ganado, pero las partes del cuerpo que faltaban en los cadáveres, como la cabeza y las patas, indicaban algo más”, subrayó la experta brasileña.

El estudio señaló los puntos críticos
del comercio de jaguares en América Latina:
Brasil, Bolivia y Colombia fueron los países
dónde más incautaciones se llevaron a cabo.

Tras el análisis de más de un millar de felinos silvestres incautados, entre ellos el jaguar, el puma y el ocelote, en 19 países de América Central y América del Sur y en China, se concluyó que la incautación de artículos de jaguar aumentó y que la mayoría de ellos fueron colmillos (1991 de 2117). Por otro lado, se observó que cerca del 34% (32 de 93) de los reportes de incautación estaban vinculados con China.

La investigación también examinó la relación entre el número de jaguares comercializados, la población migrante china que vive en América Latina y el monto de la inversión privada china en empresas de infraestructura. Y es que la inversión china en Centroamérica y Sudamérica, particularmente en Brasil y Perú, se ha multiplicado por diez durante la última década.

Según las autoridades locales, muchas de las incautaciones realizadas en los países de origen, y pocas en China, involucraron a ciudadanos chinos en tránsito entre países latinoamericanos y China; parte de esos ciudadanos fueron empleados por empresas chinas que operan empresas de infraestructura en países latinoamericanos”, explicó Morcatty.

¿La tapadera perfecta?

La investigación apuntó que el tráfico de productos ilegales de jaguar es un efecto colateral de la colaboración económica entre China y la región. “Si existe un intenso flujo legal de dinero entre países, los productos ilegales pueden moverse entre los países con una menor probabilidad de levantar sospechas”, subrayó Morcatty.

Entre 2012 y 2018 se mataron más de 800 ejemplares
de jaguares en América del Sur y América Central

El Jaguar en la mira.

La investigadora también apuntó a la corrupción como uno de los factores que incitan al tráfico ilegal de jaguares en la región. “Cuanto menor es la probabilidad de recibir sanciones, mayor es la disposición para realizar la actividad ilegal”, agregó.

En este sentido, el reporte reveló que los países con niveles altos de corrupción, con inversión privada proveniente de China, y con un bajo ingreso per cápita tuvieron de 10 a 50 veces más incautaciones de artículos de jaguar que los demás países analizados.

A este factor se une la pobreza que puede motivar a la población local a involucrarse en actividades ilícitas. Franco recordó el caso de un acopiador del municipio de San Joaquín, en Bolivia, que “recolectaba todos los colmillos y luego se los vendía directamente al traficante chino”. En este sentido, subrayó el rol clave del intermediario “pues muchos no manejaban bien el español y su respaldo eran estas personas locales con las que trabajaban codo con codo”.

Ofrecer nuevas perspectivas ante un negocio dinámico

No obstante, Franco apuntó que después de las numerosas detenciones que se llevaron a cabo en Bolivia en 2018, la figura del intermediario se eliminó por el temor de los traficantes. “Al ser negocios ilícitos que se desarrolla en mercados negros, al igual que la droga, están en constante cambio, no son estáticos”, recordó, subrayando que se ha hecho “un salto de la cadena” en una actividad ilícita que no ha desaparecido pues “se hace directamente negocio con el cazador”.

Para Morcatty, la solución pasa por “aumentar la gobernanza local y diversificar las fuentes de ingresos para las personas que viven en áreas rurales que estimulan la preservación de los bosques cercanos”. Así, se puede ofrecer una alternativa a la población "cuya fuente de ingresos está basada en la explotación de recursos naturales o la agricultura, que es muy estacional y está sujeta a grandes pérdidas debido a eventos inesperados como sequías, inundaciones y plagas".

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