MUHIMU
Ahora se acaba febrero y muchas/os son los que
ponen la atención en sus parejas y sus romances. El enamoramiento no es algo
que podamos escoger, aunque podemos apreciar algunos elementos que pueden
influenciar.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que hay un
proceso de enamoramiento que es inconsciente, es decir, que por mucho que nos
mentalicemos y que queramos controlarlo, al final, no podemos escogerlo.
Puedes
tener un esquema mental en el cual aparezca un chico o una mujer con ciertas
características, pero finalmente puedes llegar a enamorarte de alguien
completamente distinto. Generalmente, seguimos patrones, aunque hay factores
que están en unos niveles más profundos y que podemos desconocer.
Para ello debemos remontarnos a nuestras bases
biológicas cómo animales mamíferos que somos. La atracción que sentimos hacía
una persona responde a unas necesidades milenarias de nuestros organismos de
sobrevivir, mantenernos en un grupo/comunidad y dejar descendencia. Con lo cual
hay ciertos atributos generales que vamos a priorizar.
Por ejemplo, tenderemos
a buscar personas parecidas a nosotras /os o a nuestros entornos familiares
(papá y mamá), ya que la familiaridad es una manera de sentirnos seguras/os.
También cualidades como por ejemplo un buen estado físico o de salud pueden ser
determinantes para poder apreciar que nuestra pareja va a ser un buen compañera/o
y con el que vamos a poder disponer de hijas/os sanos. Y luego puede haber
atributos como la posición social que ocupa esa persona que pueden resultarnos
atractivos, ya que son elementos que podemos asociar con recursos que a la vez
nos aporten seguridad y confort.
La visión anterior puede parecer que es más
apropiada del paleolítico, pero realmente nuestro cerebro no ha cambiado en
casi 100.000 años.