theguardian-eldiario.es-Nicola Davis.- Harper
señala que la inteligencia artificial, la migración y unos ancianos
con mejor salud hacen que los países ya no necesiten poblaciones en crecimiento
para sostenerse
Entre
2006 y 2018 Corea del Sur ha gastado unos 118.000 millones de euros intentando
promover la reproducción de su población
Cifras recientes han revelado que, a nivel global, las
mujeres ahora tienen un promedio de 2,4 hijos a lo largo de su vida. Pero si
bien en algunos países esa cifra es mucho mayor –en Níger es de más de siete
hijos por mujer–, en casi la mitad de los países,
incluidos Reino Unido, Rusia y Japón, la tasa ha caído por debajo de dos.
Esta caída ha sido causa de alarma, incluso algunos han
advertido que este descenso en el número de hijos pone a algunos países al
borde de un desastre por despoblación.
Sin embargo, Sarah Harper, exdirectora de Royal
Institution y experta en cambios poblacionales de la Universidad de Oxford,
afirma que en lugar de ser recibidos con alarma y pánico, la caída de la
natalidad total debería ser celebrada y los países no deberían preocuparse si
no crece su población.
Harper señala que la inteligencia artificial, la
migración y unos ancianos con mejor salud hacen que los países ya no necesiten
poblaciones en crecimiento para sostenerse. "La idea de que hace falta
mucha gente para defender a tu país y para lograr crecimiento económico es una
noción muy anticuada", dijo.
Tener menos hijos también es indudablemente positivo desde
un punto de vista medioambiental. Una investigación reciente ha
concluido que tener un hijo menos reduce el impacto ecológico de un adulto
en 58 toneladas de dióxido de
carbono al año.
Harper añade que es esencial reducir nuestro consumo, sobre
todo teniendo en cuenta que los países africanos y asiáticos, donde más
rápidamente crece la población, necesitarán una mayor proporción de recursos si
queremos atacar la desigualdad global.
"Deberíamos alegrarnos por una caída de la tasa de
fertilidad total (número medio de hijos por mujer), porque hace 25 años
estábamos aterrados de que la población mundial iba a llegar a 24.000
millones", explica Harper, que tiene tres hijos. La experta señala que las
estimaciones ahora calculan que la población mundial será de entre 10.000 y
12.000 millones a fin de siglo.
En muchas ocasiones se han registrado caídas en la
natalidad total cuando se desarrollan las economías nacionales, mejora la
sanidad pública y cae la mortalidad infantil, y las mujeres se encuentran
criando familias más numerosas. "Esto es un proceso natural", destaca
Harper, añadiendo que los motivos de estas caídas incluyen mayor planificación
familiar y mayor nivel educativo de las mujeres –con niñas que estudian y luego
se incorporan al mercado laboral–, lo cual les permite retrasar el momento de
tener hijos y elegir cuántos hijos quieren tener, si es que quieren tener
alguno.
Sin embargo, todavía se genera una sensación de alarma
en los países cuando la tasa de fertilidad total cae por debajo del llamado
nivel de reemplazo, la cifra mágica de 2,1.
"La migración,
ese maravilloso acto de equilibrio"
Desesperados por tomar medidas contra la escasez de
bebés en medio de la falta de trabajadores y cuidadores para las personas
mayores, algunos países han promovido iniciativas para fomentar la
reproducción, utilizando métodos variados, desde viajes para la formación
de parejas en Taiwán hasta campañas publicitarias.
Entre 2006 y 2018 Corea del Sur gastó unos
118.000 millones de euros intentando promover la reproducción de
su población, y aunque en 2016 en Italia tuvieron que retirar unos carteles que
decían "La belleza no tiene edad…la fertilidad sí" por quejas de que eran sexistas e
incluso fascistas, se mantuvo el "día de la fertilidad" en
el calendario, y el Gobierno actual sugirió recientemente que se podría premiar
con un terreno a las familias que tuvieran hijos.
Incluso en China, famosa por su política de un solo
hijo, hay preocupación y algunos académicos han propuesto recientemente que se
multe a las parejas que tengan pocos hijos, mientras se ponen nuevos obstáculos
al aborto y al divorcio. Sin embargo, Harper afirma que los temores de que la
caída de la natalidad retrase el desarrollo de los países no tienen fundamento.
"Un pequeño número de personas con alto nivel
educativo en las áreas económicas del saber en Europa tiene mucho más peso que
un aumento de población, porque muchas de las tareas laborales se van a
resolver gracias a la automatización", opina Harper. La experta afirma que
la inteligencia artificial y la robótica están alejando de los trabajos
industriales y que hay que dirigir los esfuerzos a educar a las nuevas generaciones,
en lugar de promover la procreación.
También remarca que los cambios en el campo militar
reducen los temores de algunos países de quedar en una situación de
vulnerabilidad. Estos temores se reflejan, por ejemplo, en un reciente aumento de la edad máxima
permitida para entrar a las fuerzas armadas en Japón. "No
necesitamos mucha gente en las fuerzas armadas. Los conflictos armados modernos
no son así", señala.
Respecto de la necesidad de cuidar de la población
anciana, los bebés tampoco solucionarían ese tema porque a los bebés también
hay que cuidarlos y tardan años en entrar en el mercado laboral.
"Toda la evidencia indica que si las familias, los
hogares, las sociedades y los países deben lidiar con un alto número de
dependientes, esto requiere una cantidad de recursos que podrían destinarse al
progreso de la sociedad, la economía, etc", explica Harper, añadiendo que
el "problema" de una población anciana también tiene que reevaluarse,
teniendo en cuenta que está avanzando la tecnología para ayudar a las personas
dependientes y que cada vez se llega con mejor salud a la tercera edad. "Es
mucho más fácil ayudar a los ancianos a vivir mejor y de forma más saludable,
incluso dentro del mercado laboral, que decirles a las mujeres ‘tenéis que
tener hijos’".
De hecho, empoderar a las mujeres puede hacer más por
modificar la tasa de fertilidad total que promover la natalidad, afirma Harper,
aunque no necesariamente se genere un "baby boom". "En las
sociedades que le permiten a la mujer tener hijos y permanecer en el mercado
laboral, las mujeres pueden pasar de no tener hijos o tener uno a probablemente
tener dos". En las sociedades ricas, la población adinerada puede querer
tener más hijos.
Y hay otra solución: la migración, algo que Harper
asegura que ha ayudado a Europa y América del Norte a lidiar con su población
cada vez más envejecida, impulsando las economías desde la Segunda Guerra
Mundial. En Alemania, las mujeres ahora tienen un promedio de 1,4 hijos a lo
largo de su vida. "Creo que una de las razones por las que Angela Merkel
aceptó acoger a un millón de refugiados fue porque necesitaba desesperadamente
aumentar la cantidad de población activa laboralmente", cuenta Harper.
Este argumento, si bien puede enfurecer a los
populistas de derechas, es muy poderoso. "La migración, ese maravilloso
acto de equilibrio", concluyó.
Traducido
por Lucía Balducci