El intercambio de
prisioneros y el deshielo declarado era sólo el comienzo. Semanas más tarde, a
mediados de enero, Obama suavizó las restricciones sobre los viajes a Cuba para
los ciudadanos de Estados Unidos y puso en práctica una serie de medidas que abrieron
la puerta para permitir empresarios estadounidenses explorar oportunidades en
Cuba. Durante su discurso del Estado de la Nación, pidió levantar el bloqueo
contra Cuba y reiteró las medidas concretas que su gobierno estaba tomando para
restablecer relaciones con el gobierno de Castro. En marzo, el primer vuelo
directo en décadas desde el aeropuerto JFK de Nueva York a La Habana comenzó a
operar y de pronto ni una habitación libre se encontraba en la capital de Cuba.
Eva Golinger.
actualidad.rt - Funcionarios de alto nivel de Washington y La Habana
continuaron las negociaciones durante la primavera y se acordaron detalles para
la próxima gran etapa del deshielo: la reapertura de embajadas y la
formalización de relaciones diplomáticas. Aunque fuertes discrepancias y
diferencias amenazaban con impedir el progreso, ambas partes estaban decididas
a seguir adelante. Confirmaron la fecha para abrir las embajadas de Cuba y
Estados Unidos en Washington y La Habana, y comenzaron los preparativos.
Justo a la
medianoche del 20 de julio fueron oficialmente restauradas las relaciones
diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos y sus respectivas embajadas comenzaron
a funcionar. Conrad Tribble, el segundo de la Embajada de Estados Unidos en La
Habana tuiteó al toque de la medianoche, "Hice la primera llamada
telefónica al Departamento de Estado desde la Embajada de Estados Unidos en La
Habana. No existía desde enero 1961.”
Minutos después, la cuenta de Twitter @USEmbCuba escribió: "Hola
amigos! Saludos desde la Embajada de Estados Unidos en La Habana,
Cuba". Pero no fue sino horas
después que las verdades celebraciones comenzaron, más de mil millas al norte
de la capital de Cuba, en Washington, DC.
¡Hola amigos! Saludos desde la Embajada de EE.UU. en La Habana, Cuba
— Embajada EE.UU. Cuba (@USEmbCuba) julio 20, 2015
La multitud comenzó
a reunirse poco después del amanecer en frente del edificio histórico en la
calle 16 en el barrio de Adams Morgan en la capital estadounidense. Cientos de
periodistas buscaban los mejores lugares para su cobertura exclusiva de uno de los
eventos más esperados en décadas, mientras la policía de Washington y los
oficiales del Servicio Secreto colocaban barreras alrededor de la entrada de
2630 16th Street NW. Filas de distinguidos invitados comenzaron a formarse en
los lados del edificio, todo el mundo tratando de escaparse del sol y del calor
tropical que dio el día una sensación real de estar en Cuba. Famosos
periodistas mostraban sus credenciales intentando convencer al protocolo cubano
para dejarlos entrar antes de los demás, para que pudieran obtener la primera
exclusiva. Senadores, congresistas, celebridades y ejecutivos de negocios
estaban esperando en la cola, junto a los amigos y aliados de Cuba, mientras
gotas de sudor formaban en sus frentes y la anticipación de los acontecimientos
de la mañana se hizo más fuerte. Había una energía nerviosa en el aire, un
sentimiento colectivo encargado de la emoción de décadas de lucha y resistencia
que llevaban a muchos pensar que jamás iban a ver esta victoria en sus vidas.
Minutos después de
las 10 de la mañana, más de 500 invitados pasaron al interior del recinto.
Llegamos hasta las escaleras de la puerta que enmarcaban la entrada ya en fase
de preparación para la ceremonia inaugural. Justo a las 10:33 am, las grandes
puertas abrieron, y el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno
Rodríguez, lideró la modesta delegación por el pasillo hasta el asta de acero,
parado firme y desafiante como un recordatorio de la Guerra Fría. Pero esa
mañana, el intenso calor no fue solamente generado por el sol que brillaba
sobre la multitud de abajo mirando fijamente al asta de la bandera. El deshielo
había llegado tan rápido como el derretimiento del hielo en el sol caliente de
la Habana (o de Washington, DC).
