muhimu.es - VALERIA HIRALDO.- Casi nadie la reconoce cuando la sufre así que lo normal es que seguramente no te hayas dado cuenta o no hayas sabido identificar este tipo de tortura tan común: el gaslighting o el sutil arte de volver loco a alguien que no lo está.
Hacer luz de gas o gaslighting es una forma de abuso psicológico que consiste en presentar información falsa para hacer dudar a la víctima de su memoria, de su percepción o de su cordura. Puede consistir en negaciones simples por parte del abusador, en el sentido de si determinados eventos ocurrieron o no, o incluso en la escenificación de situaciones extrañas con el fin de desorientar a la víctima.
¿El responsable? un narcisista sociópata que trata de convencer a otra persona, generalmente a su pareja, que la realidad que experimenta no es la que está pasando, que no existe. Que la realidad es la que el le muestra. Parece imposible pero a él le resulta sorprendentemente fácil cómo consigue que la víctima dude de si misma.
Suele proceder de un perfil de personas donde predominan las actitudes narcisistas, controladoras e intimidatorias. A ojos de la sociedad no son fáciles de detectar a simple vista como personas desequilibradas, sino que se integran adecuadamente en el día a día.
Siempre te hará creer que la máxima preocupación en su vida es tu felicidad (aunque tú sólo percibas dolor/asfixia).
Este tipo de maltrato es intencionado y planificado minuciosamente. Por eso, en la mayoría de los casos, las situaciones se dan en un clima tranquilo y generalmente doméstico.
¿Imposible que te hagan dudar de algo que viviste o sentiste? Pues sí, lo consiguen. Consiguen que la víctima sienta sienta que es ella la que está cometiendo un error de percepción. Al final, sientes que eres tú el que ha malinterpretado lo sucedido. Con ello pierdes la confianza en ti mismo y te sientes culpable de tus propios sentimientos por siempre “malinterpretar” las situaciones.
¿Imposible que te hagan dudar de algo que viviste o sentiste? Pues sí, lo consiguen. Consiguen que la víctima sienta sienta que es ella la que está cometiendo un error de percepción. Al final, sientes que eres tú el que ha malinterpretado lo sucedido. Con ello pierdes la confianza en ti mismo y te sientes culpable de tus propios sentimientos por siempre “malinterpretar” las situaciones.
Te hacen sentir un inútil, pero una inútil que gracias a ellos (y sólo gracias a ellos) puede salir adelante. ¿Reconocen a alguna pareja, amigo o familiar que los haga sentir así?
Para que lo entiendan mejor, pongamos un ejemplo de una situación cotidiana en la que podría darse:
– Víctima: Cuando dijiste esto me hiciste daño, prefiero que no me hables así, me sentí mal.
– Manipulador: Yo jamás te diría algo para hacerte sentir mal. Malinterpretas mis palabras para luego culparme de tus inseguridades. Pero sin embargo, yo te lo perdono todo. Te quiero.
Así de sencillo.
En el cine encontramos ejemplos muy claros (aunque algo cómicos) como por ejemplo, el de la película “Amelie”, en la que la protagonista, Amelie Poulain, se venga de su frutero Colligno. Para ello se hace con las llaves de su casa y comienza hacerle cambios, como ponerle las zapatillas de estar por casa cuatro tallas mas pequeñas o adelantarle la alarma del reloj.
Pero sin duda, el gran ejemplo, aunque algo ya más serio, es la sinopsis de la película Gaslight, dirigida por George Cukor en 1944 y protagonizada por Charles Boyer e Ingrid Bergman. Tan tan buen ejemplo que el nombre de esta tortura se lo debemos al guión de la película.
Es quizás la mejor muestra de cómo funciona esta sutil tortura que se lleva a cabo en entornos familiares, entre conocidos y sobre todo en pareja.
Ésta es la estrategia que sigue Charles Boyer para volver loca a la pobre Ingrid Bergman:
1) Establece con ella una relación privilegiada, enamorándola con excesivas atenciones. Con ello consigue crear un vínculo tan “especial” que le hace ganar su total confianza.
2) La aleja de terceras personas o cuestiona el “bien” que estas personas le hacen. Limita su vida social y familiar, confinándola en el ámbito doméstico, evitando visitas para aislarla de otras influencias.
3) Invalida su percepción, convenciéndola de que sus sentidos la engañan.
4) Introduce la duda sobre todos sus actos y procesos mentales, llevándola poco a poco a cuestionarse seriamente su cordura o capacidad para tomar decisiones.
