Los
tóxicos del aire se cuelan en el cuerpo. E incluso puede que los estemos
comiendo. Nuevos estudios así lo advierten
Respirar hondo
es un placer. Los expertos recuerdan que ayuda a liberar estrés e incluso
relaja los músculos. Pero ¡ojo! Si vives en una ciudad, este gesto podría estar
haciendo estragos en tu salud. El problema es que con cada
inhalación introduces dióxido de nitrógeno y partículas sólidas en suspensión
liberadas por los tubos de escape de los vehículos, las calefacciones y la
industria. Esto sin contar con el ozono troposférico, un contaminante capaz de
agravar el asma y causar problemas respiratorios severos. Apuntamos
varias ideas para cuidar el aire del planeta, y así evitar perjudicar nuestra
salud, además de otras para reducir otro tóxico muy preocupante para el medio
ambiente y el cuerpo humano: el plástico.
La polución no es un problema exclusivo de urbanitas: quien viva en las afueras de una ciudad o en un núcleo rural tampoco está a salvo
Casi nueve millones de muertes prematuras en todo el
mundo están relacionadas con la contaminación del
aire, según un estudio publicado
en la revista científica European Heart Journal. Más del doble
de las estimadas hasta ahora por la Organización Mundial de la Salud (OMS),
que culpaba a
la mala calidad del aire de algo más de cuatro millones de muertes prematuras.
Aunque resulta preocupante -ya que la mala calidad
del aire aumenta el riesgo de sufrir diversos tipos de cáncer, así como
enfermedades respiratorias y cardiovasculares-, el hallazgo no sorprende a los
expertos. "Como aprendimos con el cigarrillo, solemos
infravalorar el impacto de los tóxicos en nuestro cuerpo",
señala el neumólogo Luis Seijo, de la Clínica Universidad de Navarra.
Y no solo en la ciudad
La polución es un problema que asociamos con la
vida urbana, pero esta relación solo resulta cierta en parte. Los científicos
saben que los contaminantes se mueven y evolucionan: alguien que viva en las
afueras de una gran ciudad o en un núcleo rural tampoco está a salvo.
Seijo pone el ejemplo del ozono
troposférico, un contaminante llamado secundario porque se crea
a partir de reacciones químicas de otros contaminantes con los rayos de sol, lo
que lo hace más peligroso cuando tenemos buen tiempo. Este tóxico, además, está
relacionado con el agravamiento del asma y un mayor riesgo de
sufrir una enfermedad respiratoria.
"Aunque el contaminante se genere en la ciudad, altas concentraciones de
ozono troposférico pueden aparecer en poblaciones alejadas, recuerda.
Eres lo que comes
Imagen: pexels |
Hay otro contaminante que desvela a los expertos de
la salud. Se trata del plástico, un material producido en
cantidades ingentes en el planeta: 335 millones de toneladas cada año, de las cuales
cerca de 8 millones acaban en el océano. Sus micropartículas
forman islas flotantes en sus aguas que, literalmente, ahogan a
los animales marinos. Pero es que estos plásticos podrían estar también
pasando a los humanos, como comprobó un estudio reciente
realizado en Reino Unido, Italia, Rusia y Japón, que encontró restos de
plásticos prácticamente en todas las heces analizadas.
Si somos lo que comemos, lo que
comemos también revela lo que somos. No debería
sorprendernos el hecho de que las personas también estemos comiendo plástico. E
incluso bebiéndolo
con el agua del grifo. Aún desconocemos los efectos sobre
la salud en humanos, pero su impacto preocupa. "Aunque los plásticos no
tengan un impacto directo sobre el sistema respiratorio -al menos, que sepamos-
no es descabellado asumir que tienen efecto en el sistema gastrointestinal",
apunta el doctor. Un riesgo que aumentaría si el intestino fuera capaz de
absorber los microplásticos algo que aún investigan los científicos.
Imagen- Pexels |
Ponerte una mascarilla no vale
para arreglar el problema
Hay muchas cosas que puedes hacer para aportar tu
grano de arena y no ensuciar tanto el planeta.
·
Empieza
a reducir el uso del coche y pedalea, si puedes, para llegar al trabajo.
·
Olvídate de fumar: el vicio del cigarrillo no solo es
nefasto para tu salud, sino que también contamina el aire que respiramos.
·
Revisa la caldera: puedes evitar que kilos de tóxicos
terminen en la atmósfera. "Asegurarnos de que la presión
de las ruedas del coche es la adecuada reduce un 4 % el
consumo de combustible, por lo que ahorra muchos contaminantes", dice
Seijo.
Es comprensible, además, que queramos
protegernos. Si tienes intención de hacer ejercicio al aire
libre, no salgas los días con un protocolo por contaminación
activado, una medida con la que las instituciones restringen el tráfico además
de advertir de los altos niveles de polución. También hay que evitar correr cerca de carreteras con mucho
tránsito, "y mejor escoger días en los que llueve y hace viento",
comenta el neumólogo. El motivo es que estas perturbaciones meteorológicas
dispersan los tóxicos y reducen su concentración. Todo lo contrario de lo que
ocurre los días soleados, sobre todo, cuando se suceden durante un periodo
largo. En resumen: los días de riesgo, mejor haz tus abdominales en
casa o cambia el running por
la cinta de correr del gimnasio, donde el aire está más limpio.
Por último, un
mito que debemos desterrar: llevar una mascarilla protege de la polución.
Estos artefactos resultan cada vez más visibles en la ciudad, y no solo sobre
la boca de ciudadanos orientales. Pero resultan poco eficaces, además de que
implican un gasto de dinero. "Las mascarillas normales no sirven para capturar
las partículas tóxicas pequeñas, de entre dos y cinco micras,
por lo que seguirán entrando en nuestro sistema respiratorio", advierte el
neumólogo. Para que sirvan, tienen que llevar un filtro especial, lo que las encarece.
Y además, hay que cambiarlo cada cierto tiempo, porque de otro modo quedaría
inservible.