Top Manta: una marca y una victoria en la lucha de los vendedores ambulantes de Barcelona

Elisa Marvena

La segunda semana de marzo ha sido especialmente trágica para los vendedores ambulantes de España tras la muerte por paro cardiaco de Mame Mbaye, de origen senegalés, tras huir corriendo de la policía.

Miembros del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona. Foto de: Playground Do (Usada con permiso)
Este hecho contrasta, sin embargo, con dos acontecimientos esperanzadores: la participación masiva en las concentraciones en solidaridad con Mbaye y el éxito de una campaña de crowdfunding para financiar un proyecto que busca mejorar las condiciones de vida del colectivo en Barcelona: su propia marca comercial, Top Manta.


El proyecto ha sido puesto en marcha por el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona, una asociación formada por migrantes venidos de varios países de África que han encontrado en la venta callejera una forma de subsistencia a causa del impedimento administrativo para trabajar bajo las exigencia de la ley.
Bajo el lema “Sobrevivir no es delito”, el Sindicato  se creó en 2015 como “una forma de apoyarnos entre nosotros ante la dureza del día a día vendiendo en la calle, y como una forma de defendernos ante el racismo institucional, [la] persecución y la criminalización”.
A la creación del Sindicato y de la marca Top Manta le precede más de una década de lucha, auto-organización y construcción de redes de solidaridad.

“Somos individuos creativos con ideas y ambición, como tú.”

La idea de crear Top Manta ya fue anunciada por el colectivo en 2017, junto con un video promocional lanzado por Playground Do que ya ha alcanzado más de 1 millón de visitas. En él, Aziz Faye, portavoz del Sindicato y sastre de profesión, explica cómo tras ocho años sin empleo, descubrió la dignidad de este trabajo de vendedor ambulante a pesar del acoso policial, la discriminación de la gente y un salario que apenas alcanza los 200 euros al mes.
¿Cómo lo hacen? De acuerdo con Faye, en el video: “porque tenemos muchas ideas y tenemos muchas riquezas”.


En el video, Faye reflexiona sobre la repentina atención mediática y cómo contrasta con la intensa invisibilización y el rechazo que caracterizan las imágenes que se expanden sobre ellos:
Hace poco hemos lanzado nuestra propia marca, la marca Top Manta (…) de pronto, la gente que nos ignoraba o rechazaba, nos tenía admiración. Los medios querían entrevistarnos, los diseñadores querían conocernos (…) ¿Qué había cambiado? Dos cosas. Primero se descubrió que no somos solamente inmigrantes ilegales, sino que somos individuos creativos con ideas y ambición, como tú. Segundo, empezamos a hablar el lenguaje del capitalismo.
En su página web, la marca Top Manta se describe como algo más allá de un proyecto comercial: un instrumento de resistencia y reivindicación, una marca “colectiva, sencilla, rebelde y digna”, contra las fronteras, el desprecio y el olvido.

En este momento y tras menos de una semana activa, la campaña de crowdfunding para financiar la puesta en marcha del proyecto ya ha superado su objetivo mínimo y sigue en aumento. Aquellos que colaboren pueden elegir entre diferentes recompensas, como camisetas y sudaderas, diseñadas por el colectivo y producidas de manera solidaria, justa y sostenible (es posible el envío a Europa, Latinoamérica y Senegal).

Manteros: solidaridad frente la criminalización, el racismo y la invisibilidad

Según un informe del Ayuntamiento de Barcelona, en 2016 había 400 vendedores ambulantes en la ciudad, y más de la mitad de ellos se encuentran en situación administrativa irregular. El informe también desmiente que detrás de los manteros estén las mafias como últimas beneficiarias de su actividad, rumor muy extendido en la calle y las redes.

Gracias a la presión ejercida por diferentes colectivos migrantes, en 2010 se consiguió despenalizar la venta ambulante, que pasó a ser falta leve. Pero de nuevo en 2015, la conflictiva reforma del código penal, llevada a cabo por el gobierno conservador del Partido Popular (PP), vuelve a considerar la venta ambulante como delito sancionado con penas de entre seis meses a dos años de cárcel.

Una importante consecuencia de esta penalización es que ayuda a perpetuar la situación de vulnerabilidad legal de los vendedores. El delito queda reflejado en su expediente e impide que puedan regularizar su situación administrativa. Como consecuencia, conseguir un trabajo legal alternativo a la venta ambulante se vuelve aún más difícil. Éste es el caso de muchos de los manteros, que siguen “sin papeles” a pesar de llevar más de una década en España.

Como destaca el “Manifiesto por la despenalización del top manta”:
…cuando un mantero es condenado por vender, esto cierra de facto cualquier posibilidad de regularización futura debido al tema de los antecedentes penales. Esto es lo que llamamos criminalización de la pobreza.
Iniciativas como la de Top Manta y su aceptación por el público español abren la puerta a un gran número de esperanzas y posibilidades. Sin embargo, todo logro será pequeño hasta que no se confronte el insidioso racismo social e institucional que normaliza las violencias policiales, denunciadas con insistencia por el colectivo: “Hace mucho tiempo que la violencia ejercida contra nosotros se ha aceptado como algo natural. (…) Tenemos decenas de compañeros con piernas y manos rotas por los operativos policiales”.

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