PMA- La ONU asistió a Ecuador en las tareas de socorro a los damnificados por el terremoto del 16 de abril de 2016. |
Guardia Costera de EE.UU. Distrito 7Devastación causada por el huracán Dorian en Treasure Cay, Bahamas. |
Tormentas y huracanes: mortales y destructivos
La Guardia Costera Estadounidense apoya a la
Agencia Nacional de Manejo de Emergencias de las Bahamas y a las fuerza de
Defensa de las Bahamas.
Del 2000 a la fecha, la región ha enfrentado un
promedio de 17 huracanes anuales y 23 de ellos han sido de categoría 5.
Según la ONU, las tormentas que afectan a
Centroamérica y el Caribe son cada vez más poderosas y producen un aumento de
las precipitaciones y mayor marejada debido al cambio climático.
Tormentas más frecuentes e intensas en la
región significa que hay menos tiempo para la recuperación entre eventos,
como lo atestigua el caso de Dominica.
El país todavía se estaba recuperando del impacto
de la tormenta tropical Erika en 2015, cuando en 2017 fue completamente devastado
por el huracán María, que mató a 64 personas y afectó a toda la población
estimada viviendo en la isla, unas 71,293 personas.
En los últimos 20 años, los países más afectados
por las tormentas en la región han sido Cuba, México y Haití con 110 tormentas,
5000 muertes, 29 millones de personas siniestradas y 39.000 millones de dólares
en daños totales.
Es importante tener en cuenta, sin embargo,
que más del 85% de esas muertes se registraron en Haití, el país
más pobre y vulnerable en el Caribe.
UNICEF/Moreno - Casa destruida en Dominica. |
La de 2017 fue la tercera peor temporada en todos
los récords históricos por el número y magnitud de los desastres, pero el
huracán más fuerte del Atlántico en registrar un impacto directo a tierra fue
Dorian en 2019, que en su punto máximo trajo vientos de más de 350 Km/h y una
marejada ciclónica de siete metros sobre las Bahamas.
En su camino de destrucción, Dorian bajó la
velocidad y permaneció casi estacionario durante 26 horas en Gran Bahama y las
islas Ábaco donde aplastó miles de hogares, derribó la infraestructura
energética y de saneamiento y destruyó carreteras. Además, acabó con dos
asentamientos donde vivían en su mayoría migrantes haitianos.
Sin embargo, OCHA aclara que las tormentas
“débiles” pueden llegar a ser tan dañinas como las más fuertes: El 28
de octubre de 2015, la tormenta tropical Erika pasó bien al norte de Dominica
como una tormenta tropical débil con vientos sostenidos de solo 80 Km/h, pero
lo que le faltaba en intensidad, lo compensaba con lluvia.
Los aguaceros torrenciales (totales máximos de 32
cm) provocaron inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, dejando 20
muertos y afectando aproximadamente al 40% de la población. Los daños totales
causados por Erika ascendieron a 483 millones, o el 90% del PIB del país.
Unos 34 millones de personas en toda la región,
especialmente en México y las islas del Caribe, fueron el total de afectados
por estos fenómenos naturales en los pasados 20 años.
Un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter azotó la costa de Ecuador el 16 de abril. Foto: UNICEF Ecuador |
Terremotos: Chile y Perú han tenido los más fuertes
En el mismo periodo la región ha experimentado 75
terremotos, que han resultado en 226.000 muertes y 339.000 heridos. En total,
los fenómenos telúricos han afectado a 14 millones de personas y causado daños
de hasta 54.000 millones de dólares.
La región en general es vulnerable a los
terremotos, pero América Central y del Sur tienen una mayor exposición
comparadas con el Caribe.
América Central y la costa oeste del continente
sudamericano están situadas dentro del "Anillo de Fuego", un camino
ubicado a lo largo del Océano Pacífico caracterizado por volcanes activos y
terremotos frecuentes.
La costa occidental de América del Sur es
una de las zonas más sísmicas del mundo: más de una cuarta parte de los
terremotos del mundo de magnitud 8,0 o más ocurrieron allí desde el año 2000.
Los países con mayor riesgo de terremotos son Chile,
Ecuador y Guatemala, seguidos por Costa Rica, Nicaragua, y el Salvador.
Estudios sismológicos recientes han identificado
grandes zonas a lo largo de la costa de Ecuador, Perú y el norte de Chile que
podrían producir sismos de gran magnitud en el futuro. Existe la posibilidad de
un terremoto de magnitud 9.0 o mayor en esta parte de América del Sur, con la
brecha sísmica de Arica en el norte de Chile, identificada como el locus de un
terremoto tan intenso.
