Un guía de
montaña nepalí murió este viernes en el Monte Everest, elevando el número de
muertos en esta temporada en el pico más alto del mundo a siete, han confirmado
las autoridades.
Dhurba Bista,
guía de 33 años, cayó enfermo en el campamento 3 a 7.200 metros mientras guiaba
a sus clientes en la montaña, dijo su empleador, Anil Bhattarai, de Himalayan
Ecstasy Treks. Bista fue trasladado en avión al campo base, donde los médicos
le declararon muerto.
Cuatro indios,
dos mujeres y dos hombres, murieron durante su descenso después de escalar la
cima, cuando cientos de escaladores presionaban por subir al pico más alto del
mundo mientras lo permitían las condiciones climatológicas.
Babu Sherpa,
el director de Peak Promotion, dijo que el hacinamiento había congestionado la
ruta desde el campamento 4 hasta la cima. "Todos intentaban escalar a la
vez", afirmó.
Cientos de
escaladores intentan escalar el Monte Everest y otros picos del Himalaya
durante la temporada de escalada de primavera. Cinco escaladores murieron en el
Everest el año pasado.
El número de fallecidos en el Everest se ha
elevado a ocho en las últimas horas tras la muerte del hindú de 27 años Nihal Bagwan, tras haber
hecho cumbre el miércoles, en el campo IV, Bagwan fue trasladado por cuatro
sherpas hacia las tiendas donde falleció, formaba parte de una expedición de
dos miembros; del irlandés Kevin Haynes, experto montañero de 56 años. Kalpana
Das, una mujer india de 53 años que formaba parte de una expedición de mujeres
de tres países, murió el jueves,
En la lista de decesos ya figuraban con
anterioridad el indio Ravi Thakar, cuyo cuerpo fue encontrado en el campo 4
(8.000 metros), el irlandés Seamus Lawless, dado
por fallecido tras haber subido un resbalón a 8.300 metros y cuyo cuerpo no se
ha encontrado, el estadounidense Don Cash, debajo del Escalón Hillary, y la
india Anjali Kulkarni de 53 años y que regresaba de la cumbre del Everest,
murió durante su descenso el miércoles, también en el campo IV
Las autoridades
chinas también informaron de un fallecimiento en la cara norte.
Tras este número, las víctimas en el Himalaya
esta temporada ascienden a 18: ocho en el Everest, tres en el Kangchenjunga, cuatro en el Makalu y uno en el
Lhotse, el Annapurna y el Cho Oyu.
El tiempo de exposición del cuerpo humano a las
inhóspitas condiciones de oxígeno que se viven por encima de 8.000 metros, tiempo aumentado por el embotellamiento de estos días,
podría haber sido una de las causas de que el número de muertos haya vuelto a
ascender.
La insólita imagen del Escalón Hillary atestado de montañeros que
intentaban la cumbre del Everest por la cara nepalí a 8.700 metros el
pasado miércoles se convirtió en viral en pocas horas y ha llenado huecos de
enormes dimensiones en todos los periódicos del mundo.
Más de 300
alpinistas aparecían en la imagen tomada por Nirmal Purja lo que ha desatado la
indignación de un sector de la montaña que considera
que se ha pervertido el espíritu de las grandes cumbres. "Las expediciones comerciales han prostituido la
montaña", sostenía a este periódico Juanito Oiarzabal. El vasco
vivió una era entre los 90 y el comienzo del siglo donde la montaña aún no
estaba tan atestada. Hasta 2003, las ascensiones no llegaban a los 2.000
(1.918) desde 1953. Este año ya se podría celebrar el montañero 10.000 en la
cumbre si se abre una ventana de buen tiempo antes de los monzones.
Subir al Everest ya tiene un precio medio de 40.000 dólares... a cambio de jugarse la vida.
No existe
una política común entre ambas caras del techo del mundo. China anunció en
enero pasado que limitaba el número de permisos a 300 durante la
primavera, sobre los 900 que solía dar, para iniciar una campaña de limpieza de
la montaña. Cada montañero está teniendo que rescatar 8 kilos de basura entre latas,
tiendas, sacos de plástico, bombonas vacías... Desde Nepal, en el que tampoco
se incluyen los sherpas que ayudan a los expedicionarios a subir a las cumbres,
se emitieron otros 367 permisos. Entre guías, sherpas y montañeros que quieren
vivir la aventura, el número se va por encima de 1.200."Los
alpinistas de verdad ya no están allí", aporta Eneko Pou, desde hace
décadas más inclinado por la escalada que por el alpinismo. "Es que
no tienen sitio. Eso que dicen que hay quien paga hasta 80.000 dólares por
subir es una locura. Con ese dinero te puedes costear cuatro expediciones majas
a otros lugares del Himalaya. Esto ha quedado para otros. Yo veía el otro día
la imagen y me decía: esto es la hoguera de las vanidades".
Escalar el Everest ya ha dejado de ser un
desafío para convertirse en un deseo de quien se lo pueda permitir. Prácticamente
casi todo el que lo intenta en primavera lo hace por las dos rutas
convencionales: la cara norte, por el Glaciar del Rongbuk, el collado norte y
luego los dos escalones (a 8.540 y 8.630, que se accede por una escalera que
pusieron los chinos) y la sur, por Nepal, hasta el Escalón Hillary, una enorme
roca de 12 metros a 8.790 metros, que es un cuello de botella porque ha de
pasarse de uno en uno. Son las dos rutas equipadas con cuerda fija y las que
mayor garantizan el éxito. Si el miércoles, día en el que lo intentaron más de
320, hubiese habido un repentino cambio de tiempo, las consecuencias hubiesen
sido desastrosas.
Apenas 10 días
Hubo un
tiempo, de montañeros románticos, donde el tiempo daba más oportunidades. La ascensión
más temprana registrada en primavera fue el 13 de abril de 1993 y la última el
5 de junio, en 2007. Pero el cambio climático ha concentrado prácticamente todo
en los últimos años en apenas 15 días (entre el 13 y el 28 de mayo) lo que
arroja una media de 90 personas diarias en la cumbre, ventana que se ha
reducido este año.
Nepal -como
China- seguirá aceptando un contingente de montañeros cada año porque supone un
gran negocio para un país que aún está fuera de la centena del ránking
valorando su producto interior bruto. Sólo en permisos
este año ha recaudado casi cuatro millones de dólares, y obliga a subir con un
sherpa como mínimo, que ganan entre 4.000 y 8.000 dólares por expedición -el
salario medio nepalí son 370 mensuales- en una aventura que al escalador que lo
intenta le viene a costar en su totalidad unos 40.000 de media, incluyendo
seguros y viaje. A cambio de jugarse la vida.
Nepal pasó
de ser el segundo país más pobre del mundo a situarse en el puesto 155 según la
lista del Fondo Monetario Internacional. Y en un gran
porcentaje se lo deben al turismo del Himalaya.