El sistema carcelario uruguayo ha implementado una nueva
manera de administrar un penal con resultados exitosos. En la cárcel de Punta
de Rieles, cuyo nivel puede compararse con las de Noruega o Dinamarca, los
presidiarios viven como si estuvieran en un pueblo, trabajan y hasta tienen su
propia radio.
actualidad.rt - Confeccionar bloques de cemento, pintar
repuestos de un auto o cocinar alimentos para su posterior venta. Todas esas
actividades coexisten en el seno de la Unidad Penitenciaria Punta de Rieles, en
las afueras de Montevideo, que alberga a 600 personas y busca la
resocialización sin violencia.Concepto de la cárcel como un pueblo
"Nos gusta pensarla más como un pueblo, que tenga una
dinámica de vida lo más parecido posible al exterior", explica Rolando
Arbesún, director del complejo. "Eso implica un volumen de trabajo
bastante importante, actividades muy importantes, pero también mucha presencia
del afuera, del mundo externo de la prisión dentro de Punta de Rieles. Porque
si uno está preparando a estos hombres para que vivan en libertad, hay que
prepararlos en un escenario que se parezca lo más posible dentro de las
limitaciones de lo que se pueda hacer en una prisión”.
Las transformaciones en la cárcel de Punta Rieles. Foto: cfmontevideo.gub.uy |
El objetivo es humanizar la cárcel
Inaugurada en 2010, es el primer presidio en Uruguay dirigido
por personal no vinculado a las fuerzas armadas. En su interior es común ver a
trabajadoras sociales que conviven con los presos y los ayudan a resolver sus
problemas. El objetivo es, no solo preparar al interno para la vida exterior,
sino humanizar la cárcel.
"El delito, al ser tan individualista, genera muchas
dificultades para que la gente entienda que es posible vivir de otra manera.
Por eso el concepto de pueblo. En la misma medida en que se van desarrollando
estas actividades, se hace un proceso de socialización que de alguna manera
recomponga la ruptura de todos los vínculos que ellos han tenido hasta el
momento en que llegaron acá", recalca Arbesún.
Cárcel con mínima presencia policial
Ninguno de los internos puede estar quieto: las actividades
van desde practicar un deporte hasta colaborar en un taller de radio. Todos
tienen la obligación de respetarse y con creatividad desarrollar el mejor
sistema de convivencia ciudadana con mínima presencia policial y sin la
circulación de dinero legal.
"En este caso tengo un ticket de $60, un familiar vino
y le dejó (a un preso) eso para una cena", cuenta Fabián Rodríguez, que
trabaja en una panadería dentro de la cárcel. "Él viene con el ticket que
es como el dinero y me compra. Yo tacho y si el ticket queda eliminado como en
este caso, me lo quedo para que conste en la tesorería y finalmente poder
retirar el efectivo".
"Te da una posibilidad de crecimiento como persona
porque también te brinda la oportunidad de tener contacto con las personas que
vienen. Ahora estamos esperando la visita de Mujica y todo eso te da otra forma
de pensar", comenta Rodolfo Mella, abogado preso que colabora en la radio
de la cárcel.
Punta de Rieles como una "oportunidad de vida"
Unos 33 emprendimientos laborales forman parte de la
fisionomía de esta cárcel pueblo. Desde la primera constructora de un preso
inscripta en el sistema impositivo local hasta un almacén de ramos generales,
son tan solo algunas de las iniciativas que les permitieron enterrar los
tiempos del delito.
"Yo te definiría a Punta de Rieles como una oportunidad
de vida. Acá en Punta de Rieles no te cierran las puertas, te dan una mano.
Quien quiera salir adelante con trabajo y esfuerzo, sale adelante", dice
Núñez Cruz, presidiario y dueño de una empresa constructora.
Por su parte, Arturo Correa, que trabaja en un comercio de
alimentos elaborados, opina que "de esta forma nosotros podernos
reintegrarnos a la sociedad sin problemas, sin tener apremios económicos.
Porque para quien está privado de la libertad como yo, que llevo 13 años
detenido, se torna muy difícil salir a la calle y poder conseguir un
trabajo".
El nuevo sistema muestra resultados formidables
En 2007, un informe de la ONU denunció condiciones de
detención inhumanas y hacinamiento en las cárceles uruguayas.
Tres años después se aprobó una ley de emergencia que
propició la construcción de nuevos establecimientos. Hoy, de cada 300 liberados
de Punta de Rieles, sólo cuatro regresan a la delincuencia. Son los resultados
de una nueva concepción carcelaria.
Punta de Rieles es un complejo penitenciario, que si bien
está rodeado de un alambre perimetral, no vive el encierro como todas las
cárceles tradicionales. Aquí conviven almacenes, panaderías, una huerta y hasta
una radio comunitaria como si fueran actividades típicas de un pueblo.
Precisamente eso se intenta replicar: la estructura de una
ciudad donde los presos son parte activa de su funcionamiento. El resultado es
formidable, no solo muchos aprenden un oficio, sino que sucede algo más
importante: se brinda una nueva chance para transformar el pasado oscuro en un
futuro en libertad muy prometedor.