Los países con mayor riesgo de terremotos son
Chile, Ecuador y Guatemala, seguidos por Costa Rica, Nicaragua, y el Salvador.
De mayor a menor los terremotos más fuertes desde
el 2000 en la región han sido: Chile en 2010, de 8,8 en la escala de
Richter; Perú en 2001, de 8,4; Chile en 2015, de 8,3; Chile en 2014, de
8,3; Perú en 2007, de 8,0; Ecuador en 2016, de 7,8; El Salvador en 2001, de
7,7; y Haití en el 2010, de 7,0.
Solo Haití representó en 2010 el 98% de las
muertes, el 89% de los heridos y el 27% de los afectados por terremotos en las
últimas dos décadas en todo el Caribe.
El terremoto de Haití de 2010 fue un evento
catastrófico agudizado por la extrema vulnerabilidad de población y la falta de
preparación y capacidad de respuesta de las autoridades nacionales. A
diferencia de Haití, Chile tiene códigos de construcción rigurosos, realiza
simulaciones de evacuación periódicas y tiene sistemas para alertar a la
población antes de un terremoto.
Es importante destacar que la alta frecuencia de
los sismos pequeños y medianos en Chile, que normalmente causan daños
limitados, han servido para crear un cultura de preparación para terremotos
entre los chilenos de manera cotidiana.
PNUD Guatemala / Fernanda Zelada Rosal |
Volcanes: la amenaza latente del “Anillo de Fuego”
Una mujer se protege de los
gases liberados por la erupción del volcán el Fuego en el albergue Simón Bergano
Villegas en Escuintla, Guatemala.
Los volcanes activos pueden monitorearse
regularmente y su potencial de erupción puede predecirse con precisión. Las
erupciones volcánicas generalmente tienen un impacto localizado y pueden
conducir a un desplazamiento temporal y a la pérdida de medios de vida, que
pueden ser tratados de manera efectiva por las autoridades nacionales.
En algunos casos, sin embargo, las erupciones
pueden requerir asistencia internacional si la capacidad de respuesta nacional
se ve desbordada, como fue el caso de Ecuador en 2006 y de Guatemala en 2010.
Muchos países de América Central y del Sur están
situados a lo largo del "Anillo de Fuego", que se extiende desde
México hasta Chile en la región, exponiéndolos a la actividad volcánica. El
Caribe también es vulnerable a la actividad volcánica, con volcanes activos en
Montserrat, San Vicente y las Granadinas, Guadalupe y Martinica.
También hay un volcán submarino altamente activo,
Kick ‘em Jenny, que se encuentra en la cadena de islas Granadinas,solo 8 km al
norte de Granada.
Las erupciones volcánicas, aunque mucho
menos frecuentes, tienen el potencial de causar un 100% de destrucción y,
por extensión, conducen a peajes de muerte significativos en las áreas más
gravemente afectadas.
El impacto de una erupción volcánica depende en
gran medida del contexto local en el que ocurre. Mientras una erupción en
América Central y del Sur podría conducir a una destrucción significativa,
desplazamiento temporal y pérdida de vida, un evento similar en el Caribe
podría causar consecuencias devastadoras a largo plazo, retrasando años el
desarrollo de un país.
El 3 de junio de 2018, el Volcán de Fuego, de 3.763
metros, de Guatemala entró en erupción, matando a más de 200 personas, hiriendo
a 27 y dejando a unas 260 personas desaparecidas. La erupción del Volcán de
Fuego fue uno de los eventos más devastadores de los últimos años, reforzando
la amenaza de actividad volcánica en la región y su potencial de destrucción
significativa.
El volcán emitió una corriente de lava
caliente de ocho kilómetros y una densa columna de humo negro y
cenizas que cubrieron la capital de Guatemala y otras regiones. Las columnas de
ceniza y el flujo de lodo del Volcán de Fuego afectaron a 1,7 millones de
personas en tres departamentos que rodean el volcán, destruyendo tierras
agrícolas y medios de subsistencia. Fue la erupción más grande de ese volcán en
44 años.
Afectados por inundaciones en El Salvador Foto archivo: PMA/Tania Moreno |
Inundaciones y deslizamientos: un peligro
recurrente
Las inundaciones son el desastre más común en la
región. En los últimos 20 años se han registrado 548 de estos
fenómenos, con pérdidas que alcanzan los 1000 millones de dólares.