5) Aprovecha las crisis de nervios que ocasionalmente sufre ella para legitimarse de razón, obviando que, en realidad, ella está sucumbiendo al estrés de la situación que él mismo ha creado.
Una vez iniciado este proceso, es difícil que la víctima pueda salir de ella por sí misma, siendo necesaria una enérgica intervención externa para salvar a la víctima. Este tipo de manipulación es muy peligrosa ya que terminas aceptando la realidad de la otra persona, y al perder la tuya, lo que se produce es lo más parecido a un lavado de cerebro. Puede parecer que no es muy grave, pero al final el acosador termina enloqueciendo a la víctima.
– Víctima: Cuando dijiste esto me hiciste daño, prefiero que no me hables así, me sentí mal.
– Manipulador: Yo jamás te diría algo para hacerte sentir mal. Malinterpretas mis palabras para luego culparme de tus inseguridades. Pero sin embargo, yo te lo perdono todo. Te quiero.
Así de sencillo.
En el cine encontramos ejemplos muy claros (aunque algo cómicos) como por ejemplo, el de la película “Amelie”, en la que la protagonista, Amelie Poulain, se venga de su frutero Colligno. Para ello se hace con las llaves de su casa y comienza hacerle cambios, como ponerle las zapatillas de estar por casa cuatro tallas mas pequeñas o adelantarle la alarma del reloj.
Pero sin duda, el gran ejemplo, aunque algo ya más serio, es la sinopsis de la película Gaslight, dirigida por George Cukor en 1944 y protagonizada por Charles Boyer e Ingrid Bergman. Tan tan buen ejemplo que el nombre de esta tortura se lo debemos al guión de la película.
Es quizás la mejor muestra de cómo funciona esta sutil tortura que se lleva a cabo en entornos familiares, entre conocidos y sobre todo en pareja.
Ésta es la estrategia que sigue Charles Boyer para volver loca a la pobre Ingrid Bergman:
1) Establece con ella una relación privilegiada, enamorándola con excesivas atenciones. Con ello consigue crear un vínculo tan “especial” que le hace ganar su total confianza.
2) La aleja de terceras personas o cuestiona el “bien” que estas personas le hacen. Limita su vida social y familiar, confinándola en el ámbito doméstico, evitando visitas para aislarla de otras influencias.
3) Invalida su percepción, convenciéndola de que sus sentidos la engañan.
4) Introduce la duda sobre todos sus actos y procesos mentales, llevándola poco a poco a cuestionarse seriamente su cordura o capacidad para tomar decisiones.
5) Aprovecha las crisis de nervios que ocasionalmente sufre ella para legitimarse de razón, obviando que, en realidad, ella está sucumbiendo al estrés de la situación que él mismo ha creado.
Una vez iniciado este proceso, es difícil que la víctima pueda salir de ella por sí misma, siendo necesaria una enérgica intervención externa para salvar a la víctima. Este tipo de manipulación es muy peligrosa ya que terminas aceptando la realidad de la otra persona, y al perder la tuya, lo que se produce es lo más parecido a un lavado de cerebro. Puede parecer que no es muy grave, pero al final el acosador termina enloqueciendo a la víctima.
¿Y SI EL ACOSADOR ERES TÚ?
El gaslighting es un tipo de manipulación muy común en la gente narcisista y sociópata, pero seguro que en alguna ocasión tú mismo la has realizado o la has sufrido.
Si sientes que algo no esta bien, confía en ti. Si empiezas a creer a otra persona vas a negar tu propia percepción de la realidad. No escuches al manipulador. Y si dudas, pregunta a terceras personas ajenas al manipulador. Quizás ellas puedan ayudarte.
Es importante que no discutas con este tipo de personas, porque ellos son más persistentes y acabarán convenciéndote de cualquier cosa por absurda que sea.
El gaslighting es un tipo de manipulación muy común en la gente narcisista y sociópata, pero seguro que en alguna ocasión tú mismo la has realizado o la has sufrido.
Si sientes que algo no esta bien, confía en ti. Si empiezas a creer a otra persona vas a negar tu propia percepción de la realidad. No escuches al manipulador. Y si dudas, pregunta a terceras personas ajenas al manipulador. Quizás ellas puedan ayudarte.
Es importante que no discutas con este tipo de personas, porque ellos son más persistentes y acabarán convenciéndote de cualquier cosa por absurda que sea.
Cuando veas ese tipo de comportamientos huye… y si detectas que lo tienes ¡pide ayuda a un profesional!