De repente tres
soldados cubanos marcharon por el pasillo, los tambores guiando su ritmo
patriótico, y de pronto los colores del azul y blanco con la estrella solitaria
radiante abrazada en rojo revolucionario se izaron en una proclama gloriosa de
victoria. Fue un momento congelado en el tiempo, un día por lo cual muchos
lucharon pero pocos creían que iba a llegar. Lágrimas fueron acompañadas de
gritos de alegría, "¡Viva Cuba! Viva Fidel” se escuchaba en coro por las
calles que rodeaban la Embajada. Al comenzar el Himno Nacional de Cuba, las
emociones alcanzaron su punto máximo y la voz de Cuba, silenciada durante tanto
tiempo por los poderes sentados a pocas cuadras de distancia en esa capital,
tomó el centro del escenario, fuerte y clara. El triunfo de la Revolución
Cubana sobre el imperialismo estadounidense estaba aquí y ahora. Cuba venció.
Las cámaras se
disparaban y los teléfonos celulares se levantaban en alto para atrapar el
recuerdo de la bandera heroica ahora anunciando con orgullo la restauración del
territorio soberano de Cuba en todo su esplendor, y nos entramos al edificio
detrás de la delegación cubana a consagrar el interior. Una gran escalera de
mármol dio la bienvenida a los invitados, mientras la grandeza del elegante
edificio de 1917 abrazó a los visitantes. Las paredes y los techos adornados se
brillaban de la reciente remodelación, lo que reflejaba también la renovación
de las relaciones con Washington. En la parte superior de las escaleras al otro
lado estaba colgado la bandera cubana original que volaba en este edificio
hasta 1961. Fue rescatada y guardada por una ex empleada de la embajada durante
54 años y ahora se presenta como un recordatorio de la resistencia y
determinación de la nación caribeña.
El canciller
Rodríguez se dirigió a la multitud comprimida en el salón majestuoso en la
segunda planta. "Este acto ha sido posible por la libre e inquebrantable
voluntad, la unidad, el sacrificio, la abnegación, la heroica resistencia y el
trabajo de nuestro pueblo, y por la fuerza de la Nación y la cultura
cubanas", afirmó, también agradeciendo "la conducción firme y sabia
del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz", que una vez
visitó este lugar en 1959 con la esperanza de avanzar las relaciones
bilaterales.
El jefe de la
diplomacia de Cuba recordó a todos los presentes que, si bien este momento
merece celebración y júbilo, aún queda mucho por hacer. El bloqueo de Estados
Unidos contra Cuba aún se mantiene, al igual que la base militar estadounidense
en territorio soberano de Cuba en Guantánamo. Sin embargo, los mojitos fueron
servidos en la barra de Hemingway en el segundo piso de la restaurada Embajada
de Cuba y abogados, periodistas, activistas y otros viejos amigos de Cuba
brindaron por la victoria. Silvio Rodríguez, el más prolífico cantautor de
Cuba, quien formó parte de la delegación para este evento, comentó que incluso
él tuvo dificultades para expresar sus sentimientos acerca de este día.
En medio de las
voces alegres que hacían eco en las magníficas paredes de la Embajada, los
viejos amigos encontrándose con abrazos, y los inversionistas y ejecutivos de
negocios frenéticamente buscando nuevas oportunidades en Cuba, el canciller
cubano salió a reunirse con el secretario de Estado, John Kerry, el primer
encuentro de este tipo en territorio estadounidense en más de 50 años.
Fuera de la
Embajada, las celebraciones continuaron. Una fiesta espontánea se prendió en la
calle con salsa y baile, la gente sonriente, abrazándose y bailando con alegría
hasta el atardecer.
Poco más de un
millar de millas al sur en La Habana, la Embajada de Estados Unidos también
abrió sus puertas, pero no hubo celebración ni bandera izada. La otra bandera
roja, blanca y azul, con sus 50 estrellas no será visible hasta que Kerry va a
Cuba en agosto para la ceremonia inaugural.
Aun así, este día
fue un símbolo de lo que este momento realmente significa. Cuba ha derrotado a
más de medio siglo de agresiones de Estados Unidos sin arrodillarse ni una vez.
Cuba ha demostrado que aunque pequeña en tamaño, es posible luchar contra los
obstáculos más poderosos, resistiendo incluso frente a las mayores
dificultades. La bandera cubana merece ser la primera en volar en alta, porque
ésta victoria pertenece a Cuba.