Unos 53 millones de personas fueron afectadas directamente.
Brasil se encuentra entre los principales países
del mundo con mayor población expuesta a estas catástrofes, pero Colombia,
Panamá, Costa Rica, Venezuela, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina también han
sido afectados. En Colombia, más de 10 millones de personas han sufrido
este tipo de desastre en los últimos años, la mayor cantidad de
población en la región.
Las inundaciones se consideran una de las
catástrofes naturales más costosas debido a la gran variedad y al alcance de
los daños, desde pérdidas directas a activos físicos y ambientales, incluidos
pertenencias y vivienda, sistemas ecológicos y producción en todos los sectores
económicos, hasta cuestiones relacionadas con la salud y la pérdida de vidas
humanas.
Las labores de rescate continúan tras los aludes en la ciudad de Mocoa, en Colombia, que dejaron más de 300 muertos, entre ellos decenas de niños. Foto: Equipo de coordinación de la ONU en Mocoa |
Deslizamientos afectaron a Guatemala y Colombia
Desde 2000, América Latina y el Caribe se ha visto
afectada por 66 deslizamientos de tierra que causaron casi 3000
muertes. En los últimos años, el el alud en Guatemala en 2015, que
causó 350 muertes, y Colombia en 2017, que causó 349 muertes y afectó a más de
45,000 personas, se destacan como eventos de deslaves de tierra particularmente
destructivos en la región
Hay muchos tipos diferentes de deslizamientos de
tierra y casi siempre tienen múltiples causas, incluidas las precipitaciones,
cambios en el nivel del agua, erosión de la corriente, terremotos y actividad
volcánica. La actividad humana también puede ser un factor causal de estos
desastres. La construcción de carreteras y estructuras sin una adecuada
nivelación de las pendientes es la principal causante humana.
MA/Rocío Franco |
Sequía estacionaria
Esta microcuenca en el Corredor
Seco de Honduras era mucho más pequeña hace años. El Corredor Seco no es un
desierto, pero sufre frecuentes sequías, a veces muy graves. Gestionar el agua
de la lluvia es importante y los bosques contribuyen a ello.
Si bien es difícil medir con precisión su impacto,
según los datos disponibles publicados en el informe de OCHA, la sequía ha
contribuido a 45 muertes, ha afectado a más de 53 millones de personas y ha
provocado más de 13.000 millones de dólares en daños totales.
“Existe
un vínculo claro entre ciertos patrones climáticos y la sequía en la región”,
destaca el informe.
Existe un vínculo claro entre ciertos patrones
climáticos y la sequía en la región.
El fenómeno de El Niño contribuye a la sequía en
América del Sur, incluida la zonas andinas de Ecuador, Perú y Bolivia, así como
el noreste de Brasil, y en América Central ocasionó sequías graves que dieron
lugar a una crisis prolongada en el Corredor Seco de América Central, específicamente
en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.
El evento de El Niño 2015-2016 fue uno de los más
fuertes del siglo pasado, originando interrupciones graves en los patrones
climáticos que provocaron inundaciones y sequías durante diferentes fases.
Estas perturbaciones climáticas recurrentes, que generan períodos secos
cíclicos y lluvias torrenciales, han tenido graves consecuencias e impacto en
la seguridad alimentaria y la producción agrícola, perjudicando los medios de
vida, la salud, el agua, el saneamiento y la educación
Entre junio y agosto de 2018, el Corredor Seco de
América Central redujo la producción agrícola hasta un 75%. Como
resultado, más de 2,2 millones de personas en estos países padecen inseguridad
alimentaria y más de 1,4 millones de personas necesitan asistencia.
17ª Brigada de Infantería de Selva -Un incendio en la selva del amazonas en Brasil |
Incendios forestales
Los incendios forestales ocurren en toda la región,
particularmente donde hay sequía y vientos fuertes, fenómenos que se combinan
para intensificarlos y propagarlos. La mayoría de las veces, los incendios
forestales ocurren lejos de los asentamientos humanos y se consumen sin causar
daños importantes a infraestructura crítica o comunidades.
Sin embargo, los incendios forestales tienen el
potencial de ser extremadamente destructivos, como se observó en Brasil
cuando arrasaron vastas áreas del Amazonas, y en Bolivia, donde quemaron
más de 5 millones de hectáreas de tierra en el este.