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En
ocasiones, el comienzo de la pubertad acontece mucho antes de lo deseado.
Por lo general, el inicio puberal se origina entre los 8 y 13 años en las niñas
y entre 9 y 14 años en los niños. Cada vez es más frecuente que esto ocurra
entre los 8 y los 9 años en las pequeñas y entre los 9 y los 10 en los varones.
Es la pubertad adelantada. Pero también pasa antes. Entonces estaríamos ante
una pubertad
precoz con consecuencias físicas y psicológicas, que podrían ser graves. A
continuación, explicamos en qué consiste, cómo reconocerla y tratarla.
La pubertad precoz es una "enfermedad
rara", reconoce la endocrinóloga infantil Mª Teresa Muñoz.
Afecta a uno de cada 5.000-10.000 menores. La incidencia anual oscila entre
0,02 y 1,07 nuevos casos por 100.000, de 0,13 a 2,17 en las niñas.
En ellas es más frecuente, en concreto diez veces
superior que en los niños. La pubertad precoz femenina se da
antes de los 8 años. Aparece el botón mamario y registran un desarrollo
progresivo de las mamas. La edad ósea no se corresponde con la cronológica y
pueden crecer hasta más de 6 centímetros al año (el conocido estirón). El vello
púbico y axilar también puede surgir. Pero la primera menstruación no llegará
hasta dos años después.
En los chicos,
además del crecimiento de la talla ósea, la pubertad precoz se caracteriza por
el incremento del volumen de los testículos (mayor a 4 ml) antes de los 9 años.
Le sigue el desarrollo de vello pubiano y axilar; en el resto del cuerpo y en
la cara (sobre todo en el labio superior), vendrá más tarde, como también su
estirón, que lo vivirán en torno a un año después, puntualiza la especialista.
Causas y consecuencias de la pubertad precoz
Las causas por las que se alteran las hormonas
sexuales son desconocidas (de ellas un 30 % tiene componente
familiar). Esto sobre todo ocurre en el caso de las niñas. De
hecho, un estudio reciente en Estados Unidos publicado American
Journal of Epidemiology revela que las hijas de madres con
sobrepeso en el embarazo tienen más probabilidades de tener una pubertad
temprana. Mientras, en los chicos se asocian con frecuencia a procesos
orgánicos.
Las causas orgánicas más
comunes son: tumores hipotalámicos (hamartoma); alteraciones del sistema
nervioso central (neurofibromatosis, hidrocefalia, mielomenigocele...),
irradiación craneal (tratamiento de diferentes tumores), determinados síndromes
(Beuren-Williams...) y proceder de una adopción internacional, "donde la
frecuencia de pubertad precoz central es claramente superior a la del resto de
la población", indica Muñoz.
Imagen- Jim_Filim |
Un diagnóstico adecuado podrá dar con el
tratamiento más adecuado para detener la pubertad precoz y sus consecuencias.
Una de las más inquietantes es la posible pérdida de talla adulta;
al principio parecen altos, pero sus huesos se detienen antes. No menos
preocupantes son los riesgos sociales, que enumera la
psicóloga del Centro ITAE, Nadja
Schlensong: estrés, incomprensión, tristeza, rechazo social, baja autoestima,
excesiva preocupación por la imagen corporal, dificultad de adaptación,
tendencia al aislamiento... También puede afectar a la esfera
sexual, esta vez en los chicos, con un aumento de la líbido y
hasta con desarrollo de conductas masturbatorias o sexuales inadecuadas. Por
supuesto, está un mayor índice de masa corporal, con
incremento de grasa abdominal, mayores cifras de tensión arterial, así como un
peor perfil lipídico. "Todos estos factores sugieren que estas mujeres
tendrían un mayor riesgo cardiovascular", resalta la endocrina.
Detección precoz y tratamiento
¿Cómo saber si es pubertad
precoz? Una radiografía de mano-muñeca izquierda para
valorar la edad ósea y un estudio hormonal que verifique la presencia de
niveles elevados de esteroides sexuales (estradiol o testosterona) demostraría
las sospechas. La ecografía abdómico-pélvica descarta tumoraciones, pero
también valora el tamaño ovárico y uterino. Y una resonancia magnética, por su
parte, sirve para evaluar la anatomía de la región hipotálamo-hipofisaria y
desechar una patología orgánica.
Para acertar con el diagnóstico, en cuanto los
padres detecten cambios físicos, deberán hacérselo saber a su pediatra. Si es
necesario, él derivará la historia al endocrinólogo infantil. En caso de causa
orgánica, se atajaría con su tratamiento médico o
quirúrgico correspondiente. Pero si no, se usará tratamiento hormonal
inyectable para impedir que la pubertad continúe adelantándose y el niño siga
siendo, por ahora, niño.
No descartar ayuda psicológica
"La madurez física que sufren estos niños y
niñas se produce cuando aún psicológicamente les falta mucho por
adquirir", confiesa Nadja Schlensong. No están acostumbrados a los
cambios hormonales y del estado de ánimo propios de la preadolescencia y
carecen de recursos personales para gestionarlos. Si los
sentimientos de tristeza o rabia por el rechazo social se prolongan, la
psicóloga advierte que pueden llevar a "episodios graves de depresión o
conductas antisociales como mentir, robar o desafiar a la autoridad, como
manera de encajar en otros grupos sociales con niños de mayor edad con los que
sí comparten estos cambios". De ahí que, como padres, debamos estar alerta
ante conductas de aislamiento social recurrente (no salir con amigos), cambios
bruscos en su comportamiento (no querer hacer actividades que antes le
gustaban) o bajo rendimiento escolar que se mantengan varios meses.
Los psicólogos ayudan en estos
casos a normalizar los sentimientos y les dotan de habilidades sociales para
así fomentar su autoestima y autoeficacia personal. Además, trabajan por
intentar que esto no derive en trastornos de la conducta alimentaria o
adicciones a sustancias.
La labor de los progenitores consistirá
en transmitir normalidad y apoyar al hijo y reafirmar su autoestima
reforzándole positivamente como persona. "Es imprescindible que los padres
se comuniquen de manera fluida, calmada y abierta con su hijo y le proporcionen
espacios seguros en el día a día para que pueda abrirse y contarles cómo
está", sostiene la especialista.