Esto supone complicaciones en su día a día y dificultades de integración social.
A esta conclusión llegó el psiquiatra austríaco Hans Asperger en el año 1906, quien describió por primera vez el síndrome que lleva su nombre.
Los trabajos de Asperger se publicaron en la década de los 40, pero no fue hasta la década de los 80 cuando el tema cobró interés.
El síndrome de Asperger es en realidad una forma de autismo, formando parte de los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA).
Es un trastorno del neurodesarrollo por el cual el cerebro de la persona funciona de manera diferente a la habitual, especialmente en la comunicación e interacción social y en la adaptación flexible a las demandas del día a día.
Comparte las características básicas del autismo: la persona con síndrome de Asperger tiene dificultades en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento; sin embargo, tiene un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media e incluso superior a la media de la población.
Las personas con síndrome de Asperger quieren relacionarse, pero no saben cómo hacerlo. A veces, se encuentran solos. Foto: escena de la película Mary and Max |
El síndrome de Asperger es en realidad una forma de autismo, formando parte de los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA).
Es un trastorno del neurodesarrollo por el cual el cerebro de la persona funciona de manera diferente a la habitual, especialmente en la comunicación e interacción social y en la adaptación flexible a las demandas del día a día.
Comparte las características básicas del autismo: la persona con síndrome de Asperger tiene dificultades en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento; sin embargo, tiene un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media e incluso superior a la media de la población.
Las personas con síndrome de Asperger se expresan correctamente, incluso pueden emplear un lenguaje muy formal, técnico y preciso, pero no entienden las señales no verbales: gestos, expresiones, etc. Son muy literales; no captan las bromas, los chistes, las metáforas o los sarcasmos. Quieren relacionarse, pero no saben cómo hacerlo. A veces, se encuentran solos.Hoy queremos compartir una tierna película que logra mostrar muy bien cómo vive una persona con síndrome de Asperger. Se trata de Mary and Max, un film australiano de animación Stop Motion, escrito y dirigido por Adam Elliot (quién ganó un Óscar con su largometraje Harvey Krumpet).
La película, basada en hechos reales (aunque la verdadera inspiración es la relación con carta que tuvo el director australiano durante unos 20 años con un amigo de Nueva York), narra la larga amistad por correspondencia entre un cuarentón con síndrome de Asperger que vive en Nueva York y una niña australiana de ocho años que vive en los suburbios de Melbourne.
Otra interesante escena en la que se puede observar a una persona con este síndrome aparecer en la película Adam, un film protagonizado por un hombre solitario con síndrome de Asperger que desarrolla una relación con su vecina de arriba, Beth.
La puedes ver en el siguiente vídeo, y en él podrás ver lo directa que puede llegar a ser una persona con este trastorno conductual.
¿Cómo puedes ayudar a una persona con síndrome de Asperger?
Es importante tomar conciencia de qué se trata y cómo una persona sufre este síndrome y, por ello, os recopilamos algunas recomendaciones que se incluyen en la guía Conocer para comprender: Dia Internacional Asperger 2017:
- Reflexiona sobre los desafíos sociales que afrontas cada día e intenta ponerte en el lugar de una persona que genuinamente no los comprende ni sabe cómo afrontarlos.
- Empatiza con su experiencia, aunque sea distinta a lo “convencional”. Interésate por conocer sus gustos e intereses, sus puntos fuertes y débiles y las cosas que son importantes para ella.
- Haz explícitos algunos conceptos que para la mayor parte de las personas son obvios, especialmente los relativos a las relaciones sociales.
- Utiliza un lenguaje directo y concreto, sin ambigüedades o dobles sentidos.
- - Comprende que sus comportamientos no son caprichosos o intencionados. Reflejan una manera distinta de comprender y desenvolverse en el mundo.
- Entiende la importancia de sus rutinas y “rigideces”. Son elementos que le proporcionan seguridad. Puedes ayudar a flexibilizarlas sin imponer tu manera de ver las cosas.
- Pregúntale cuál es la mejor manera de apoyarle. Él o ella te sabrá explicar cómo prefiere que le ayudes.