Los teléfonos móviles
de última generación son el principal objetivo de las bandas integradas por
menores. Los robos a autobuses se multiplicaron y mucha gente hasta tiene miedo
de salir de sus casas.
actualidad.rt - Una de
las víctimas fue Isabella, quien viajaba en un autobús cuando "20 niños
entraron por la puerta trasera con piedras en sus manos". De allí en
adelante, según publicó El Confidencial, para ella todo fue de terror:
"Hubo gritos, peleas, agresiones a los pasajeros, olor a marihuana, un
pandemonio". No los dejaban bajar y los amenazaban: "Todo el mundo va
a morir".
Cuando finalmente un
policía logró hacer descender a los pasajeros, "algunos proyectos de
monstruos se reían". El cierre de su historia refleja una sensación cada
vez más común entre los cariocas: "Recordar aquellas expresiones en sus
rostros, de maldad y de placer en hacer daño a los demás, me convence de que la
maldad existe. Son delincuentes, bandidos, monstruos. Y existe un único lugar
para ellos: muertos".
¿Qué hicieron las
autoridades para detener esta ola de violencia en una ciudad que, en menos de
un año, recibirá a millones de personas durante los Juegos Olímpicos? Se lanzó
a cazar a los menores. De acuerdo con los datos publicados por el portal, 700 policías
militares y 300 guardias municipales participaron en un operativo de patrullaje
de varias líneas de colectivo en busca de chicos que viajaran solos y sin
dinero para pagar su pasaje.
Como consecuencia del
procedimiento, decenas de chicos fueron detenidos, muchos eran menores de 12
años. Más allá de la edad, todos compartían las mismas características: eran
pobres y vivían en barrios marginales.
Los prejuicios y las
estigmatizaciones se volvieron frecuentes: 86,6 por ciento de los arrestados el
verano pasado fueron negros, al igual que, según Amnistía Internacional, 77 por
ciento de los jóvenes asesinados en Brasil de entre 15 y 29.
La violenta respuesta
de la sociedad
La violencia se
generalizó y se formaron grupos que buscan justicia por mano propia. Son los
denominados "justicieros", los "amantes del gimnasio" que
salen a las calles y a las playas con sus bates de béisbol para atacar a
quienes les resultan sospechosos. No les importa si son delincuentes o no.
"El próximo fin de semana quiero ir a la playa con los amigos del
gimnasio. Seremos 32 con 12 pitbulls y algunos enseres que pueden resultar
útiles. Queremos montarnos en el bus 474 y ver quién está allí dentro",
fue una de las advertencias.
Las imágenes de
violencia racial y de torturas se volvieron comunes. Las redes sociales se
hicieron eco de ellas y las impulsaron. Incluso, algunos medios de comunicación
realizaron un polémico apoyo a la "legítima defensa colectiva" y les
pidieron a los defensores de los derechos humanos que adopten un
"bandido" y le hagan "un favor a Brasil".