Cierre de la mina de lignito Bílina de Limit jsme my, 2017. Fotografía de Ondřej Bratoň- Limity jsme my |
Libkovice
podría haber sido un lugar muy agradable para vivir. El pueblo, situado a lo
largo de un arroyo en las faldas de las majestuosas montañas de mineral que
separaron la Bohemia checa de la Sajonia alemana, fue el hogar de cientos de
personas. Tenía su propia panadería, una típica posada de campo y, según se
informa, un espíritu comunitario muy fuerte.
Lamentablemente,
Libkovice ya no existe más. Tuvo el mismo destino que docenas de ciudades y
pueblos en la cuenca del norte bohemio, que fueron destruidas para dar paso a
minas gigantes de lignito a cielo abierto.
Los
habitantes de Libkovice fueron los últimos en partir. La ciudad fue arrasada
hasta sus cimientos en 1992 y 1993, pese a la férrea resistencia de la
comunidad local y el incipiente movimiento ambiental. Fue una llamada de
atención a la realidad de que las nuevas condiciones democráticas no iban a
hacer que todo fuese perfecto. Ellos y su ciudad continúan siendo un símbolo
del daño que provoca la industria del carbón en el medio ambiente y su
población.
Destrucción por la minería a cielo abierto en República Checa. Fotografía de Majda Slámová- Limity jsme my. |
Hoy, a solo
minutos de distancia que se puede recorrer a pie desde donde se ubicaba
Libkovice, una nueva generación de activistas que abogan por la justicia
ambiental organizan el “Klimakemp” contra el carbón, ahora en su segundo año.
Comenzamos con que a pesar de esta historia dolorosa, República Checa (junto
con Alemania y Polonia) continúa siendo uno de las potencias de carbón en
Europa).
El Gobierno
checo planea continuar con la extracción y el consumo de este combustible
perjudicial para el medio ambiente en la segunda mitad de este siglo. Más de
la mitad de la
energía del país proviene del carbón. Debido a
esto, la República Checa sigue siendo uno de los mayores
emisores de CO2 en la Unión Europea, en términos
de emisiones per cápita, y comparte la cuarta posición con los Países Bajos. A
pesar de que es también uno de los mayores
exportadores netos de energía del continente, continúa
operando una docena de plantas de energía antiguas y obsoletas de las décadas
de 1970 y 1980. La producción anual corresponde casi exactamente a la cantidad
de energía que exporta cada año.
En 2015,
mientras el mundo se preparaba para la conferencia de Naciones Unidas sobre la
situación climática en París, el gobierno de ese entonces incluso sugirió dar
un paso más en este frenesí del combustible fósil y levantó los “límites” a la
minería. El primer gobierno democrático estableció estas restricciones en la
década de 1990 con el fin de proteger las casas de las comunidades locales en
zonas de extracción. Esta medida no solo conllevaría mayor liberación de carbón
en la atmósfera, sino también la destrucción de Horní Jiřetín, ciudad de más de
2000 habitantes.
Las protestas
surgieron en el país, encabezadas por una coalición de lugareños,
organizaciones no gubernamentales ambientales y la nueva iniciativa “Limity
jsme my” (Somos los límites), de la que formamos parte. Unas cuantas semanas
antes de la firma del acuerdo climático de París, el primer ministro Bohuslav
Sobotka y su gobierno decidieron salvar a Horní Jiřetín de la demolición, y
expandir la mina de Bílina aledaña en otros 150 millones de toneladas de
carbón. Las celebraciones se volvieron amargas.
Limity jsme my – Somos los límites. Fotografía de Majda Slámová - Limity jsme my. |
Energizados y
a la vez enfurecidos por esta victoria parcial, decidimos transformar nuestra
iniciativa en una plataforma permanente y crear un movimiento a largo plazo. En
la primavera de 2016, apoyamos la lucha para evitar la venta de las minas de
lignito en la región de Lausitz del este de Alemania a la compañía checa EPH.
Organizamos
una expedición al campamento climático que las iniciativas locales
establecieron allí, y obtuvimos inspiración de las acciones fructíferas de Ende
Gelände, que formaron parte de la liberadora onda de
desobediencia civil climática. En el último día de los bloqueos del
ferrocarril, una planta de energía casi cerró totalmente, mientras de manera
simultánea se difundía la noticia de que Alemania produjo –durante varias
horas– por vez primera en la historia energía de casi solo fuentes
renovables –un momento muy simbólico.
Acción de Limit jsme my en 2017. Fotografía de Majda Slámová- Limit jsme my. |
Queríamos
complementar la labor de los aliados más grandes y de las organizaciones no
gubernamentales y brindar enfoques nuevos a la política del movimiento. Es por
eso que organizamos el primer Klimakemp de manera totalmente
horizontal, que abrió el proceso para cualquiera que quisiera participar.
El campamento
autoorganizado finalmente se realizó a mediados de 2017 en el importante
escenario simbólico de la victoriosa comunidad de Horní Jiřetín. Reunió a 300
personas de la región, de todo el país y de toda Europa, lo que permitió la
asociación de grupos de organizaciones ambientales establecidos con iniciativas
antirracismo y de “derecho a la ciudad”. Durante cinco días, el campamento
brindó un espacio para la convivencia, la celebración y tomar acciones en
conjunto.
Unas 150
personas tomaron posesión de la mina Bílina que estaba en expansión. Esta
acción empoderadora de desobediencia civil no violenta detuvo la extracción de
carbón, y presionó para que el problema del cambio climático y nuestra petición
de un futuro libre de combustibles fósiles fueran puestos en debate.
Cierre de la mina Bílina de Limity jsme my, en 2017. Fotografía de Petr Zewlák Vrabec- Limity jsme my. |
Prometimos
que íbamos a regresar –y aquí estamos. A medida que la crisis ambiental se
profundiza, es importante entender la relación entre las condiciones climáticas
extremas, las luchas locales en contra de la industria de combustible fósil, la
política estatal y el financiamiento internacional. Los habitantes de Pardubice
se oponen a extenderle la vida a la planta de energía Chvaletice. Las personas
en la región de Liberec luchan por su agua, que la mina les arrebata. Y los
lugareños en el norte luchan para que no haya más extracción de carbón.
Tenemos por
delante una lucha importante. Las compañías de energía tratarán de evadir la
nueva normativa de emisión europea (BREF) y el Gobierno checo les ha permitido
solicitar excepciones. En los próximos años, estas empresas de servicios
públicos tendrán que modernizarse o cerrar de acuerdo con la estrategia
energética nacional.
La oposición
pública tiene que defenderse de la presión ejercida por las compañías privadas
extractoras de carbón, como Severní Energetická o EPH, de volverse privadas y
modernizarse. Los siguientes años serán decisivos, las conexiones
internacionales y la solidaridad pueden ser cruciales para evitar que los
bancos internacionales presten dinero a las compañías –si se procede a la
privatización.
El
segundo Klimakemp, que
se realizó del 27 de junio al 1 de julio, unió una vez más a personas de todas
partes del mundo con el fin de desafiar a la industria de combustible fósil.
Puesto que quienes toman decisiones aún se encuentran atascados en el ciclo
vicioso del carbón y energía nuclear, crear un movimiento fuerte que abogue por
el cambio climático que cruce las fronteras parece ser más importante que
nunca.
Traducido porAndrea González