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Tras comparar los escáneres cerebrales y evaluaciones cognitivas con la ingesta nutricional de 100 voluntarios de entre 65 y 75 años, el equipo de investigación logró distinguir dos patrones de envejecimiento distintos: uno de ellos mostraba un ritmo de envejecimiento cerebral acelerado, mientras que el otro era más lento de lo esperado.
Tras un análisis de sangre de 13 biomarcadores dietéticos presentes en cada uno de estos patrones, el estudio, publicado esta semana en la revista NPJ Aging, reveló que los participantes que contaban con un perfil nutricional rico en ácidos grasos específicos, antioxidantes y vitaminas mostraban mejores puntuaciones cognitivas y un retraso del envejecimiento cerebral.
Los investigadores asociaron este patrón con una ingesta de nutrientes similar a la dieta mediterránea -Aceite de oliva, frutas, verduras, legumbres, champiñones y frutos secos. El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales), alimentos poco procesados, frescos y de temporada, diariamente productos lácteos; principalmente yogurt y quesos, carne roja con moderación, carnes procesadas en cantidades pequeñas y como ingredientes de bocadillos y platos. Pescado en abundancia y huevos con moderación. Fruta fresca como postre habitual. Dulces y pasteles muy ocasionalmente-.
"Esto se alinea con el extenso cuerpo de investigación en el campo que demuestra los efectos positivos para la salud de la dieta mediterránea, que hace hincapié en los alimentos ricos en estos nutrientes beneficiosos", aseguró el neurocientífico Aron Barbey, uno de los autores del estudio.
De acuerdo con Barbey, el estudio "permite construir una compresión más sólida de la relación" entre los datos sobre nutrición, función cognitiva e imágenes cerebrales, ya que examina de forma simultánea la estructura, función y metabolismo cerebrales.