Umberto
Eco
La voz de los maestros Javier Darío Restrepo, considerado por muchos el decano del periodismo en Colombia, aconsejó silencio, sosiego y reflexión ante el reciente fiasco de una figura mediática que renunció a la dirección de LA F. M.
Estas tres tareas también se pueden enmarcar en el planteamiento de otro maestro de los comunicadores,
Jesús Martín, quien argumentó que es el momento de repensar a fondo la función mediadora del periodismo.
Ocurrido en los mismos días, el deceso de Umberto Eco es un poderoso motivo adicional para atender al llamado de los dos maestros, pue el pensador italiano dejó lecciones que vale la pena recordar.
Hace unos años, a raíz de la publicación del libro de Richard Posner
Public Intellectuals: a Study of Decline, un
periódico estadounidense hizo una pregunta que ponía la cuestión en blanco y negro:
¿La celebridad vuelve estúpidos a los intelectuales? ¿Los sabedores, al volverse opinadores y ante la necesidad de mantener la fama, pierden la cordura?
Ciertamente, Eco fue una celebridad y un caso que responde la pregunta negativamente. Con su convicción de que la semiología es la
ciencia de la mentira supo sortear, con sutil ironía, cualquier tentación de estupidez.
Pero no se debe confundir la función de los intelectuales públicos con la de los periodistas como mediadores de opinión y canalizadores del saber al que toda sociedad tiene derecho. Aunque las dos funciones se intersectan en el difícil campo de la investigación, el cual, además de precisar eventos, busca el nexo profundo entre ellos.
Periodismo vacío: